Fortitude (Serie de TV)

Me puse con “Fortitude” animado por el laudatorio artículo que se le dedicaba en “Ideas”, suplemento dominical del otrora respetable “El País”. En él su autor, cuyo nombre no recuerdo —ni quiero— y que posiblemente redactara su panegírico tras haber visto sólo el episodio piloto, incidía con especial entusiasmo en la sofocante atmósfera helada —valga el oxímoron— y la morbosa sensación de insignificancia, de último reducto “civilizado” —el entrecomillado es mío— en mitad de la feroz, omnipotente naturaleza.
Rectifico: no debió de haber acabado el piloto siquiera. Porque lo que habría tenido que ser seña de identidad de la serie tarda apenas nada en dar paso a una multiplicación de subtramas en las que, además, los personajes toman decisiones que desafían cualquier lógica —formal e informal—. A mi juicio, tal proliferación de historias deriva de un mal amalgamado batiburrillo de géneros y de la incapacidad de sus responsables —“perpetradores” sería una denominación más apropiada— para decidirse por el terror, la intriga o el culebrón. El resultado, a veces y pocas, recuerda a una especie de “Twin Peaks” bajo cero y carente del embrujo surrealista de un genio —para bien y para mal— como David Lynch.
Además, la serie viene lastrada por una rémora argumental ciertamente grosera que, creo, ya ha advertido algún otro usuario de la página. Me explico: el pequeño enclave de “Fortitude” presenta una tasa de mortalidad más alta que la de Sudán del Sur sin que a casi nadie, no ya en Oslo, metrópoli de la criatura, sino en el propio pueblo, parezca llamarle especialmente la atención.
Todo ello en cuanto a la primera temporada, porque la segunda —y espero que última— se revela como un sinsentido cósmico por el que transitan posesos, chamanes, políticos corruptos y científicas locas sin un ápice del encanto de serie B que a semejante charanga de friquis cabría suponerle. Sólo se salvan del naufragio las esforzadas interpretaciones de un reparto que hace gala de una profesionalidad encomiable al no estallar en carcajadas ante buena parte de las situaciones en que se le obliga a verse envuelto. Que les paguen la extra de julio, se lo han ganado. Pobrecillos.

Sinceramente, decepciona al principio, pero aseguro que merece la pena visionar su primera temporada, en especial sus 4 últimos capítulos.
Con un solvente reparto internacional, y unos paisajes de ensueño, la serie nos sumerge en Fortitude, un pueblecito del Ártico donde empiezan a ocurrir sucesos extraños, asesinatos y comportamientos extravagantes que, la verdad, nos presentan de forma algo caótica y deslavazada, lo que hace que cueste seguirla, pera cuando la serie arranca lo hace a toda velocidad. Nadie es quien parece ser, y los asesinatos van yendo en aumento.
Si te desengañaste de la serie y quieres saber que pasó al final, te lo cuento en spoiler.

A la primera temporada le hubiera puesto un 7 si dudar, te sorprende tanto el argumento como el desarrollo de los capítulos. Los actores funcionan de maravilla y te quedas intrigado hasta el final. Después las temporadas, en lo que parece un proceso de alargar de donde no había, pierden bastante hasta que la última, por momentos, desvaría demasiado. Por eso en la nota global la dejo en 5.

Con todo y eso recomiendo ver al menos la primera, los paisajes de la serie son espectaculares y es otro de los motivos por el cual atrae esta serie.

Serie inglesa con varios guiños a las producidas por los escandinavos con serias reminiscencias estadounidenses. A la impecable factura de las series inglesas se le añaden los escenarios donde se encuentra la imaginaria ciudad de Fortitude, en una isla ártica, donde los impolutos paisajes helados señalan la inaccesibilidad, la vulnerabilidad, la soledad, el estoicismo que sufre una población escasa en un medio completamente hostil donde la mera supervivencia es un ejercicio de adaptabilidad de los humanos al medio en todo el planeta.

Belleza helada, naturaleza muerta, nevadas y temporales, extraordinarios y hostiles oso polares que se aventuran buscando alimento por los espacios ocupados por los humanos, retratan un marco inmejorable para una historia de misterio y quasi terror que se extiende por dos temporadas, y su epílogo de cuatro episodios que les ha costado más de un año escribir a sus guionistas.

Una primera temporada donde se investigan varios crímenes de difícil resolución, donde a los medios y fuerzas de seguridad autóctonos de Fortitude se tiene que unir un Inspector inglés (magistralmente interpretado por Stanley Tucci) para poder clarificar los enigmas, homicidios a los que se une un halo de misterio que se encuentra desde tiempo inmemorial bajo el Permafrost, algo intangible y desconocido que influirá mucho en la vida y muerte de los contados habitantes, y a los que se les une un moderno laboratorio biomédico que se ocupa de investigar precisamente el Permafrost, como los muchos que se dedican a investigar por parte de los países desarrollados y por múltiples organizaciones mundiales, en las regiones árticas y antárticas desde hace ya muchos años., y se me viene a la cabeza la película de Carpenter "La cosa, el enigma de otro mundo" en cuyas raíces bebe esta serie-

Además de a Stanley Tucci, el reparto internacional es de peso, y desde luego resaltar el gran papel de la española Verónica Echegui, a la que hay que sumar a la excelente Sofie Grabol "Forbrydelsen", Parminder Nagra "Er", y los conocidos Richard Dormer, hilo conductor y protagonista de la serie desde su cargo de Jefe de Policía, Michael Gambon "Harry Potter", Michelle Fairley "Juego de Tronos" o el conocido Dennis Quaid, entre otros muchos.

Interesante y adictiva, con una excepcional primera temporada y una más que sugerente segunda, donde cada capítulo es una sorpresa más, y donde se suceden escenas previsibles con otras totalmente oníricas e increíbles que ponen en duda un guión que a veces se antoja tan imprevisible como lo que vemos en escena por lo que da señales de improvisación absoluta, como la redacción de esos cuatro últimos capítulo que conforman el epílogo de la serie que han tardado más de un año en su gestación, señal de que el final no estaba cerrado y la serie se ha ido prolongando tras su exitosa primera temporada a impulsos de su aceptación popular y sus audiencias.

A pesar de sus inconcreciones y de sus muchas dudas, se merece un notable 7, aunque si lo hubieran dejado en la primera temporada con ciertos matices mi nota hubiera sido sobresaliente y hubiera ido a parar a mi rincón de favoritas.

Bien el paisaje (es inusitado), bien las interpretaciones (son profesionales), bien la técnica, y la dirección, y la, la, la....pero lo importante tiene que radicar en un argumento que puede ser lo que uno quiera, desde soso hasta espectacular. Y quien tenga que imaginar que es ciencia ficción pues, vale, que es ciencia ficción. Es normal, pero ¿quien es capaz de soportar una escena como esta?: una doctora hace operaciones en el interior del cuerpo de una señora en estado comatoso en una sala de operaciones de investigación o hospitalaria, sola, sin asistencia alguna; suena un timbre, como un teléfono, de manera reiterativa. La señora abandona la sala, transcurren unos segundos y aparece en la entrada del centro médico para decirle a un señor que quiere ver a la comatosa que no es buen momento. Así. Esto non es ciencia ficción, es una tomadura de pelo. No pierdan el tiempo intentando conocer como acabará, es absurdo.