Lone Star

John Sayles es un cineasta cuya trayectoria podría ser calificada de irregular. Pero de lo que no cabe duda, y eso ya es un mérito, es que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, huyendo de las modas y tocando todos los géneros que le han apetecido en cada momento.

Para esta, quizás su película más redonda, el director aborda sin complejos, una suerte de western fronterizo, dotándolo de todos sus elementos clásicos. Pero lejos de conformarse con eso, Sayles estira el concepto del género sumergiéndonos en un poderoso drama coral, donde una rutinaria investigación policial sirve como excusa para mostrárnos los fantasmas del pasado que acosan a una aparentemente apacible población.

Uno de los grandes aciertos del film está en como se enfoca el desarrollo de la trama, con una historia pasada contada de boca en boca por los diversos personajes que componen el paisaje local y que permite contrastar sus versiones en función de sus secretos, temores e intereses ocultos.

Tambien se recurre al tradicional recurso del flashback, pero lejos de resultar reiterativo, facilón o demasiado discursivo, se usa de forma sabia, dosificándolo en cuentagotas,lo que ayuda a darle un aire más misterioso y mítico al pasado y que resulta especialmente útil a la hora de mostrar unos personajes que proyectan su sombra de forma casi omnisciente, obsesiva y amenazadora, como si con un sólo gesto pudieran volver y desenmascarar todos los trapos sucios que se esconden, y que constituyen el eje vertebrador de todos los miedos y medias verdades que forman los cimientos de la vida cotidiana.

Así, "Lone Star", se configura como una película que huele a clásico, que trata temas tan complejos como la (a)moralidad, el amor, el racismo y la soledad. Todo ello a través de un prisma arenoso, seco, crudo, sín contemplaciones, pero tambien abriendo una puerta a la redención y a la esperanza, para desembocar en uno de los finales más libres, rompedores y desacomplejados del cine de nuestros tiempos.


Lo mejor: Sabe conectar desde el primer momento sin necesidad de artificios.
Lo peor: Que pasara tan desapercibida.

Lone Star, serenamente narrada por John Sayles, está sin embargo llena de viveza e interés. Se incide en las relaciones interraciales en un lugar fronterizo de Texas en el que conviven varias culturas y razas no sin ciertos roces, pero se nos irá adentrando en un pasado aún más conflictivo y violento que ahora un sorprendente hallazgo vuelve a remover.

Es un guión muy rico, lleno de detalles y saltos en el tiempo, realizados éstos de forma muy original mediante el enlace de las situaciones actuales y las pasadas en un mismo plano, con un movimiento de cámara, y volviendo al presente utilizando la misma técnica.

Los actores más conocidos hacen excelentes papeles secundarios (Frances McDormand, Matthew McConaughey por una vez ajustado y contenido -gran alivio- y Kris Kristofferson), junto a un buen plantel de otros no menos brillantes, con un diálogo cargado de frases en español pese a que uno de los personajes repite sin cesar "In english, We are in the United States"...

Una compleja reconstrucción, muchos descubrimientos y algunas sorpresas, con el final más libre y carente de prejuicios que yo he visto en una película.

Apasionante relato que nos adentra en las relaciones humanas en la frontera entre México y EEUU dentro de una típica y árida ciudad de Texas.

Reparto coral en auténtico estado de gracia que dota al film de un vigor y una intriga que se apoyan en un brillante guión y en el buen hacer de Sayles, quien capta a la perfección, y de modo crudo y realista, las duras condiciones de vida de los inmigrantes ilegales y las corruptelas de los poderosos del lugar. Todo ello apoyado por el soberbio y milimétrico uso de los saltos temporales.

Parece que desde el principio todo queda resuelto y que la historia no nos va a ofrecer ningún giro inesperado, pero nada más lejos de la realidad.....atentos al desenlace.

En un pueblo perdido entre la frontera de Estados Unidos y México, en el condado de Río, dos militares se han topado en el campo de tiro de su base militar, casi sin quererlo, con un cadáver. Hueso puro, con anillo de masón y placa de sheriff. Es decir, hay nuevo trabajo para Sam, hijo de Buddy, uno de los mejores sheriffs de la historia del pueblo. Según se decía, era justo como ninguno. Pero su forma de llegar al puesto no fue muy nítida. Charlie Wade, el anterior sheriff, un tirano, desapareció en misteriosas circunstancias. Todo apunta a su cadáver.

Un crimen por resolver es el pretexto de John Sayles para introducirnos en un pueblo fronterizo. Un pueblo donde mexicanos y blancos se dan de la mano junto con los negros. Una historia de rencores, de dolor y amargura. De verdades a medias y de mentiras totales. Una historia de corrupción, de dinero ensangrentado y de segregación.

Sayles ataca de raíz en los conflictos familiares y personales de los habitantes del pueblo. Los retrata a la perfección. Con sus entresijos y saltos en el tiempo. El triángulo de los Payne. El de Sam y Bud. El de Pilar y Mercedes. Pero, como trasfondo, o complemento de ellos, nos mete de lleno en la lucha social, con unos cuantos personajes más que desarrollarán una lucha entre blancos y negros. Entre “espaldas mojadas” y blancos. Entre los propios blancos. Todo ello con el detontante de la corrupción tiránica en el poder de Charlie Wade. La sangre tenía que correr. Y la verdad que aparecer. Obra maestra.

Así da gusto ver cine. Pélícula que tiene todo de notable alto (intriga, drama, profundidad, buenas interpretaciones,...). No entiendo que pueda parecer aburrida comparada con las supuestas obras maestras de dos horas y media que nos torturan últimamente.
Indicar que en algunos momentos me recordó mucho a otra gran película que yo recomendaría, Mi Familia, con una saga de mejicanos espaldasmojadas emigrados a EEUU.