Una vida a lo grande

Me sorprende mucho el bajonazo que ha pegado Alexander Payne, el director de la magnífica ‘Entre Copas’, firmando un producto de esta calidad, a medio camino entre una comedia suya y una de Eddie Murphy. Y hablo completamente en serio.

Lo curioso es que la película arranca de forma bastante singular, con el día a día de la pareja protagonista (Damon y Wigg), con los problemas económicos de ambos y la “futurista” solución que se les plantea. Hasta ahí, más o menos, la película funciona a pesar de su ritmo marcadamente lento.

Pero una vez que Damon (no sé muy bien qué hace aquí) se miniaturiza, la historia pierde gancho y, en vez de fijarse más en las posibilidades que su arranque puede darle, Payne se pierde alrededor de una forzada historia de amor, que además está muy metida con calzador y que aleja por completo la historia de su trama original. Para entonces el ritmo comienza a ser matador y, por mucho que Waltz aparezca por ahí para dar un poco de alegría a la pantalla, la cinta se va resintiendo cada vez más.

Llego a pensar en la posibilidad de que Payne no supiese como terminar la trama, que perdió mucho tiempo atrás la comicidad inicial. Pero el derrotero final resulta poco inspirado y acertado.

‘Una vida a lo grande’ es un film bastante vacío, muy plano, excesivamente largo y poco entretenido. Es decir, carece de tantas cosas que se hace difícil salvarlo a pesar de que venga filmado por un tipo con talento. Un pequeño punto negro en su filmografía que seguro que espera que se “minimice”.

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En un prometedor remedo de ceremonia de los Premios Nobel, unos científicos son premiados por descubrir una fórmula para reducir a los seres humanos a una altura de 12 cm, destacando la incidencia que esto tendría frente a una Tierra que está agotando sus recursos y en la producción de desechos.

Esto lleva, con el tiempo, al desarrollo de emprendimientos inmobiliarios con la premisa de que la gente encogida a partir de un cierto capital puede darse una vida de millonarios en un entorno en miniatura.

El matrimonio conformado por Audrey y Paul Safranek (Kristen Wiig y Matt Damon) se inscriben en la propuesta.

La película de Alexander Payne intenta contarnos muchas cosas y en diferentes registros pero la combinación no sale bien. Funciona mejor como comedia de ciencia ficción con toques de extrañamiento e ironía que como drama de denuncia que no se sabe si roza la ironía o el ridículo (a diferencia de una película como Okja, que logra ensamblar varios registros , película con la que por alguna razón la relacioné).

Creo que a partir del viraje de la trama, la película pierde el rumbo. Los dardos y apuntes contra o sobre la corporación científica, la inmobiliaria, los grupos sociales, el ecologismo, el activismo, la denuncia social y otros demases que no puedo revelar van de lo efectivo a lo obvio o panfletario.

Acaso esta película cuente con admiradores. En todo caso es una extraña pieza, muy larga y, en parte, fallida.

La película más que entretenida. Además de humor tiene mucho de drama y nos manda un mensaje brutal, demoledor y quizá muy reaccionario; con una mala uva tremenda que hay que saber leer entre líneas.
Los "salvadores del planeta" son literalmente "enanos". Enanos que no se dan cuenta que junto a ellos y su egoísmo buenista, hay gente que sufre y lo pasa mal. Es más fácil pensar en cosas abstractas como el cambio climático y el eco-apocalipsis que en la gente que nos rodea.
Resulta que la mejor persona del asunto es una inmigrante y coja, que además asiste (¡tócate las narices viniendo de Hollywood!) a una iglesia evangélica pentecostal o carismática de lo más cutre: Esa al menos sí hace cosas concretas por los demás, que cambian las vidas de manera práctica aunque sean simples granos de arena frente a los proyectos de los "bien pensantes".
Los diseñadores del plan mundial para salvar a la humanidad se presentan como una especie de secta hippie, y terminan donde deben (no "espoileo") bien lejos del mundo real. Ahí ya me partí la caja...
En fin; si sabes leer entre líneas, verás que el mensaje tiene mucha cola.

De las peores películas que he visto sino la que más.

- La película parte interesa hasta el divorcio (minuto 20), después de eso se convierte en una hilada de guion inconexo, escenas que no aportan nada y el protagonista se deja llevar por ese guión sin ninguna toma de decisión real y arrastrándose amargamente hasta su final, un final por supuesto muy previsible.

- Es importante decir que toda trama o argumento interesante relacionado con el hecho de medir 12 cm pierden todo el sentido tras el divorcio con lo cual la película podría ser de personas grandes careciendo de todo el sentido y de todo interés.

- La película está subvencionada por los magnates del ecologismo, todo el rato es enviarte mensajes promocionados por Bill Gates o Soros.

- Si aguantas viéndola más de 1 hora enhorabuena, esta película no la arregla ni Matt Dammon ni Christopher Walz.

- ¿Es necesaria más de 2 horas de película para esta basura?

Ni fu, ni fa, la verdad es que no aporta nada nuevo, a parte de que la reducción de tamaño no reduce los problemas.
Hay un relato de ciencia ficción, recogido en una de las antologías de Isaac Asimov, que es sospechosamente parecido, no puedo comentar en qué difieren porque haría un spoiler. El título es "Submicroscopio".