Juego de lágrimas

Juego de lagrimas es una película que sabe en su pequeñez hacer moverse todos los engranajes a la perfección. No sobra ninguna escena ni hay ningún punto de la historia que podamos echar de menos. De los personajes sabemos lo que necesitamos saber y nada mas que lo que necesitamos saber, los pequeños detalles de sus biografías que resultan importantes. Incluso sabiendo tan poco de su protagonista, podemos saber de él cual es su naturaleza inevitable, bien explicada con la parábola del escorpión y la rana que termina por cerrar el círculo al final de la película y dejando bien calado en el espectador cuál es la hipótesis temática y enalteciendo la piedad y la humanidad por irracionales que sean como rasgos fundamentales para el ser humano.

La película, además, sabe acercarse a los temas que trata con sensibilidad pero sin sensiblería. Teniendo un grado muy maduro de crudeza en las escenas de violencia y siendo muy honesta en el asunto del romance con una persona trans, no olvidemos que hablamos de una película de principios de los 90, cuando está temática que hoy en día esta tan en boga no tenía tantos referentes a los que acudir.

Una historia fragmentada en tres bloques bien diferenciados. Secuestro terrorista, amor imposible y thriller. Tres actos enlazados con sutileza que van cargando la trama de forma inteligente, donde cada capa suma y no entorpece.

Como la historia de la rana y el escorpión. Los personajes que descubrimos a lo largo de la cinta tienen que sobrevivir a picaduras mortales del entorno, mientras cruzan un rio tan peligroso como la vida misma. Es fácil sentirse identificado con la bondad de personajes como Fergus o Dil, y la tensión generada por sus entornos hostiles hace que tenses la experiencia y te mantiene en alerta.

La música tristona que en gran parte del metraje suena de fondo hace intimar con la soledad de unos personajes que no disfrutan de sus papeles en la vida. El deseo de ser mejores, aceptados o simplemente liberados de las cadenas de hostilidad hacia ellos, hace de sus vidas una sala de espera a tiempos mejores.

Que gran trabajo de Jaye Davidson. Que forma de sentir el personaje. Transmite fragilidad y desorientación. Un infeliz en la parte trasera de un callejón húmedo que se permite vivir abiertamente en la acera vulgar de la sociedad.

El Fergus de Stephen Rea es siempre la cara perdedora de la moneda que te niega el sitio correcto donde estar. No encaja en su primer acto, no encaja en el segundo y acaba siendo lo mismo en el último. Se niega a ser despiadado como también se niega a amar de una forma que no es. Es la mejor referencia a ese escorpión en el río a lomos de la rana.

Neil Jordan firma una obra de gente desubicada que lucha tanto por remendar su pasado como para ser aceptado en el presente. Todo ello con sutileza. Su conflicto no es el IRA, es "la ira" del mundo.

Todos en este largometraje están locos, exceptuando al padre de Bridget Jones que por aquellos años trabajaba como barman... es broma. Increíblemente "The crying game" me gustó bastante, pensé que me iba a aburrir y que ni siquiera iba a poder terminar de verla pero todo lo contrario. Eso sí, yo no le hubiese otorgado el galardón de "mejor guión original" en la ceremonia de los Óscar pero bueno... también hay que tener en cuenta que Miramax compró los derechos de distribución y sus fundadores tenían mucha influencia en la Academia de Hollywood. Eso a día de hoy es re contra sabido.

Sin embargo no le quito méritos a la película. Entiendo que en su año de estreno (1992) habrá sido toda una novedad y un bombazo. Lo que más destaco son las interpretaciones: Jaye Davidson se impone al resto pero están todos de diez. El argumento es un thriller romántico y criminal... yo diría más de romance que de crimen pero por ahí va la cosa. A final de cuentas me gusta lo que se conforma entre estas dos almas.
Vista a día de hoy puede no sorprender ni gustar a nadie por eso yo particularmente considero que es una cinta muy de su época.

La recomiendo al menos para ver una vez y si es posible en versión original subtitulada.

Curiosa película, que arranca allá arriba en lo más alto posible y va cayendo de forma estrepitosa hasta acabar rota y desfragmentada totalmente. Lo de ser terrorista irlandés siempre ha tenido un interés raro (en general) para el cine, pero para nuestra decepción eso sólo dura el primer tercio de largometraje. Esa primera parte es lo mejor que vamos a ver de "Juego de lágrimas", la relación de colegueo entre secuestrado y terrorista, la tensa espera de ambos, el interés del espectador por descubrir lo que sucederá.

Luego viene una segunda parte por la que debemos pasar de puntillas, con una gran sorpresa en la entrepierna de la novia del secuestrado Whitaker. El pobre Rea no sabe qué decir al descubrir ese gran pastel, no se lo esperaba, y del susto le sube la cena y hasta su primera papilla para acabar vomitando antes de irse por patas. Una historia de amor rara, no digo que sea mala, ni que sea mejor o peor, pero el nivel, teniendo en cuenta de dónde veníamos, ya ha bajado unos escalones.

Finalmente, para desconcierto mío (y en absoluto general) la sangre y las armas vuelven a tomar el control de los acontecimientos, la película se desmelena demasiado, el amor ya no sabemos cómo se sustenta habiendo quedado claro un rechazo rotundo, y de repente todo está tan descacharrado que ya no es posible acordarse de lo bien que empieza. Y te sientes decepcionado. Y a por otra cosa...

La organización terrorista IRA secuestra a Jody, un soldado británico. El prisionero entabla amistad con Fergus (Stephen Read), uno de los terroristas y este le pide a su carcelero que, si no sale del cautiverio, vaya a ver a su novia, Dil (Jaye Davisson), que vive en Londres.
Estupenda película de Neil Jordan con un guion de su propia autoría que le valdría el Oscar en su momento.

Película que hace reflexionar y que es un drama sobre el coraje auténtico. Un thriller delicado, dirigido con buen pulso y que provoca cierto temblor de tierra bajo los pies del espectador, a la vez que cuenta una historia de amor imposible.

Brillantes interpretaciones de Rea (convincente), Forest Whiteker (brillante), un Davison en plenitud o Miranda Richardson (muy bien).

Música brillante y colorista de Anne Dudley ("Tristán e Isolda", 2006) y una fotografía que hace a un relato muy efectivo que se integra, con acierto y sin ostentaciones estilísticas, en la narración general.

El terrorismo irlandés sirve como marco para un romance difícilmente imaginable. Película para digerir lentamente, absorbiendo los matices y liberado de cualquier prejuicio.