Big Fish

"Big Fish", la mejor película del genial, innovador y visionario Tim Burton (con perdón por el segundo puesto para "Eduardo Manostijeras") es la menos "Burtoniana" de todas: No es tan impactante desde el punto de vista visual, aunque tiene una estética deliciosa como sello carárteristico del director; no es en sí misma una historia fantástica y no participa su actor fetiche Jonny Depp.

Sin embargo "El gran pez" es una película tan entrañable como pocas hayas visto. Una historia que ahonda en utilizar la fantasía como medio de evasión del tedio de nuestro mundo rutinario; en el poder terpéutico del tener "pajaritos en la cabeza" para huir de la monotonía del día a día; en lo bien que nos sentimos cuando ayudamos a los demás por puro altruismo y en lo maravilloso que sería que nuestros hijos pudieran heredar de nosotros el poder de la imaginación.

Procedente de la factoría Disney, Tim Burton se ha convertido en uno de los directores más originales de las últimas décadas. Y lo ha hecho mediante la creación de un universo propio, un maravilloso mundo de fantasía gótica.

En Big Fish, Burton (que adapta la novela de Daniel Wallace) nos cuenta la vida de Edward Bloom a través de sus propias palabras. Una narración que camina entre la ficción y la realidad, ante la desesperación del hijo que al ver a su padre cercano a la muerte desea saber cómo fue su vida realmente.

Pero el espectador no. Nosotros hacemos como que le creemos; nos encanta su vida tal y como nos la narra. No queremos conocer la verdad.

La película, por supuesto, conduce a la reflexión. Frente a la rutina de nuestras existencias siempre quedará la imaginación. Y si esta es escasa siempre queda el cine (y la literatura). Nuestros familiares siempre nos contaron anécdotas más o menos fantaseadas, nosotros contamos pequeñas anécdotas introduciendo algo de fantasía, la historia está llena de pasajes que quizá no fueron como los conocemos: frente a lo aburrido y veraz solemos preferir lo apasionante aunque inexacto.

Burton deja abierto el final, algunas cosas pudieron ser tal y como las cuenta, algunos personajes parecen ser reales. Pero, ¡qué más da! ya hemos decidido de qué parte estamos.

Para recrear el mundo de Bloom, el director se basa en la colosal interpretación de Albert Finney (tan destacada que "rebaja" la de por sí ya limitadísima de McGregor -lo peor de la película) y un gran elenco de secundarios entre los que sobresalen Helena Bonham Carter (sí, esta vez lo merece) y los impagables DeVito y Buscemi. Y mención especial a la fotografía de Rousselot (en ocasiones oscura, en ocasiones colorista) y la música de Danny Elfman.

Un canto de esperanza, un grito de vitalidad, una alternativa a nuestras vidas, una evocación de la ilusión, una maravillosa película.

Papá, cuéntame otra vez esa historia cuando tú...
Y es que todos hemos pasado por esta película alguna vez en nuestra vida. Cuando somos niños idolatramos a papá, presumimos de él delante de nuestros amigos, 'mi papá es el mejor porque...'
Cuando nos hacemos algo más mayores, no queremos pasar tanto tiempo con él, no queremos que nos lleve de pesca y odiamos que nos vaya a recoger al instituto. Queremos ser 'independientes', ser nuestros propios idolos.
Al final llegamos a un punto en el que volvemos a ser niños, apreciamos cada momento que pasamos con él y le pedimos que nos vuelva a contar esa historia increible en la que él...

Vi esta película cuando ya conocía a Tim Burton y me gustaba. Por ello, sabiendo que estábamos ante una película donde los cuentos, las historias, tenían un papel importante, acudí a verla. Y tengo que deciros que es de las mejores películas que he visto, y para mí la mejor del director.
Ficción, poesía, afecto se dan la mano en esta historia. Una historia en que los cuentos son vehículo de expresión de muchas cosas, donde la ficción parece ser una forma de contar la realidad, no está muy alejada de ésta, de alguna forma la completa. Y donde en un primer momento separa, al final acerca, une, reconcilia con el viejo, antiguo y maravilloso arte de imaginar. Para amantes, como yo, de los cuentos bien narrados e imaginativos. Muy muy recomendable.

"El pez más grande del río alcanza ese tamaño porque jamás se deja pescar", le dicen a Edward Bloom, un hombre que no renunciará a su libertad o, en otras palabras, no vivirá de acuerdo a lo que digan los otros, tema central en la filmografía de Tim Burton. El protagonista hubiera mantenido su tamaño de haberse quedado en su pueblo natal, pero se interna en el océano, elige crecer en un entorno acorde a sus ambiciones. Prefiere escribir su propia biografía debido a que no aguanta las convenciones; mejor será contar al resto una historia interesante llena de seres extraordinarios que intervienen en escenas surrealistas que no eluden lo imposible. En ocasiones recurre al humor e hilvana anécdotas cargadas de optimismo constructivo. Se niega a que el mundo real sea aburrido y se convierte en un personaje querible por quienes lo han conocido.