One Night in Bangkok

Hasta hace poco el cine Oriental emulaba, de alguna manera, el estilo Hollywoodense. En esta ocasión, veremos una película de origen americano, adaptada a la presuposición anterior, por lo tanto, estamos hablando de una “remasterización” de la imitación...
Dejando de lado eso, si es que se puede, el director intentará sumergir al espectador en la frialdad, indiferencia y templanza que, al menos se imagina en el cine, para un espía o asesino a sueldo.
El problema se presenta, en que el director intenta definir al personaje desde la obviedad y; a partir de allí; todo lo anterior carece de sentido.
“Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán todos nuestros defectos…” Jacinto Benavente.

"Dos errores no suman un acierto".

Pues una sorpresa, pero porque la comencé a ver sin saber nada de ella. Tan sólo la elegí por ser un thriller, género que me gusta mucho y por ser el protagonista un, parece, que recuperado Mark Dacascos, un actor que nunca me hizo tilín pero que ahora comienza a hacer cosas más relevantes que en el pasado (repito, "parece").
Y me sorprendo porque al cabo de unos minutos veo que es un remake, confeso o no, del film de Michael Mann "Collateral", donde los protagonistas eran Tom Cruise y Jamie Foxx.
Tengo que confesar que en ese momento dudé sobre seguir viéndola o no, pero proseguí porque hasta entonces me estaba gustando.
Y es que es un film bastante atípico por cuanto hay poca pero contundente acción y bastante diálogo entre los dos protagonistas, a veces algo más largo de lo que sería desear, como la del final de la cinta.
Pero tiene un tempo atractivo y unas situaciones creíbles, con "secundarios" pero ricos personajes como los del policía que le sigue la pista y su jefa, que es su esposa, que está de baja maternal cuidando el bebé que tienen pero que a través del pinganillo le va preguntando sobre las pesquisas del caso. Algo que no se suele ver en el cine y le imprime autenticidad y humanidad.
Por lo demás, "Una noche en Bangkok" puede que no trascienda, pero creo que es muy respetable y bastante más que digna.

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Un director tailandés, Wych Kaosayananda, nos ofrece un thriller nocturno, un policial invertido, donde una psicología particular emerge de las entrañas de la tradición asiática. El título sugiere, directamente, su nocturnidad. Casi como en una metáfora naturista de Hölrderlin, la vida parece terminar siempre en la noche. En este caso, la figura poética sugiere una continuidad, con una extrema sutileza que evoca al círculo de la existencia. Lo que parece ser una obsesión de Noé aquí se expresa delicadamente, pero adquiere un formato obsceno en el tiempo, en la grotesca presentación del tiempo. Lo que nos recuerda, espectantes, que la noche es larga y cruel, curiosamente inesperada, inmensa, solemne en su negrura sagrada, una incertidumbre extensiva. La antigua noche que cubría Egipto en sus jeroglíficos, aquí cubre la ciudad de Bangkok desde la ventana de un taxi. A través de la vista de un pasajero, la capital de Tailandia se nos exhibe esplendente. Sus luces y sus colores maravillosos contrastan perfectamente con el horror invisible. Todo aquello que sucede escapándose de nuestros ojos. La oscura vida. Las consecuencias lamentables. La ironía es excelsa. La relación en la cual toma forma destruye por completo toda planificación. Es una vil emergencia de las decisiones que tomamos en la vida. Y de Hölderlin pasamos, súbitamente, a Rimbaud, a su encuentro con la eternidad: el sol fundido con el mar. "He aquí el tiempo de los asesinos". El accidente, la red oscura, la ausencia, la empatía, la moral, el respeto... Estos elementos tácitos configuran el programa de la voluntad: la reivindicación del error.