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Restless

Romance. Drama Narra la historia de amor entre una joven enferma terminal (Mia Wasikowska) y un chico (Henry Hopper) al que le gusta asistir a funerales. A la pareja se le aparece el fantasma de un piloto kamikaze japonés (Ryo Kase) que murió en la II Guerra Mundial (1939-1945). (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
23 de diciembre de 2011
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces se ha visto un director norteamericano con tanta versatilidad para poder hacer cine experimental (“Gerry”), sumirse a los encantos académicos y que siempre le de resultado en forma de reconocimiento por nominación (“El indomable Will Hunting” o “Mi nombre es Harvey Milk”) y volver con “Restless” a hacer una comedia romántica indie mientras produce e incluso dirige el piloto de una de las series otoñales de mayor impacto para una televisión por cable: “Boss”. Solamente Steven Soderbergh parece trazar una línea parecida a la del director de “Elephant”, aunque ese afán por el star-system del director de “Sexo, mentiras y cintas de video” finalmente les haga ser opuestos tanto en forma como en fondo.

“Restless” es una película naif en su concepto más interior. Únicamente desde la inocencia de los personajes (y el amor) se puede impactar a las masas evitando así cualquier mecanismo de artificialidad y efectismo. La película queda explicada en la vida de ese insecto que se sacrifica para dar de ‘comer’ al resto. El escarabajo americano enterrador (Nicrophorus americanus), tal y como nos describe el personaje que interpreta Mia Wasikowska, nos indica que el verdadero sacrificio es dar la vida a (y por) los demás. También es uno de los pocos insectos que protegen a sus crías… Y aquí el amor se convierte en puente emocional para la salvación…

Tiene ciertas tendencias hacía un esquema mil veces visto por lo que sabemos que vamos a ver un clímax y anticlímax antes de su desenlace pero la película de Van Sant parece no esconder sus cartas. El destino de su protagonista no es un golpe de efecto y todo va destinado en la aceptación del mismo por parte de los enamorados y que ambos superen sus conflictos interiores. Me recuerda a una concepción estética que intenta rebuscar entre la nouvelle vague y el cine indie americano. Muchos han enfocado la ‘love story’ inicial en Tim Burton bajo la actriz común que han compartido ambos y cierta estética gótico-siniestra: no faltan fantasma y Halloween en el conjunto. Pero finalmente la historia se asimila en el rastro que dejan sus personajes en esa tiza (cinematográfica) que les da forma… apenas en su contenido.
Maldito Bastardo
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5 de diciembre de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente el mayor problema que tenga Restless es que el espectador debe aceptar que este es el juego de siempre pero con las reglas ligeramente cambiadas. La última película de Van Sant es un drama romántico con ciertas pinceladas de realismo mágico que en manos de cualquier otro podría haber acabado en un pasteloso telefilm incluso demasiado malo como para echarlo en la sobremesa de alguna televisión regional. Pero esto no ocurre en manos del director estadounidense, que aporta un alma inquieta y fibrilante a una historia que atrapa y hace pensar.

Restless cuenta la historia de dos bichos raros que viven en un mundo que no les comprende y que se enamoran fortuitamente. Anabella es una joven con un cáncer terminal que ha terminado aceptando y Enoch un huérfano al que le gusta asistir a funerales y que tiene una profunda relación de amistad con el fantasma de un joven kamikaze japonés. Los dos chicos se conocen en uno de los muchos funerales a los que va Enoch y pronto se establecerá una química fantástica entre ellos.

Aunque tiene ciertos tópicos, por otro lado, casi insalvables tratando el tema en cuestión, el guion huye del sentimentalismo barato y opta por un optimismo que dispara directamente a las entrañas sin necesidad de edulcorar. Hay frases que deberían ir directamente a los anales de la historia del cine como cuando Anabella habla de lo que significa su estancia en el mundo teniendo en cuenta el punto de vista geológico o algunos de los momentos sublimes que da el muchacho nipón. Pero lo mejor del film es que todo, aun siendo tan surrealista, resulta completamente natural y espontáneo, no solo en el transcurso de la trama sino en unos estupendos Mia Wasikowska y Henry Hooper que realiza un fascinante debut y que recuerda gratamente a su fallecido padre Dennis Hooper.

A tan fascinantes trabajos se le une un inteligentísimo uso de la fotografía, comenzando en fríos tonos azulados que poco a poco se convierten en unos preciosos tonos sepias, acompañando el cuento que supone este primer romance y que evocan en el espectador la nostalgia de la que fuera su primera historia amorosa. Por si fuera poco, Danny Elfman compone una banda sonora sutilmente hermosa que abraza al espectador sin necesidad de buscar protagonismo.

Un 9.
cinefilico
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10 de diciembre de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y puede que sea verdad. No hay que hacer nada para morir, puede llegar en cualquier momento, de repente, tras una larga agonía, plácida o violentamente, de mil y una manera, pero siempre llega, queramos o no, y por desgracia es lo único que nos hace iguales, ni leyes ni derechos. Ahora bien eso del amor, es otra cosa, queramos o no, puede llegar o no, confundirse o no, la muerte es inconfundible. Unos se suben al tren nada más dejar el anterior, no sé si esto es amor o miedo a la soledad, otros no pasan del andén, miedo a uno mismo, y en medio tantos tipos de viajeros como medios de desplazamiento, pero el viaje siempre es complicado.

Gus Van Sant, en su último trabajo, nos entrega una película de morbosidad entrañable, tierna y algo mágica si se quiere, pero en ningún caso lacrimógena, donde como ya he adelantado más arriba, hay 2 temas entrelazados, amor y muerte. A través de la muerte, 2 personajes se conocen, uno ha sido golpeado por la parca, y la otra tiene una cita con ella en unos 3 meses. En 3 meses se pueden hacer muchas cosas, desde enamorarse hasta aprender a tocar el xilófono. El chico, no acepta la tragedia, la chica, no le queda otra, y durante esa corta espera, se condensa un amor como cualquier otro. Él acude a funerales ajenos, quizá por no haber podido asistir al inesperado, mientras pasa el rato con un fantasma japonés y kamikaze de la segunda guerra mundial, y ella como naturalista o coleccionista de bichos raros, amante de Darwin, lee libros de ornitología, dibuja pájaros, esos pájaros que creen que cada noche van a morir, pero que al despuntar el sol, cantan de alegría por otro rayo de luz. Y en uno de estos funerales se conocerán, se enamorarán y se ayudarán. No faltan los toques de humor negro y algo retorcido, y se agradece, ya que no es una historia trágica al uso, sino complaciente con lo que nos espera.

Él es Henry Hopper, hijo de Dennis Hopper al cual está dedicada la película, y realiza una más que digna interpretación, y ella es Mia Wasikowska, la última Jane Eyre, nuevamente maravillosa, frágil y casi etérea.

Cierta crítica especializada ha tachado a Restless de cursi, espantosa, ridícula, yo no lo veo así, me ha parecido una buena película, casi un cuento con ribetes de irrealismo mágico, quizá por que uno está en uno de esos días en que necesita olvidarse de primas de riesgo, de vecinas del quinto, de apóstoles del pasado y que en cualquier momento, aunque sea en un funeral, puede saltar la chispa de la vida, y no me refiero a la coca cola, aunque como a esta, también acabe por írsele el gas.

Me hubiera gustado llevarte a las Galápagos
CODY JARRET
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22 de abril de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una historia sencilla, de esas que gusta ver, que a much@s hará llorar, y es lógico que así sea. A mi me pareció hermosa por la música que la acompaña.

Tiene un corto recorrido, pues no da para más, pero termina en el momento oportuno, cuando se nos había contado lo que el espectador necesita conocer, por lo cual no parece larga, ni tediosa, pese a la escasez de argumento.
Un 6
LEUGIM
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1 de diciembre de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mayores sorpresas que nos deparó la 64ª edición del Festival de Cine de Cannes la encontramos antes de que toda la maquinaria se pusiera en funcionamiento. Semanas antes de la inauguración oficial, los que nos decidimos a echarle un vistazo al programa de películas que iban a proyectarse, no pudimos ocultar nuestra sorpresa tras comprobar cuál iba a ser la película elegida para abrir la sección Un Certain Regard (la hermana pequeña de la Oficial a Competición, para entendernos). En efecto, se trataba de 'Restless (Sin descanso)', último trabajo hasta la fecha de Gus Van Sant, un autor que por pedigrí (al parecer, principalísimo requisito para hacerse un hueco en este tipo de citas), tal vez merecía un trato mejor, más allá de inaugurar la ''segunda división'' de la Croisette.

Al fin y al cabo, hablamos del cineasta que hace ocho años se llevó de este mismo escenario la prestigiosa Palma de Oro, máximo galardón otorgado en el Palais des Festivals. Premio que fue a parar a un título marca de la casa, que obviamente hacía del riesgo su principal argumento. Aunque se haya querido vender lo contrario, la controvertida pero interesantísima 'Elephant' para nada marcó un antes y un después en la carrera de Gus Van Sant, que hasta ahora ha seguido coqueteando con el cine experimental y el más convencional, decantándose ligeramente por la segunda vertiente. Nada nuevo bajo el sol de la Louisville que lo vio crecer, sin embargo, sí puede decirse que, desde entonces, puede percibirse cierto descenso en la media de edad de los protagonistas que pueblan sus filmes.

Como siempre, hay excepciones que confirman la regla, pero la tendencia es más que palpable, y 'Restless' no escapa en ella. En esta ocasión el realizador norteamericano se aleja ligeramente de los mocosos, pero se acerca a la adolescencia, la etapa vital convulsa por excelencia que, como se ha dicho, ha monopolizado sus últimas obras. En esta ocasión, el de Kentucky nos presenta a un joven llamado Enoch que, como si se hubiera inspirado en un célebre personaje de Chuck Palahniuk (viene a la cabeza obviamente el insomne protagonista de 'El club de la lucha', que para curar su enfermedad se nutría de la desgracia ajena), ocupa su tiempo asistiendo a funerales de gente a la que no conoció en vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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