39 escalones

"39 escalones" es la primera de una línea de películas de Hitchcock basada en la idea de un hombre inocente que huye de la justicia. Más tarde vendrían otras como "Sabotaje" (1942) y "Con la muerte en los Talones" (1959).

Hitchcock da libre paso a su imaginación y a su fantasía y alterna pasajes de gran dramatismo con otros de comedia satírica. Muestra a los espías traidores al Reino Unido como grandes burgueses. La denuncia de enemigos interiores es una constante en su filmografía.

Esta película la habré visto como unas cinco veces a lo largo de mi vida. La primera vez que la vi, de pequeño (en un viejo televisor en blanco y negro que todavía le daba más misterio a la trama), me encantó. Las siguientes veces, ya con más madurez, empecé a encontrarle fallos de bulto, que haberlos los hay.

Sin embargo, las virtudes de la obra sobrepasan los errores. Un arranque espectacular con el "Señor Memoria" y un final magnífico que cierra el bucle. Algunos golpes de efecto estratégicamente situados: por ejemplo el dedo amputado del villano. La comicidad de ciertas situaciones: los viajantes mostrándose género de lencería delante de un apabullado cura, o Robert Donat explicándole a Madeleine Carroll como se inició en el mundo del crimen...

Esta primera etapa, la británica, sirve en el caso de Hitchcock, al igual que otro grande como Kurosawa, para cimentar un estilo que luego se mostrará como uno de los más personales e identificables de la historia del cine. Esto hace que la calidad de estos primeros títulos sea irregular pero estén llenos de interés para los amantes de la obra del director, lo que no impide incluso que ya logre cotas de calidad tan elevadas como en Inocencia y Juventud (Young and Innocent, 1937), Alarma en el Expreso (Lady Vanished, 1938) y 39 Escalones, tres films imprescindibles con ciertas características únicas de su época británica, que mezclaba con acierto thriller con comedia sofisticada. 39 Escalones es además de eso la película que mejor resume ya en esta época las constantes y obsesiones más comunes del director y que posteriormente perfeccionara en sus mejores títulos, pero que ya se encuentran plenamente desarrollados en este film. De hecho, en cierto modo Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959) sería una especie de revisión de los esquemas de 39 Escalones llevados al extremo y alcanzando una perfección insultante. A cambio, esta disfruta de cierta inocencia y frescura que ya no se aprecia en su faceta americana. Aún quedan ciertos vestigios del cine mudo, que pesa ligeramente sobre algunos actores, pero que beneficia notablemente al aspecto visual. El conjunto resultante es sorprendentemente equilibrado, utilizando sabiamente el macguffin, que no conocemos hasta el final, con unas situaciones muy logradas acompañadas por unos esplendidos diálogos, que ganan notablemente en su vertiente cómica y un cuidadísimo aspecto visual siempre pendiente de los detalles y el encuadre. Los actores están muy bien, en especial la pareja protagonista, aunque al resto se les nota mucho la época en que se rodó. Por lo demás es una película maravillosa, que se sigue viendo con facilidad y auténtico deleite hoy día a pesar de los años que tiene. Sin duda, otra película de obligada visión del genial director.

Alfred Hitchcock es conocido como el maestro del suspense del mundo del cine. Un director considerado uno de los mejores del cine; y que con este film se catapultó a la fama.
Se trata de una de las películas más famosas del director, de la cual se han realizado varios remakes. Un film que narra la trama de un hombre que por un hecho puntual conoce a una mujer que es asesinada. Ese asesinato hará que todo apunte a que él es el culpable; aunque intente demostrar su inocencia por todos lo medios. Al no creerle nadie no le queda otro remedio que huir.
Los críticos indican que es una de las mejores películas del director inglés, que ya en estos primeros años demostraba su increíble talento. Yo tengo que decir que es una buena película, pero me parece que tampoco es de las mejores; aun siendo buena.
Y es que en mi opinión la película no consigue captar tanto la atención del espectador como uno espera. Uno se entretiene y se distrae; pero esa expectación no consigue afianzarse. Tal vez en su época fuera un thriller realmente brillante, pero el paso de los años le pasa un poco de factura.
No obstante, con esto no quiero decir que la película sea mala o no merezca la pena de ver. Todo lo contrario, ya que como indico se trata de un buen thriller que sigue siendo efectivo varias décadas después. Y eso es porque la trama funciona, y está bien rodada por su director.
Uno conecta con ese personaje interpretado por Robert Donat que intenta convencer a todo el mundo de su inocencia; pero que al no conseguirlo; no lo queda otro remedio que huir. Una huida llena de peligros, donde se cruzará con otros personajes que pueden parecer amigables pero no lo son. Y es que en su camino aparecerán ciertas personas que buscan un objetivo oculto.
La fotografía resulta fantástica. El color blanco y negro es precioso, y crea un ambiente mucho más hipnótico y fantasmagórico gracias a una iluminación muy cuidada.
En fin, "39 escalones" es un clásico del cine en general y sobre todo del suspense. Un imprescindible de ver con el que uno puede disfrutar con esos primeros pasos del gran Alfred Hitchcok que ya demostraba el enorme talento que tenía; y todo lo que nos iba a ofrecer.

La he visto varias veces, la última el 21 de enero de 2012 donde criticaba los fallos argumentales, y donde ya se dejaba ver que le encantaba meter a un ciudadano de a pie dentro de una trama de espías, y donde es inocente y el resto del mundo cree que es culpable (trama parecidas a otras películas posteriores).

Quizás el fallo que más me ha llamado la atención ha sido al principio, cuando matan a la mujer, ¿no podrían haber matado al hombre también y fuera problemas? Este tipo de fallos me hace menguar un poco la película. Fallos pequeños... sobre todo en que se nota mucho que todo es una película y que los actores hacen lo que tienen que hacer. Como cuando la policía corre y se les ve las piernas y de golpe se paran... se nota muy preparado esas poses. Pero en cambio el momento del grito de la mujer cuando encuentra a la muerta que en vez del grito se oye la sirena del tren, es un cambio muy bueno! Y novedoso para la época.

Sí que es verdad, que para ser de 1935 donde este tipo de cine apenas se hacía es grande, muy grande. Una trama bastante enrevesada, donde hay giros, etc...

Como curiosidad, si no me equivoco, sale la plaza famosa de Mary Poppins durante 1 segundo.

En resumen: buena película (con esos pequeños fallos) pero la hace grande al ser una de sus primeras en su género (lo complicado que es llevar a la pantalla este tipo de trama) y en momentos realmente aún se respira suspense.

Le subo 1 punto.

3 de 5 usuarios encontraron mi primera crítica útil.

Película redonda a manos del maestro británico que, con una estructura circular perfectamente construida e hilada, nos cuenta la historia de un hombre que, torpemente, se ve involucrado en los intereses oscuros de una organización criminal, perseguida por esta y por la memorable policía bretona, Scotland Yard, unos para silenciarlo y otros para encarcelarlo, ya que es acusado de asesinato, entre otros delitos que se irán sumando en su frenética huida y resolución del problema. Drama policíaco, con tonos de cine negro y predominado por el cine de gánsters, con tintes de una jocosa screwball comedy muy bien empleada en los momentos precisos y, en conclusión, una película adelantada a su época en todos los aspectos. En cuanto a filmación se nota que es una película de Alfred Hitchcock por su perfecto dominio del espacio y su virtuosidad para emplearlo en las situaciones que el guión lo requiere con un dinamismo pasmoso, apoyándose en unos encuadres purísimos y absurdamente ordenados pese a todo lo que ocurre en escena, dominando la situación a pesar de la gran cantidad de extras que, sumados a los actores, el director hace gala de su capacidad de control pese al caos imperante en pantalla. Una de la señas del director es, sin lugar a dudas, la iluminación y la fotografía en blanco y negro que tanto le caracteriza, usando las sombras en los rostros en primer plano para expresar dudas o incapacidades en sus personajes, así como la luz cuando todo parece esclarecerse o para aquellos personajes que exhiben su autoridad de la situación, que, obviamente, mediante la utilización de unos planos sublimes, consigue transmitirlo al espectador sin inmutarse. El guión a manos de Charles Bennett e Ian Hay, adaptado de la novela de John Buchan, saca a relucir las cualidades interpretativas de los protagonistas (sobretodo, del protagonista) sentándoles a todos como anillo al dedo, repito, especialmente un muy atractivo Robert Donat (Richard Hannay, Hammond), donde las labores de maquillaje hicieron un trabajo espectacular favoreciendo tanto su personaje como la laboriosidad técnica de su director, el cual no decae en ningún momento de la película sobrellevando varios registros simultáneos alternándolos cuando el diálogo lo necesitaba, y subordinado por la femme fatale Lucia Mannheim (Annabella Smith), de imprescindible relevancia para la construcción del protagonista, y por la responsable del toque cómico y romántico Madeleine Carroll (Pamela) entre la cual hace una dupla con una química perfecta que se transmite más allá de la pantalla. Una película que lo tiene condensado todo en tan solo 81 minutos de metraje, un perfecto relato de protagonista atormentado por el bien y por el mal, teniendo un ritmo perfectamente marcado que sabe turnar entre la acción y la tensión a la comedia y los impasse de alivio, también mostrando el conflicto entre escoceses y londinenses mediante este último recurso con un soniquete obviamente a favor de Londres por la nacionalidad del director. Escenas absolutamente beneméritas, entre ellas, aquellas en las que aparece el señor Memoria (Wylie Watson) y los inverosímiles momentos en los que se ve embrollado Hannay en su escapatoria. Que delicia de película.