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Ángeles sin brillo

Drama Roger Schumann (Robert Stack), un piloto que combatió en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sobrevive haciendo acrobacias con su avioneta en las ferias de los pueblos. Burke Devlin (Rock Hudson), un periodista local que se interesa por la familia de Schumann, es testigo de la decadencia del piloto, de la frustración de su mujer (Dorothy Malone) y también del sufrimiento de su hijo a causa de las bromas que mecánicos y pilotos hacen ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2007
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
El enorme talento de Douglas Sirk para sublimar materiales, a priori, cercanos al folletín nos dejó algunos de los mejores melodramas jamás filmados. Con “Ángeles sin brillo”,-la mejor adaptación cinematográfica de una obra de William Faulkner-, basada en su novela “Pylon”, Douglas Sirk contó, esta vez si, con un material de primera y nos dejó un soberbio melodrama, poco conocido y que reclama un lugar bajo el sol de las grandes obras maestras de la historia del cine.
Un piloto de aviación, héroe de la Primera Guerra Mundial malvive, junto con su familia, realizando arriesgadas acrobacias aéreas y participando en peligrosas carreras de aviones, de feria en feria, de ciudad en ciudad. La irrupción en sus vidas de un periodista cambiará el sentido de las mismas para siempre. Film desesperanzado como pocos, de un profundo pesimismo, Sirk nos sumerge de la mano del periodista Burke Devlin (Hudson) en el mundo de infinito dolor de unos seres atormentados, apenas sin presente y sin futuro, donde el grado de degradación moral al que es capaz de llegar Robert Shumann (Stack) será el detonante que hará estallar por los aires toda la amargura acumulada muy adentro del alma de esos seres humanos de carne y hueso, en permanente búsqueda de la redención y a los que Douglas Sirk comprende como nadie.
Vista hoy, 50 años después de su realización, “Ángeles sin brillo” emerge como uno de los más contundentes estudios sobre la condición humana, la imposibilidad de expresar nuestros sentimientos más íntimos y la infinita capacidad que podemos llegar a tener de hacer daño a las personas que más amamos. Solo al final recuperarán la autoestima y la dignidad perdidas, no sin antes pagar un alto precio en ese carnaval de la muerte en que se ha convertido el infierno de sus vidas, abriéndose la puerta a un futuro que Sirk nos muestra con un cierto atisbo para la esperanza.
Con un guión que es una autentica pieza de orfebrería y la sublime dirección de Sirk, “Angeles sin brillo” destaca por una extraordinaria utilización del formato scope, por la brillante partitura de Frank Skinner -el gran compositor de la Universal y colaborador habitual de Sirk-, pero sobre todo por la magistral dirección de actores de un Sirk que confía ciegamente en los protagonistas de otra de sus obras maestras, “Escrito sobre el viento”; con un Rock Hudson que nunca estuvo mejor en la pantalla, -¿quien dijo que era un mal actor?-, con ese monologo final donde nos ofrece lo mejor de si mismo, en una interpretación de gran calado dramático que nos corta la respiración; un Robert Stack torturado, perfecto, en un papel escrito para el y una Dorothy Malone de rostro doliente que solo con Douglas Sirk pudo demostrar su gran talento como actriz.
Una obra maestra absoluta a redescubrir y reivindicar para ver en imprescindible VOS.

Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 30 de marzo de 2007
Harry Lime
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6 de mayo de 2007
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama realizado por Douglas Sirk. Se basa en la novela "Pylon" (1935), de William Faulkner, adaptada libremente por Georg Zuckerman. Se rueda en San Diego (CA), entre XII/1956 y II/1957, con restricciones presupuestarias que imponen el B/N, pero mantienen el formato de cinemascope. Producida por Albert Zugsmith, se estrena el 6-I-1958 (NYC).

La acción tiene lugar en Nueva Orleans durante las fiestas del Carnaval, los días 8 y 9 de febrero de 1932, con un "flashback" en Portland (1923). De la mano del periodista local Burke Devlin (Rock Hudson) analiza la vida de dos veteranos de la IGM, el piloto Roger Shermann (Robert Stack) y su mecánico Jiggs (Jack Carson), que 14 años después del conflicto malviven realizando acrobacias y carreras aéreas en las fiestas y ferias de las ciudades del país. Les acompaña Laverne (Dorothy Malone), de 28 años, casada con Roger.

La película es la antepenúltima de Sirk, que en 1959 regresa a Europa. Es un film atípico dentro de su filmografía americana, pero está considerado como una de sus mejores obras. Describe con acierto y profundidad la angustia de unos personajes solitarios, marcados por el fracaso y la desesperanza. La acción traspira pesimismo, desilusión y fatalismo, que se presenta en el marco de una estética expresionista. La mayor parte de la acción se desarrolla en interiores, que dan cabida a ambientes oscuros y opresivos en los que se manifiesta la desolación de los personajes. Perfila con sutileza la frustración de los veteranos de guerra (uno de los temas preferidos de Sirk), recibidos como héroes y relegados luego a oficios marginales y de subsistencia. Trata con fervor el tema del fracaso prsonal, otra de sus constantes, que realza con referencias extraídas de la interacción de los personajes y del medio en el que viven, dominado por las secuelas de la Gran Depresión. Como es habitual, da a la mujer el protagonismo central (otra de sus constantes), lo que le permite tensar las situaciones de los personajes masculinos, movidos por el deseo, la seducción o el interés. Las tintas oscuras del relato se ven acompañadas por la simbología del Carnaval, las máscaras y los disfraces (destaca en primer término el del diablo). Las subraya con referencias al alcoholismo y con la presencia espléndida de cuadros expresionistas en las casas de Burke y Ord. El film recoge la octava y última colabración de Sirk y Rock Hudson.

La música, de Frank Skinner, se apoya en composiciones de orquesta plena ("Main Tittle", "End Tittle"), melodías románticas de cuerdas, de emociones intensas (violines agudos), dramáticas de percusión y bajos. Añade la música festiva del Carnaval, el pasacalles y los bailes de disfraces. La fotografía, de Irving Glassberg, crea imágenes excelentes de iluminación irreal, fuertes contrastes de luz, sombras expresionistas y encuadres oblicuos que provocan distorsiones aparentes de las figuras y rostros. La interpretación de Hudson es magnífica y son convincentes las de Malone y Stark.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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12 de mayo de 2008
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda Douglas Sirk fue un gran creador de melodramas que, tanto en blanco y negro como en color deposita gran parte de su dominio en la iluminación, la ambientación, cuya responsabilidad queda en manos de auténticos maestro.

Aquí dirige mejor que nunca a sus actores. Los cinco, incluido el niño, tienen su momento de lucimiento excepcional, resistiendo unos primeros planos majestuosos. Y lo mejor es cómo logran dar lo mejor de sí mismo en la contracara de sus habituales personajes de una pieza. Así Stack y Hudson, al primer le basta un encuentro "verdadero" con Malone, y a Hudson se le sirve en bandeja toda la película para hacia el final descollar con un monólogo de excepcional calidad en todos los aspectos. Y Malone, oh, Malone, desde los créditos despliega una belleza física deslumbrante que sólo un maestro como Sirk podía hacer deambular por las sinuosas neurosis de cuatro hombres y hacerlo creíble.

Sin embargo hoy en día la que fuera una obra maestra cae por su guión exageradamente teatral en el peor sentido, es decir, se escogió una estructura dramática hoy caduca, en la que los personajes llegan, dicen lo que piensan y se van, o lo dejan todo en el aire hasta que en la escena final llega alguien y lo explica. Torpeza narrativa que destroza la riqueza ambiental y de personajes. Tanto el personaje de Stack como el de Malone son explicados y/o resueltos por Hudson, echándose en falta el discurrir de las situaciones dramáticas, pues falta lo esencial: que veamos cómo son y cómo sienten estas humanas criaturas tan frustradas... a través de sus acciones, revelando contradicciones y sinsabores sin necesidad de explicaciones por muy bien escritas que estén.

La factura de la película y las interpretaciones, extraordinarias. Pero es distante, poco verosímil, artificial, demasiado "explicada", algo que en otras no le sucedió y que hoy pueden disfrutarse sin cortapisas, como Obsesión, Escrito sobre el viento e Imitación a la vida.
horacio
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30 de abril de 2009
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incursión del brillante Sirk en una historia de aviadores con triángulo amoroso de por medio. Todos se sienten culpables y llevan un gran pesar interior. Pesimismo e impotencia se dan la mano.
Ambientada en la gran depresión económica norteamericana. Podría calificarse como un drama moral. Es sobre todo una película de actores, relativamente modesta. Se centra en los conflictos emocionales a tres bandas que emanan de un hombre que adora, que necesita más a su profesión que a su propia familia.Una mujer, Laverne (Dorothy Malone), en el apogeo de su madurez es el centro de atención de nada menos que cuatro hombres, entre ellos el irresistible Rock Hudson.

La Malone aparece muy atractiva, cargada de sensualidad, realiza una actuación brillante, transmite su angustia y su complicada vida sentimental. Los actores secundarios también realizan un buen trabajo como soporte de las estrellas, incluyendo a Robert Stack y al bonachón Jack Carson, subordinado a éste y enamorado de Dorothy Malone.
A destacar, entre otros momentos, los encuentros entre Rock Hudson y Dorothy Malone.
Este film, en manos de otro director posiblemente hubiera resultado más plana, pero gracias al partido que sabe sacar Douglas Sirk se convierte en una gran película.
Muy notable, puede estar entre sus mejores películas, aunque esto es difícil de aseverar dado el impresionante currículum de obras maestras que posee ("Tiempo de amar, tiempo de morir", "Escrito sobre el viento", etc). De todos modos posee momentos muy destacados.

Muy recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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24 de mayo de 2015
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Ángeles sin brillo” es uno de los grandes melodramas de uno de los más grandes del género, adaptación de la novela ‘Pylon’ de William Faulkner es seguramente la película más oscura y desesperanzadora de toda la carrera de Douglas Sirk. El film cuenta una de esas historias de perdedores tan queridas por la literatura y el cine norteamericanos, de desterrados del sueño dorado, de inadaptados que no encuentran su lugar en el mundo. En esta ocasión Sirk abandona el universo de la gente rica, para instalarse en el de las clases bajas, el de los personajes que necesitan conseguir dinero para vivir, tenemos por un lado a Roger (Robert Stack), un veterano de la I Guerra Mundial que se siente frustrado en su regreso a la sociedad y que se va ganando la vida participando en peligrosas competiciones aéreas, lo acompaña su esposa LaVerne (Dorothy Malone), que ha de sufrir las constantes humillaciones de su marido y que es capaz de cualquier cosa para mantener unido a este grupo de nómadas completado por su hijo Jack y el mecánico Jiggs. Para completar el elenco tenemos al periodista Burke Devlin, alcohólico, solitario y tan desarraigado como ellos, y en el que posiblemente Faulkner volcara parte de su personalidad, se ofrece a ayudarles y a contar su historia en un artículo.

Una de las decisiones que debió resultar complicada de tomar fue la de rodar la película en blanco y negro ya que los rodajes de Sirk eran casi todos ya en color, pero la verdad es que resultó ser un acierto total. La película está rodado en blanco y negro en espectacular formato cinemascope y presenta algunos momentos en los que la fotografía y la ubicación de la cámara ayudan a conseguir en el espectador unas sensaciones dramáticamente muy poderosas, aquí se demuestra una vez más que el blanco y negro puede ser tremendamente expresivo cuando el director de fotografía realiza un buen trabajo.

Otro de los aspectos culminantes del film es la labor de los actores. Todos realizan unas interpretaciones extraordinarias, pero me gustaría destacar sobretodo la interpretación de Rock Hudson porque creo que es una de sus dos o tres mejores actuaciones a lo largo de toda su carrera. Beneficiado sin duda por un personaje que el guión consigue definir a la perfección, utiliza todos sus recursos para recoger ese personaje que tanto tiene que ofrecer y no desaprovecha la oportunidad y explota todo el potencial que le ofrece un guión que como he dicho antes es magnífico, portentoso el monólogo final en la redacción del periódico, al parecer inspirado en el poema de T.S.Eliot titulado “Death by Water”.

Una gran película sobre el fracaso, tan oscura, fatalista y claustrofóbica como el mejor cine negro y con una portentosa ambientación del carnaval de Nueva Orleans, utilizado de manera simbólica. Impactante y realmente emotiva.
Juan Marey
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