Chandu el mago

El hechizo de oriente, el esoterismo y las fuerzas ocultas se respiran a orillas del Nilo mejor que en cualquier otro lugar.
La película, rodada con más imaginación que presupuesto y recursos materiales, conjuga el terror físico con el psicológico en una época en que la pantalla se encontraba ávida de emociones fuertes que convocaran sortilegios, encantamientos, intrigas y pasadizos secretos
Por eso, aunque la ingenuidad de los efectos especiales parece que desmerecen la obra, el espectador actual quiere un juicio acorde con aquel tiempo y en aquel contexto
Nos encontramos con una película compleja de concepto pero sencilla de ejecución que combina aventuras, fantasía, humor y romance, capaz de disparar la imaginación de un público que asistía atónito y sobrecogido a su proyección a comienzos de los años treinta.

Aunque su energía no decae, la obra naufraga entre lo risible y lo mediocre. Se esfuerza por todo y consigue muy poco.

Una historia de aventuras llena de exotismo y recargada con más predisposición del espectador del que pudiera esperarse.

Una curiosidad de terror místico que tiene como excusa al señor Lugosi.

Interesante pieza del cine anterior a que la censura dominara Hollywood. De esas películas para los que queremos verlo todo por su valor histórico. Interesante a nivel de efectos visuales y poco más. Actuaciones pobres salvo por el ligero brillo que suele aportar Lugosi y un guión mediocre que resuelve ciertas situaciones de manera poco verosímil. Lo peor con todo es el punto de humor metido con calzador que pivota entre lo ridículo y lo insoportable.

Uno de tantos films dónde Lugosi participaba, sin nada especialmente relevante. Pobre y voluntariosa, mediocre argumentalmente y en el plano de realización, apenas resalta de pura serie B; decorados para un roto y un descosido, escasa duración, mezcla de aventura, ligero humor, acción con pinzas y melodrama indigesto.. El tono de la película es de corte fantástico, con la lucha del bien y del mal, tópica y hartamente previsible, y el hipnotismo como arma letal (dejemoslo en el poder de una pistola de pega o un matasuegras). Flojas interpretaciones, sin carisma, salvo el descarrilado, posteriormente, Lugosi. Para los guionistas que la firman, el resultado es peor que discreto.