Tienes un e-mail

Estimada señora Nora Ephron:

Le envío este email para explicarle por qué su película es bazofia.

Le daré 7 razones contundentes:.

1. Porque el email es una antigualla. Ahora nos enamoramos por guasap.

2. Porque Meg Ryan es aún más antigualla que el email, si es posible.

3. Porque aparte de antiguallas, esos emails son rancios y vomitivos.

4. Porque aparte de rancios y vomitivos, se repiten más que el ajo.

5. Porque Tom Hanks hace el papel más plasta de su vida.

6. Porque no hay páncreas capaz de metabolizar tanta glucosa.

7. Porque su película le encanta a casi todos los capullos que conozco.

Suya, Talía666

Yo creo que cuando escriben una película como esta, en este caso es una adaptación libre de otra, con la cual no la comparare ya que no vi la original, lo hacen más que pensando en los personajes, y en las situaciones que estos vivirán, es en la compatibilidad que se de con la gente, bueno mejor dicho con el público al que esta va dirigida.
Entonces ponen una pareja que ya ha funcionado antes (no se van a poner a arriesgarse obviamente) una directora que ya dirigiera a estos en una historia parecida, también ver que todo se de, los antagonistas deben tener un algo, que haga que no nos importe que nuestros queridos protagonistas los dejen, es más estamos esperando que estos lo hagan, bueno y la trama, si la trama esta ahí cuenta algo predecible, obvio, pero eso no le interesa a nadie, por lo menos a nadie del público al que va dirigida esta película.

Cuando cerraba el siglo veinte, el correo electrónico y las cuentas de mensajería virtual empezaban a revolucionar la forma en que nos relacionamos. Las parejas apenas si veían las cosas que comenzaban a ocurrir en la red. Parejas de personas desconocidas se descubrían como medias naranjas para un planeta en el que la soledad también desconcierta.Algo ocurría en la red que no pasaba en la vida cotidiana de viajes compartidos en el tren o de salas de espera en el médico. Esa mística por la novedad está relatada aquí de buena manera, suscitando una relación que contrasta con las cosas que ocurren en la vida cotidiana.
La película comienza siendo interesante, mostrándonos la vida que se cruza entre esta carismática pareja de protagonistas... Luego todo se va haciendo tan reiterativo y tan previsible que cuando llega el cierre no queda más que lamentar que el ejercicio narrativo se hubiera quedado con esa tierna dosis de revisar la personalidad en la red.

Mientras veía la película, no dejaba de pensar en la esencia de cine clásico que transpira, y me resultaba fácil imaginarme a Audrey Hepburn y al galán de turno haciendo de Meg Ryan y Tom Hanks. De pronto, al empezar a leer sobre la película para elaborar mi crítica, descubrí que, en efecto, se trata de un remake de un clásico de Ernest Lubitsch de 1940 con Margaret Sullivan y James Stewart: "El Bazar de las sorpresas". El nombre original ("The shop around de corner") guarda más relación con el film dado que es el nombre de la pequeña librería Kathleen Kelly.

En fin, se trata de una comedia romántica al uso, sin grandes ambiciones y que no pasará la historia, aun así, nos hace pasar un rato agradable y ahí reside el secreto de su éxito en taquilla. Es innegable la química que existe entre Tom Hanks y Meg Ryan, que Nora Ephron vuelve a reencontrar tras su anterior romance en "Algo para recordar" (Slepless in Seattle) en 1993 -afortunadamente en España las distribuidoras han avanzado en aquello de cambiar de arriba a abajo el nombre del título de la película original-. La directora se mueve con soltura en el género y conoce que teclas tocar para generar romanticismo. Recordemos que también fue la creadora de "Cuando Harry encontró a Sally" también con la Ryan.

Sin embargo, debo admitir que la que nos ocupa, me da la sensación de que el amor no se cocina a fuego lento, sino que Meg Ryan pasa de odiar a Joe Fox a aceptar su amistad y, probablemente, en una historia más verídica, la protagonista pasaría a "friendzonearlo", pero aquí no, la directora espera toda la película para un desenlace que no por predecible, deja de ser súbito.

Dicho lo cual, buena película dominguera para desconectar un rato.

Una peli más de Meg Ryan, con toda la romanticonería bobalicona que eso conlleva. Del todo predecible, a los veinte minutos ya comienza el subidón de azúcar que no se detiene hasta el deseado final. Flojas actuaciones para un guión de estar por casa, y si no la realizaron para eso si que han conseguido que sea uno de los tostones más veces emitidos por la tele, y que más horas de sueño me ha proporcionado. Recomendable sólo para quien se sienta identificado con el título de esta opinión. Para el resto del universo, ni de casualidad.