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El cartero siempre llama dos veces

Cine negro. Intriga. Drama En Estados Unidos, durante la Gran Depresión, un vagabundo llega a un restaurante situado en una carretera secundaria. El dueño le ofrece un trabajo, pero él lo rechaza. Sin embargo, cuando ve a la mujer del propietario, el forastero decide quedarse. (FILMAFFINITY)
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
10 de abril de 2008
50 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos películas en las que Jessica Lange sale especialmente guapa, una es “King Kong”, y otra es esta. Ya podría acabar mi crítica con este argumento, pero como decían los dibujos no se vayan todavía que aún hay más.

Ya he dicho que yo soy de los que considerando buena la versión antigua, me quedo con esta. Creo que hay más gente de la que parece que considera lo mismo. José Luis Garci es uno de ellos.

Es meritorio como es fiel al libro cuando hay que serlo –por ejemplo no altera la nacionalidad griega del dueño del establecimiento- y como es capaz de añadir un plus a la historia desde la inventiva ese gran guionista –aunque sólo mediano director- que es David Mamet, un lector voraz de toda la novela negra.

Fascinantes son también las imágenes del mejor fotógrafo sueco de la historia, Sven Nykvist, mano derecha de Ingmar Bergman en sus películas, que nos trae los mejores amarillentos rurales que recuerdo desde “Bonnie and Clyde”.

Incluso el director Bob Rafelson, del que recomiendo “Las montañas de la luna”, se muestra atrapado por el ritmo de la historia y no la fuerza en ningún momento, es un espectador más, y esa modestia, tan escasa en nuestros días es de agradecer.

Y es que los verdaderos protagonistas de esta película son Nicholson y Lange, que son y serán una de las parejas con más química que recuerdo.

Ese final, desgarrador, brutal y poético, todo al mismo tiempo es de chapó. Un ejemplo de que el cine de los ochenta no fue tan malo.
vircenguetorix
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24 de abril de 2011
39 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante análisis, hecho con afanes de objetividad, por un Bob Rafelson (NY, 1933) en plenitud de facultades. Compone una descripción brillante, intensa y compleja, de la relación entre dos personas desarraigadas, un vagabundo que huye sin rumbo de trapicheos varios y una mujer insatisfecha y frustrada que ha aceptado la propuesta de matrimonio de un infeliz para huir de la prostitución. Se conocen casualmente e inesperadamente, sin referencias previas y sin puntos en común, salvo la condición de desarraigo de ambos. Desde el primer momento se sienten atraídos a costa del deseo físico. La carnalidad de la relación, la explica el film con la ayuda de una expresión corporal que se apodera del centro de la primera parte del relato sin necesidad de mostrar imágenes situadas fuera de lo que se suele considerar apropiado. La fuerza que mueve a los amantes se dibuja con precisión y se describe con naturalidad y credibilidad.

El film no constituye ni una apología del amor físico, ni un homenaje a la relación carnal de dos personas. Es importante tener en cuenta este extremo para no caer luego en el error de ver moralinas donde no las hay. El discurso es sincero, transparente y está lleno de emociones valiosas que se desarrollan sin trampas y sin segundas intenciones. A Rafelson le interesa solo explicar unos hechos conmovedores, objetivamente interesantes, que por ellos mismos conducen el relato a niveles altos de intriga y dramatismo.

La intensidad de la relación se da asociada a una experiencia tumultuosa, llena de fricciones, obstáculos, inconvenientes y sorpresas, que incomodan a los protagonistas y dificultan que hallen en su relación el nivel de plenitud que anhelan. No es la mala conciencia de ambos ni la fatalidad lo que les impide la felicidad plena, sino la actitud de ambos de falta de entrega mutua, confianza y enamoramiento. La afinidad física no se ve complementada por una entrega sin reservas y sin límites, capaz de trasladar el amor físico a una dimensión que equilibre lo físico y lo espiritual.

La atmósfera que envuelve el relato suma dos componentes básicos: la inquietud que provoca el desarrollo de la acción y la ordinariez de los personajes, de los ambientes y de los escenarios en los que se mueven. Fijémonos por un momento en los personajes. Están dominados por la vulgaridad de su egoísmo, indolencia, infidelidad, escasa inteligencia, pasividad, traiciones y descuidos. La casa, el restaurante y la cocina se presentan desordenados, desaseados, sucios y descuidados. Abundan los escenarios húmeros, lluviosos, nocturnos, opresivos, marginales. La justicia se ve obstaculizada por la lucha de intereses económicos particulares. El marco temporal de la Gran Depresión, tomado de la novela original, aporta elementos relevantes de miseria, paro y desesperación.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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26 de noviembre de 2009
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película se puede permitir un ritmo increscendo, es mas a uno le deja buen sabor de boca, pero un decrescendo como el de esta hace que empieces viendo una obra maestra, pases a ver una buena película y acabes viendo una del montón de Manila.
El principio magistral, la breve presentación de los personajes y como decir mucho con simples gestos, este tio no es de fiar, ella tampoco, el marido no es muy listo que digamos.... y la tensión sexual explosiva que desarrollan (sin enseñar carne que es mas difícil) hacen de la primera media hora una gozada. Luego la cosa deviene en previsible, a ratos vulgar y finalmente moralista. Una pena.
mohinder
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9 de febrero de 2011
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
A esta película le pasa lo que al corredor de fondo que sale demasiado fuerte y poco a poco va perdiendo fuelle hasta que acaba por abandonar. Y, efectivamente, la película termina antes de que el cartero llame por segunda vez. El clásico de Tay Garnett nos mostraba la paradoja del asesino que es declarado inocente de su crimen para posteriormente ser condenado y ejecutado por otro que no ha cometido, cerrando de esta manera el círculo que le reserva el destino, de cuya fatalidad no podrá librarse, tal como nos adelanta el título de la película en su elocuente metáfora. El guión que propone Mamet es una mutilación de la historia original que convierte en irrelevante el último tercio de la película al impedir que se cierre el mencionado círculo, brindándole la ocasión a Bob Rafelson de endosarnos un desenlace anticipado al más puro estilo Nouvelle Vague que desvirtúa todo el trabajo realizado y deja en el espectador la sensación de que para este viaje no hacían falta tantas alforjas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Malperra
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12 de agosto de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que al verlas muchos después de su primer visionado ganan enteros, y otras que por el contrario han perdido parte de su atractivo inicial. Esta versión de Bob Rafelson pertenece en lo que a mi respecta a las segundas. Es decir, a esas cintas que te deslumbran al principio, pero que años después le empiezas a encontrar algunos fallos evidentes.
Tratare de explicarme, la primera vez que la vi me impresiono aquella tórrida historia de amor salvaje, prohibido y desenfrenado a cargo de dos animales de la escena como Jack Nicholson y Jessica Lange, que por aquel entonces estaban en la plenitud de sus carreras. Especialmente por mi condición de hombre mi atrajo la fuerza sensual y el potencial erótico que desprendía Jessica Lange.
No conocía las otras versiones de la obra que anteriormente hicieron Tay Garnett y Visconti, por lo cual la de Rafelson me pareció fantástica con esa sórdida historia entre dos seres dispuestos a todo, incluido el asesinato con tal de consumar un amor salvaje y apasionado.
Sin embargo esta última vez que la he visto he descubierto que algunas cosas han perdido su encanto inicial. Se me ha hecho larga, creo que tras un comienzo estupendo la historia pierde fuerza progresivamente. Se alarga innecesariamente, sobrándole incluso algunas escenas que parecen metidas con calzador. Sobre todo en el tema de el juicio hay determinadas tomas pretenciosas y faltas de claridad.
Lo que para nada ha envejecido es la gran actuación del tándem Lange-Nicholson. Soberbios irradiando fuerza en los gestos, las miradas, y los silencios. Sin olvidarnos por supuesto en las escenas cuerpo a cuerpo.
Concluyendo, creo que el cartero es una buena película, pero no una notable película, como en su día consideré. De todas formas recomiendo ver las tres versiones de la obra literaria todas tienen su atractivo. Palabra de Walter Neff.
Walter Neff
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