El secreto de sus ojos

Alabada y multipremiada cinta- oscar a la mejor película de habla no inglesa, entre otros galardones- del hasta hace bien poco ojito derecho- y no quería ser facilón juego de palabras- de crítica (a sueldo) y público, Juan José Campanella- su sorpresiva incursión en la animación digital con “Futbolín” (Metegol, 2013) no encontró el unánime aplauso acostumbrado.
“El secreto de sus ojos” es una hábil amalgama de thriller, noir y melodrama, todo ello salpicado con leves y muy oportunas pinceladas de humor porteño.
Durante tres cuartas partes de su metraje la compleja trabazón- su apariencia sencilla es mérito del sutil montaje paralelo a cargo del propio Campanella- se yergue con elegancia clásica al tiempo que funciona con la sincronía de un reloj suizo. No obstante, en su cuarto final- a mi entender, de todo punto prescindible- la película se adentra en jardines argumentales cuya excesiva complejidad acaba por exigir un sinfín de apresuradas explicaciones “ex machina” que la saquen del atolladero. En ejemplo palmario de que “menos es más” y a la inversa, la que venía resultando una trama por demás estimulante, tensa como una cuerda de guitarra, alcanza un desenlace decididamente inverosímil. Una verdadera lástima.
En cuanto a sus intérpretes, Ricardo Darín y Guillermo Francella están soberbios, comodísimos en el “saco” de funcionario judicial. El borrachín que encarna Francella se nos revela, además, como un robaplanos consumado, cosa digna de admirar siendo Darín, todo carisma en su socarrona mirada azul, a quien despoja del foco. Por su parte, Soledad Villamil, sempiterna partenaire de este último, es una mujer muy hermosa, pero se me hace un tanto fría, como si la cosa no fuera con ella, lo cual podrían explicar, me temo, unas aptitudes interpretativas algo limitadas, e indudablemente alejadas de las de sus compañeros de reparto.

Película argentina, similar a una que hay americana que relata el mismo caso extensamente, dónde interpreta a la doctora no Soledad Villamil, si no Nicola Kidman. En esta otra versión, argentina. Los protagonistas, defienden a una víctima, mujer de un amigo, a la que violan y asesina un chico, joven.
Posiblemente relacionado con el narcotráfico al ser banda, y claro con la prostitución, porque ella, "es de las que se creen guapas".
A lo largo de la película se verá como el chico sale de la cárcel sin apenas entrar por el gobierno, que no ve pruebas suficientes, debido a conocer a un político.
Pero.... Desde luego, el abogado Ricardo Darín se va a un pueblo, dónde escribirá una novela sobre el caso. Pero allí va a visitar al marido de la víctima, y verá casi al final de la película, la venganza del marido hacia el asesino de su mujer. Que por supuesto, se vió una posible infidelidad, por su juventud, que acabó con un demente en asesinato.

Para todos los públicos, basado en un caso real.

Como policíaco es un fraude, pero como tragicomedia es muy grande. No quiero desdeñar sus cualidades, pero un policíaco no puede funcionar por casualidades (ver spoiler). Como tragicomedia es una gran obra, inteligente y emotiva a partes iguales.

Sin lugar a dudas Campanella ejecuta una historia interesante con una dirección y cinematografía muy bien cuidadas. Las actuaciones son satisfactorias; no obstante, solo destaca enormemente la de Francella -el personaje de Sandoval es el único que llega a ser entrañable y conmovedor en su patetismo-. La película logra un pathos coherente hacia la mitad; no obstante, hacia el final la historia se dilata y pierde parte de su encanto: el "suspenso" se resuelve de una forma muy gratuita. Eso sí, Campanella da en la yema del gusto de la Academia, pues su filme tiene una inspiración tremenda en "La vida de los otros" (Florian Henckel, 2006), título menor que se alzó con el Oscar por el gusto impredecible de una Academia aun polémica.

Viendo la repercusión que había tenido y habiendo obtenido la estatuilla como mejor película de habla no inglesa, pensé que debía tratarse de una auténtica obra maestra. Pero no. Una vez más, la Academia de Cine de Hollywood vuelve a decepcionarme. Ya me lo decía una gran amiga mia "esa película es un bodrio insoportable", y lo cierto es que, viendo la primera hora de película, así era, un bodrio insoportable que no llegaba a ningún lado. Pero en el minuto 64 de metraje llegó la sopresa. La película toma un giro de 180 grados y pasa a ser de un aburrimiento supino a un interesante llamativo. La trama parece ser lanzada o precipitada a toda velocidad captando mi total atención. Por supuesto, de ahí al final Campanella realiza un trabajo majestuoso, llegando a un desenlace, cuanto menos, verosímil y muy sorprendente. En cuanto a las actuaciones, he visto mejores momentos de Ricardo Darín. Su papel me resultó muy insulso, poco creativo, poco interesante. Hasta en ocasiones podría tildarlo de malo. Sin embargo, su compañera de reparto, Soledad Villamil es un primor y da gusto verla actuar.
Resumiendo: una primera hora nefasta que consigue levantar Campanella con una segunda hora intensa y llena de acontecimientos. Si se merecía o no ser la mejor película de habla no inglesa de 2009, eso ya no lo sé...