Los niños

Leon y Olvido, Anita, Mi hermano persigue dinosaurios, La familia que tú eliges, Te quiero Eugenio, Ghadi, La historia de Jan, Yo también, El octavo día, Monica and David, Any day now … el cine de estas últimas décadas ha dado un paso adelante y las personas con síndrome de Down han sido protagonistas de numerosos cortos, películas y documentales, algo que es de agradecer; es necesario conocer, visibilizar, poner encima de la mesa y debatir y afrontar temas y problemas que la sociedad ha ido escondiendo.
La trama del documental gira en torno a un aula-taller para personas con síndrome de Down que recibe diariamente a una docena de ellas desde hace 35 ó 40 años; y allí comienza la película, en la sección de dulces y pastelería. Alberdi nos sumerge en ese lugar en el que ellos y ellas nos cuentan sus inquietudes, sus necesidades, sus frustraciones y sus deseos, en especial la pareja de protagonistas, Ana y Ricardo: La necesidad de independencia, el deseo de casarse, sacudirse el paternalismo imperante, búsqueda de autonomía personal, etc.
El peso del documental lo lleva la pareja de protagonistas mencionada, Ana y Ricardo, dos personas que se quieren pero no pueden casarse, en España ellos podrían decidir pero en Chile lo hacen los familiares. Se manifiestan mutuamente un amor sincero con emociones a flor de piel y la directora maneja todo el tema con un tacto y una sensibilidad desbordantes; refleja muy bien la paradoja de los cambios que todos esperan para el futuro con la quietud e inmovilismo de sus vidas, todos los días haciendo prácticamente lo mismo durante decenas de años de manera rutinaria en ese taller de pasteles y golosinas que tan buen aspecto tienen.
La película no juzga, no entra en algunas ambigüedades, que las hay, no confronta “normalidad” (con comillas y contra mi voluntad) y síndromes de Down; Alberdi busca mostrar, visibilizar, desbordar al espectador con la humanidad de este grupo de personas y entre líneas denunciar a toda una sociedad por su cúmulo de prejuicios e ignorancias.
Y cómo no dedicar unas líneas a los elementos complementarios del film: Primeros planos portentosos, precisa iluminación, impecable fotografía, desinterés por las personas “normales” que casi siempre salen desenfocadas, caos buscado, magnífico montaje que dota de ritmo al documental y una música fascinante que enlaza de manera genial con los discursos de los protagonistas.
Una gran película, cine de calidad que nos plantea preguntas de difícil respuesta, nos hace ver que las personas con síndrome de Down no son todas iguales sino muy diferentes entre sí, una llamada de atención y una sacudida a todos nuestros planteamientos.

Los humanos vivimos acorde a la realidad que procesamos y filtramos, creando constructos mentales, estos son tan elaborados que se autojustifican y retroalimentan, impidiendo que nos pongamos en duda a nosotros mismos y a la realidad en la que vivimos o creemos vivir.

En este documental se puede ver ese proceso con total claridad, ya que la parte racional al verse limitada por la enfermedad en cuestión, impide que la mente se autojustifique y realimente a sí misma, o lo intenta y lo hace en ocasiones, pero se pueden ver claramente las bambalinas de la psique humana.

Comento algo de esto en la zona spoiler.


Muy interesante para entender a nuestra especie y su funcionamiento psicológico.