Horizontes de grandeza

Horizontes de grandeza no es un clásico por casualidad. Es cine del que ya no se hace.
La película de William Wyler (vaya nombre, el suyo, dentro de la historia del Séptimo Arte) maneja a la perfección los tópicos del western: el conflicto este-oeste, personificado en el contraste entre la elegancia urbanita del personaje de Gregory Peck y el asilvestrado y visceral comportamiento del de Charlton Heston (una de las pocas veces en su carrera en la que adoptó un rol secundario, el mítico Moisés y Ben-Hur); la maestra, liberal, intelectual y simpática, en contraste con la pija, infantil y estirada amada inicial del protagonista; los conflictos por la tierra y, en este caso, el agua; y por supuesto los duelos y las peleas. Todo se muestra en pantalla con maestría, con una enorme inteligencia y con un manejo del tempo dramático admirable.
Sin duda, la cinta es demasiado larga, como suele ocurrir con tantos clásicos de la época dorada de Hollywood, pero sin duda es una película excepcional. Y qué reparto. Bur Ives ganó el Oscar, sin ir más lejos, y Jean Simmons está fantástica.
Imprescindible.

Lo mejor: Los paisajes naturales de California y su desierto, su manejo impecable de los tópicos Oeste, y su inmaculado reparto.
Lo peor: Es larguísima. No hacían falta tantos minutos.

Uno de los westerns más conocidos de los años cincuenta por su inolvidable banda sonora. William Wyler dirige con maestría este film de belleza irresistible, con hermosos e inmensos parajes americanos deslumbrantemente retratados por Franz Planer. Una historia de luchas personales, egoísmo, choque entre costumbres, envidias y odios, pero sobre todo, una historia de cómo vencer a la violencia sin violencia y de cómo al final triunfa el amor verdadero.

Lo más interesante de esta historia es el enfrentamiento entre dos mundos completamente distintos; el mundo de un hombre culto, educado y respetuoso, de buenos modales planta cara al mundo de los rudos y testarudos pistoleros del salvaje oeste. Pero Horizontes de grandeza no se trata de un western al uso, sino de un drama romántico con envoltorio de western en cuyo interior descansan valores, características y virtudes de otros géneros que lo alejan de éste.

Un film plagado de momentos inolvidables como la intensa pelea entre McKay y Leech, el duelo al estilo de los caballeros entre Buck y McKay o la doma de un caballo salvaje. En este valeroso western destaca ante todo una impecable puesta en escena y un antológico reparto compuesto por un Gregory Peck representando al hombre civilizado y apacible, Charlton Heston representado al duro y salvaje oeste (un interesante papel que borda sin esfuerzo), Jean Simmons, Carroll Baker, Charle Bickford y un magnífico villano interpretado por Burl Ives, quien se llevó el Oscar al mejor actor de reparto.

Por último, decir que veo a Gregory Peck un actor poco apropiado para encarnar a tipos duros y rudos, de torva mirada y de expresión muy marcada que resulta ideal para personajes más dramáticos.

Un año antes de arrasar en los Oscars con "Benhur" William Wyler rodó este emocionante y cautivador western, un western épico lleno de rancheros mezquinos, llanuras interminables , odios ancestrales entre familias, mucho polvo pero sobretodo es la historia del choque entre dos culturas, la que propicia la llegada al oeste americano de un hombre del este culto y refinado llamado James McKay (Gregory Peck), que debe casarse con la hija de un ranchero rico y sin escrúpulos, nada mas llegar será objeto de burlas y ofensas por parte de todos sin conseguir que se altere lo mas mínimo lo que desencadenará un sin fin de situaciones adversas y peligrosas. William Wyler rodó con maestria y un gran ritmo esta película tan intensa y además logró reunir a un formidable grupo de actores encabezado por Gregory Peck, Burt Ives (ganó el Oscar a mejor actor de reparto), Charles Bickford, Jean Simmons, Carroll Baker, Charlton Heston (brillante como capataz), o Chuck Connors que bordó al odioso y patético Buck Hannassey. Muchas secuencias de esta película pertenecen por derecho propio a lo más antológico que ha dado el western, grácias especialmente a la exquisita banda sonora que acompaña las más de dos horas que pasan en un suspiro.
"Horizontes de grandeza" es una de las grandes películas del género y del cine en general, una película extraordinaria que merece ser recordada y recomendada a las nuevas generaciones como un buen ejemplo de lo que és la grandeza del cine.

Lo mejor que puedo hacer es NO hablar sobre ella y que todo el mundo la vea porque yo la encuentro tan perfecta que sobran los comentarios. Magistral la dirección de William Wyler y magnífico el elenco de actores en general (la música también épica) e injusto que en la edición de los Oscar de ese año no ganase muchos más porque se los merecía todos (se los llevaría "Ben-Hur" en el siguiente año).

Y así, a grandes rasgos, como apuntó un amigo, son siete personajes enormes cada uno con su perfil perfectamente definido, a los que puedes seguir, paso a paso, entendiendo muy bien sus diferentes razones. Ante eso me descubro por lo que, aparte de la genialidad de su director -que prácticamente no tiene obra mala en su brillante filmografía-, cabe aplaudir también la novela, novelita en realidad, de Donald Hamilton, "The big country", que fue origen y semilla de tan formidable película, un clásico memorable para el que no pasan los años... "Que grande es el Cine" en definitiva, cuando es grande -como diría Garci- ;)

Excelente película, mezclando con brillantez el cine épico y melodramático, con una puesta en escena y una fotografia soberbias. Peck, Heston, Simmons, Ives, combinan dotes de magestuosa interpretación. Con magnificas tomas aereas, cuadros maravillosos(la escena de la pelea es apasionante) y una banda sonora que acompaña al film a la perfección. Una de las más bellas historias de amor, orgullo, odio, en un marco incomparable, el western.