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La condición humana I: No hay amor más grande

Drama. Bélico Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Kaji, un japonés pacifista, trata de librarse del servicio militar aceptando un trabajo como supervisor laboral en las minas de la Manchuria ocupada. Kaji se dedica a mejorar las pésimas condiciones de vida de los prisioneros, pero sus esfuerzos son despreciados por el jefe del campo de concentración. Un día, el odio acumulado estalla y tiene terribles consecuencias. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
24 de agosto de 2007
90 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta parte I del magnífico film de Masaki Kobayashi, LA CONDICIÓN HUMANA, nos presenta a una pareja japonesa de recién casados, con una escena preciosísima y sensual de ambos besándose tendidos en la parte de un camión militar, y medio cubiertos por una lona, que los conduce al destino laboral que él va a desempeñar en una mina de Manchuria (región continental de China que fue ocupada por Japón y convertida en una provincia suya desde los años 1931 a 1945) donde él, Kaji (el actor Nakadai Tatsuya), ha optado por el trabajo de supervisor en dicha mina con tal de librarse de hacer el servicio militar.

Es decir, LA CONDICIÓN HUMANA es una monumental obra cinematográfica japonesa sobre un pacificista u objetor al militarismo de su propio país que lamentablemente se verá inmerso en todo lo que desprecia y tendrá que sobrevivir en medio de ello; pero además este hombre, Kaji, es un hombre honesto, justo y valiente, que se enfrentará a todo tipo de actitudes innobles cuando las ve, lo cual le conllevará auténticas complicaciones y efectos secundarios terribles entre sus propios conciudadanos, compañeros o gente de su misma cultura.

LA CONDICIÓN HUMANA es una obra inaudita para su época y país, que alcanzó poca notoriedad en el resto del mundo, salvo a partir hace unos años que ya han empezado a verse algunas versiones traducidas a idiomas occidentales; pero en verdad se trata de una excelente obra de arte, quizás de las mejores cien películas de la historia del cine, que aún no aparece en las listas de obras notorias y tampoco en las listas que hay sobre las mejores cien películas de la historia, algo que sólo se entiende en base al desconocimiento que existe, incluso entre los entendidos del cine, de este grandioso film de nueve horas, dividido en tres partes.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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22 de septiembre de 2008
51 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tatsuya Nakadai es Kaji. Y Kaji es uno de esos regalos que da de vez en cuando el cine donde podemos volcar todo nuestro afecto y respeto. Kaji está lleno de unos ideales que no casan nada con este mundo. Y menos casaban en un mundo con la II Guerra Mundial de por medio. Durante los 208 minutos Kaji recorre el camino del humanismo. Y a pesar de todos los inconvenientes, de todas las mentiras y decepciones, Kaji sigue recorriendo ese camino. ¿Irreal? Puede, pero Kobayashi consigue que nos lo creamos todo.

Sí, son una burrada de minutos, en blanco y negro y japonesa. ¡Casi nada! Pero es una historia llena de gran cine. De una calidad palpable desde su inicio, con una cámara que daña cuando lo pretende y emociona cuando quiere. Kobayashi nos brinda unos primero planos a ras de suelo que descolocan, una brillante realización y ambientación y unas actuaciones descomunales. Pero sobre todo nos ofrece un personaje que lo tiene todo para ser convertido en un icono y no se arruga al tirarlo a los leones: Nakadai está a la altura del reto impuesto.

Kobayashi comete a mi juicio un fallo habitual en este tipo de películas. Alarga en exceso la historia. Usa elipsis insuficientes (aunque algunas utilizadas son prodigiosas) y desdeña el uso de síntesis que hubiera mejorado la película. Su final es primoroso, y sabes que no resistirás mucho tiempo a seguir el camino de Kaji, que ahora, se vuelve más opaco, con menos posibilidades de seguir por esa senda del humanismo del que no pretende desviarse.

La historia pudo ser tildada de antipatriótica, pero lo que la gente no quiso ver, es que Kobayashi no hablaba de patrias ni banderas. Hablaba de hombres y mujeres con el mismo color de sangre circulando entre sus venas. Y si te das cuenta de ello, “La condición humana” es uno de los relatos más agudos y duros de este siglo.
Chagolate con churros
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29 de noviembre de 2007
41 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
En “la Condición Humana”, Kobayashi nos muestra otra vez la historia de una persona contra el mundo, contra un sistema, “la condición humana” es la historia de Kaji, un pacifista en medio de una guerra, de un semi-comunista en una sociedad fascista, es la historia, la dura historia de un hombre que ha de soportar su propio drama y el drama que le rodea, “La condición humana” es el ejemplo de lo que debe ser una película bélica triste, con la que sufrir, con la que llorar, al contrario que con “La lista de Schindler” “La vida es bella” o “Lazos de guerra”, sin buscar la lágrima fácil y al mismo tiempo disfrutar, y no porque el argumento nos de motivos para la alegría, todo lo contrario disfrutar de tener ante ti 10 horas del mejor cine que jamás podrás encontrar.

La trilogía está estudiada al milímetro, impresionante la puesta en escena que no escatima en detalles, la recreación de la colonia Japonesa de Manchuria es para quitarse el sombrero y a priori, el lastre que pueden suponer 10 horas de una película asiática y su fama de cine lento aunque parezca increíble son llevadas con fluidez, con sus consecuentes altibajos en el ritmo, que son suplantados sin ningún problema por el propio interés del espectador a causa de la gran intensidad del argumento.

Donde otros buscan mostrar, Kobayshi busca concienciar, donde otros giran en torno a una película en clave anti-militarista, Kobayashi te la pega en la cara en forma de primera persona, ni que decir que Tatsuya Nakadai como siempre está colosal, no por su gran actuación (que también) sino porque una obra colosal, hace colosal a un actor colosal y no porque la grandeza de “La condición humana” camufle sus posibles defectos de actuación, para nada, estos defectos no existen, se trata de una simbiosis perfecta solo comparable a la de Marlon Brandon en “El Padrino”.

La evolución a lo largo de la trilogía, tanto del protagonista como el resto del reparto es lógica e incluso esperada, los diálogos siempre durísimos, no tanto por el tema en si, sino por la manera de ser llevados a cabo, por un soldado aferrado a sus ideas y por la manera de defenderlas, es una cosa que a mi siempre me ha parecido digno de admiración.

Con referencia a la repercusión que tuvo, o ha tenido esta obra en occidente creo que es destacable que a pesar de ser prácticamente desconocida para el gran público, si sirvió de inspiración para otros directores y otras películas bélicas, (Sobretodo la segunda parte de “La Condición Humana”) siendo quizás la más representativa, “La Chaqueta Metálica”, (Desconozco si Kubrick vió esta trilogía, todo me hace pensar que si) que sin llegar a plagiar nada al espectador le da la sensación de estar viendo otra vez la parte de la instrucción, lo cual es un punto a favor que denota que nivel de película estamos visualizando.

Sigue en Spoiler por falta de espacio
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Arakiri
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6 de julio de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La impresionante y desgarradora odisea de Kaji a través del tan deslumbrante como podrido corazón humano recibió su señal de salida en este periplo entre lo monstruoso y lo sublime.
El 1943, Kaji, hombre humanitario y pacifista a quien asquea ser llamado a filas para combatir en la Segunda Guerra Mundial, presenta un proyecto sobre el trato justo y decente a los trabajadores que suelen probar el sabor del infierno, como los mineros de Manchuria. Territorio con importantes yacimientos minerales, está constantemente disputado entre China, Mongolia, la Unión Soviética y Japón, lo cual lo convierte casi en tierra de nadie, donde los odios raciales se exacerban.
Kaji (exento de su deber militar) y su esposa se desplazan a una mina de carbón de Manchuria dirigida por japoneses, con el fin de aplicar las medidas propuestas en el proyecto de Kaji. Pero los problemas llegan desde el principio. Kaji contempla con asco e impotencia la brutalidad de los capataces japoneses que maltratan a los obreros, la corrupción y la indiferencia de los superiores… Y para terminar de agravar las cosas, llega un convoy con 600 prisioneros chinos de guerra para ser explotados en las peores condiciones. El único que ve a los obreros, mineros contratados y prisioneros, como personas y que lucha por ofrecerles un mínimo de bienestar y de derechos civiles es Kaji, quien consigue arrastrar para su causa a su ayudante Okishima. Es una batalla titánica y bañada de bilis. Los crueles japoneses no desean cambiar sus métodos brutales. Los mineros desconfían y planifican fugas. Pero él sigue su empeño con gran coraje y sufriendo duros reveses, lo cual le cuesta su paz interior y lo conduce al borde de la depresión y el colapso.
La condición humana demuestra estar dominada por la bestia, y cuando surge alguien que intenta seguir otro camino, hacen todo lo posible por derribarlo, y nadie se fía. Bueno, siempre habrá algunos más lúcidos que sabrán apreciar el esfuerzo y que echarán una mano. Escasos, pero valiosos.
Y es que a menudo llevar una etiqueta es un crimen. La etiqueta de “japonés” o “chino”. Bastante para que nadie te mire como a un ser humano individual, sino como parte de una colectividad despreciable.
Kobayashi filmó una de las aventuras más memorables del cine a través de un simple hombre que pelea por cambiar el mundo.
Vivoleyendo
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26 de septiembre de 2010
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto decía Kurosawa del cine de Satyajit Ray, creador de la "Trilogía de Apu", otra de esas sagas imperecederas e imprescindibles. Me doy el placer de adaptarla para la saga de Kobayashi, que incomprensiblemente no aparece en ninguno de los listados populares que circulan de las mejores películas de la historia del cine, aunque esto tampoco es que haga falta.
Considero que esto es cine en su estado puro, la conjunción perfecta entre la forma y el fondo del mensaje, el uso de la cámara y la luz, la interpretación de Nakaai y de los secundarios, la ambientación...
Resulta además una película humana, un ejercicio de autocrítica social y anti belicista jamás visto con semejante expresividad y conmoción.
Pese a su largo metraje es una obra con la que puede lanzar sus gafas de pasta al suelo o contra la pared y encontrar una cómoda postura en su sofá o sillón particular pues a partir de darle al "play" de su reproductor no perderá usted atención en lo que le rodea, cuando acabe se encontrará un tanto anquilosado y perplejo por lo que acaba de acontecer. En caso contrario, no se preocupe, siempre tiene la opción de dedicarse a la repostería o la pretecnología.
pjready
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