Brick Lane

Estoy totalmente de acuerdo con la crítica de Vargtimmen. Es una película que vi con agrado y que muestra con sensibilidad y mesura el desarraigo y el aislamiento de una mujer bangladeshí emigrada a Londres a causa de un matrimonio de conveniencia con un hombre mucho mayor que ella. Casi todo el film está ambientado en 2001 y también muestra el contexto social posterior a los atentados del 11-S: la reacción islamófoba de los sectores más xenófobos de la sociedad británica y la radicalización identitaria de los jóvenes musulmanes del barrio-gueto en el que transcurre la historia.

La protagonista encuentra con dificultades el camino de su autoafirmación, más allá de su papel de mediadora entre su marido autoritario y sus hijas, que se sienten más británicas que de Bangladesh. El personaje del marido es un tanto atípico y paradójico, ya que se mueve entre el machismo tradicional y una cierta capacidad de adaptación a las circunstancias, además de ser presentado como un hombre culto y moderado.

Las principales objeciones que le encuentro a la película son dos: una narración demasiado convencional, con un tono poético (sobre todo en las reiterativas imágenes de evocación de la infancia) que roza el manierismo; y un final un tanto edulcorado y poco creíble.

Si uno se queda en el cartel de esta película puede hacer dos cosas, uno, no intentar ni verla, dos, entrar con toda la desconfianza del mundo. Dicho lo cual si se entra por otras referencias tal vez, como en mi caso, estemos alerta no sea que la tal Sarah Gavron, que debuta en el largometraje, sea otra directora de asuntos exóticos insoportable como Gurinder Chadha que se carga mis ganas de ir a la India con cada nueva película. Pues no. Aunque seguro que le caen chuzos críticos de punta por varios frentes. Pero lo que hay es una relativa sorpresa, una hermosa sobriedad, un tacto elegante para la imágen, para el guión que no puede evitarlo por completo pero sí renuncia a muchos caminos habituales en este tipo de películas. Gavron adapta la novela de Monica Ali y nos entretiene y nos mantiene atentos a unos giros que cuando menos no son previsibles. El casting es acertado, me gusta que gran parte de la película esté centrado dentro de ese bloque de apartamentos y en concreto dentro de la casa de Nazneen donde se suceden los conflictos. Hay una evidente pero hermosa referencia a "Breve encuentro" de David Lean. Hay espacios abiertos para experimentar sensaciones que van del amor al odio, no se cierra en banda como la insoportable (no puedo aguantarme otra vez, lo siento) de Chadha, no se queda en la superficie como el retrato de esas mujeres libanesas de "Caramel", un film sobrevalorado. Este retrato del exilio, de la distancia, de la búsqueda del amor de una mujer de Bangladesh en Londes es cuando menos, eso, interesante.

Una historia entre cartas: correspondencia que va y viene entre dos hermanas que, tristemente, tuvieron que separarse desde que eran muy niñas. Y así solo vemos a una de ellas recibir y escribir las noticias de sus vidas. En medio de ello, surge una pequeña aventura amorosa con un tipo nada destacado que, de vez en cuando, aparece como un lechero calenturiento.
Lo mejor de esta película es ver a Satish Kaushik, el padre de familia, el esposo de la protagonista, el hombre gordo que, aunque no sabe qué será de su vida, se las arregla para enfocar el día a día en la lectura de algún clásico y en el proyecto de algún trabajo. He visto a Satish y he visto uno de los mejores actores indios que hay en la actualidad. Y puedo recomendar la película solo para ver su impecable trabajo actoral: dulce, tierno, violento.

Interesante, bien actuada, decorosa. Lírica sin caer en la cursilería. Me parece un poco caricaturesco el retrato del Londres posterior al 11 de septiembre de 2001 pero le doy a la directora el beneficio de la duda pues quizás así lo hayan vivido algunos miembros de la comunidad bengalí.

No le leído la novela "Brick Lane". Supongo que, como suele ocurrir (aunque no necesariamente), la literatura supere al cine.

Es una producción decorosa y que me ha motivado a leer la novela.

Me gustaría empezar comentando la normalidad con la que deberíamos asumir el hecho inmigratorio que ha pasado a ser en pocas generaciones un fenómeno global que abarca países muy lejanos, con trayectos oceánicos pero siempre con un flujo invariable de país rico a país pobre. En los tiempos que corren la ultraderecha (y la no ultra) europea se escandaliza al encontrar en ciudades barrios en los que abunda la población inmigrante, especialmente la de origen musulmán.

"Brick Lane" recoge esa realidad que a tantos molesta, y sólo por ello merece mi respeto. En ese contexto además, se le suma los atentados del 11S, que juegan un papel importantísimo a la hora de perfilar la actitud de uno de los personajes, que pasa de ser una especie de repartidor de productos textiles calentorro a cabecilla del radicalismo islámico. Hay un momento clave de la película, de máxima intensidad, que ha hecho que de repente abriera los ojos cuando más aburrido estaba; se trata de esa reunión en la que nuestro protagonista alza la mano para explicarles que el islam está dentro de cada uno y que no entiende la confrontación en el país de acogida. Ese hombre gordo que hasta ese momento hasta podía caer mal de repente es el mejor de todos, es el que deberíamos considerar mejor, porque quiere irse de vuelta a su país de origen y evidentemente quiere llevarse a su familia...

¿Y ella?; suficiente hace con sobrevivir, ella es el pretexto para introducir una relación epistolar con su hermana que nos sirve para entender la vida de un inmigrante que siempre se encontrará a mitad de camino de la autoconfirmación. Sus hijas lo tienen claro, el padre, ya lo he dicho, también. El problema es ella.

Buen melodrama entonces, una lástima que la cámara, debido a ese estúpido recurso que nunca entenderé, no deja de moverse ni cuando los actores están sentados. Ese tembleque inaceptable del cine del siglo actual me mata...