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Saló, o los 120 días de Sodoma

Drama En una mansión, cuatro señores se reúnen con cuatro exprostitutas y con un grupo de jóvenes de ambos sexos, partisanos o hijos de partisanos, que han sido hechos prisioneros. Nadie en la casa puede eludir las reglas del juego establecidas por los señores; toda transgresión se castiga con la muerte. Además, ellos gozan de la facultad de disponer a su antojo de la vida de los cautivos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 185
Críticas ordenadas por utilidad
13 de marzo de 2012
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los productos de la cultura, tienen como destino (trágico), ser asimilados y en caso de que fueran una provocación o un revulsivo tornarse en "cultura", admitida y asimilada. Este film no. Despues de 36 años sigue siendo tan insoportable como el primer día. Llega a lugares del inconsciente de cada uno, que o es rechazada violentamente, o sufrida hasta que puede ser olvidada.
Esta crítica no es negativa, sino en cierto sentido considera el film como una obra inclasificable, inasimilable pero inolvidable, si uno puede hacerlo, que llega a lugares de las profundidades del ser humano,
Incluso la calificación que le doy (9), es inadecuada ya que es algo irrepetible.
rocamadur01
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1 de septiembre de 2009
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carece de cualquier virtud, es gratuita y se recrea en las enfermizas obsesiones sexuales de la obra literaria homónima del Marqués de Sade, con una estética descuidada y una interpretacion nefasta solo busca la transgresión, no tiene ningún interés ni como película erótica, es simplemente sadismo y vejaciones.
McNolo
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9 de junio de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El denominado cine de impacto o incómodo no deja de ser subjetivo pero si tuviéramos que pensar en el paradigma del cine irritable que aúne molestia tanto en fondo como en forma, enseguida nos vendría a la cabeza Salò o los 120 días de Sodoma. Una obra polémica por lo explícito de su contenido y contundente crítica social, que vio la luz tras el asesinato de su creador. No estamos, por tanto, ante un trabajo de fácil visionado. Culpa de ello recae en las continuas vejaciones que se suceden dominando a un espectador noqueado ante tanta barbarie, llegando a preguntarse hasta qué punto la condición humana pierde su significado. Acercarse a esta angustiosa obra no es tarea sencilla y mucho menos salir airoso de ella. Porque detrás de tanta tortura y humillación, Pier Paolo Pasolini no plantea un lavado de estómago, al contrario, quiere una digestión lenta, tortuosa, defendiendo la autocrítica que debe plantearse una sociedad sumisa, subyugada por la tiranía del poder, por las estructuras jerárquicas que sólo obedecen al abuso desmedido de la autoridad.

Un presidente, un magistrado, un obispo y un duque, máximos representantes de la supremacía, firman un acuerdo que versa en la falta de libertad de dieciocho jóvenes a los que secuestran y someten a todo tipo de torturas con el único objetivo de la autosatisfacción. Una metáfora que Pasolini hace servir con maestría para arremeter con saña ante el régimen fascista, utilizando para ello la obra del Marqués de Sade, “Los 120 días en Sodoma” El espectador horrorizado se revuelve al enfrentarse a prácticas que van desde la sodomía hasta la mutilación pasando por un banquete de coprofagia. Imágenes grabadas a fuego, orquestadas con toda intención incriminatoria. Todo un aquelarre repulsivo que condena la bajeza del ser humano.

Más allá del marcado acento de denuncia omnipresente en toda la cinta, Salò, en su vertiente formal, deja abatido a quien se acerca a ella. Es cine extrasensorial. El asco se padece. La sumisión se palpa en cada plano. Las miradas de esos jóvenes que han perdido su identidad se recibe con dolor. El olor del sexo constreñido, el hedor de la mierda, la locura de la prisión, se mezclan en este paseo por el infierno desesperanzador. No hay escapatoria, ni siquiera mental. Tan sólo la muerte fortuita como escape. Asistimos al funeral de la humanidad dispuesto por el caos del poder.

Salò conforma una experiencia de obligada lectura, irreductible a etiquetarla de escatológica. Una experiencia cruda que permanece en la retina y que en contadas ocasiones se prodiga por las pantallas. Cine que es vida y, por tanto, muerte
Ulher
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2 de febrero de 2022
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer plano es levemente tediosa y severamente desagradable, un poco más de fondo es pedante, ridícula y vacua, y en general sirve, sobre todo, para darse fuertes golpes en el pecho, fruncir el ceño, clamar al cielo y sentirse un poco más si cabe estupendo, yo puedo con todo.
Como adaptación de Sade es un absoluto desastre, cambian su sistemático y machacón recuento (letanía/imprecación/invectiva/no salmo) filosófico materialista pantagruélico por un desvaído, pulcro y plano ejercicio de estilo tan bello como desarticulado, desganado o dejado, también desentrañado y desestructurado y lejano/extraño, a la distancia me corro y ya de paso te monto o mato, tanto monta, como crítica al fascismo/nazismo, ausente, nada por aquí, nada por allá, como reflexión sobre algo, cero patatero, una serie de citas desperdigadas, desenraizadas, no engarzadas con la historia tramontana, como grito sordo cínico o irreverente, pelma, vago, helado, muerto, como denuncia moral, una triste y penosa excusa, solo su rigor espartano preciosista y elegante la salva del descabello definitivo.
Quizás Fassbinder, Jodorowski, Jarman o hasta Kubrick podrían decir o haber dicho algo a todo este respecto.
Los setenta y la depravación como una de las bellas artes o tras el color hair hipi, llega la gran resaca ocre sangrienta terrorista, ahíta de grima.
Y además narrativamente es zángana, no está bien contada, y éticamente es estúpida, el mal porque sí (ay si el pobre Nietzsche levantara la cabeza por cada cita bastarda perpetrada al respecto de su delirante y excelsa y bella obra tan fusilada), el placer igual a la degradación propia y de los demás, esa vana ilusión botarate, esas ínfulas de pazguatos redomados, tardos, tarados, de niños sin postre ni teta, rebeldía de medio pelo si no la adornas o das calor, si no estás a la altura del supuesto riesgo.
Obra pobre, floja, anémica, como anatema/irreverencia es hasta inocente y cursi, pacata y emasculada, blanda, como hecha con camisa de fuerza o cinturón de castidad, como si una monja de clausura rodara por fin porno, como si un sacerdote ciego y a punto de morir se masturbara en sueños, en fin, un horror manufacturado y artificioso, industrial, sin humor ni gracia, el poder lerdo, aguachirri, una cagarruta tonta llorosa, un pedo cobarde, una guarrada con celofán, infierno oligofrénico, un asco y una porquería, como asistir a la autopsia de una muñeca de porcelana, hasta la mierda es falsa, ni una tarta de chocolate parece siquiera, de pega, atrezzo grotesco, ni huele, de plástico, una bufonada hierática histérica, de mesa camilla, y una birria o broma sin risa ninguna mandíbula batiente, el gesto fallido de un artista irresuelto, a medio camino de todo, truncado, indeciso, sin sangre, torcido, penoso, hundimiento siniestro blanco, escalpelo de yeso, Pier Paolo el puritano nada menos.
Ferdydurke
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3 de junio de 2006
35 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asquerosa, repelente, vacía, estúpida, con un tufillo de provocación que no cuela...
Durante sus más de cien años de existencia, el cine ha encontrado medios para denunciar y protestar, esto es, mostrarse en desacuerdo con lo que al director ( o productor, o guionista, o la madre que los trajo) le cayera en desgracia.
Pero es que en este esperpento para psicóticos, enfermos adictos a las emociones fuertes ( coprofagia, pedofilia, etc,...) o simplemente a la pornografía barata ( vi una película llamada "Mami ya se lo que tiene el negro" mucho mejor y más profunda) no hay lugar para la denuncia o el inconformismo. Ah no!!!, que es que la película es una alegoría al horror del fascismo, con fasciculillos del infierno de Dante.
Niños y niñas, hay maneras y hay maneras. Y esto es sólo un espectaculo para que unas cuantas piltrafillas se maten a pajas viendo como sodomizan a un niño de unos catorce años ( hay gente a la que le gusta).
Repelente, un insulto a la cinematografía por completo.
Arless
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