Dulce hogar... ¡a veces!

A mi juicio ésta es una película bastante decente, que sólo ha sido menospreciada por venir de la mano de Ron Howard. Pero si observamos lo que la película nos brinda, creo que hay mucho que se puede rescatar.
A primera vista puede parecer que las desventuras de una familia son materia trillada para que un film nos llame la atención, pero en Parenthood están habilmente relacionados los problemas, alegrías y tristezas que podemos ver en cualquier familia. Los divorcios, las decepciones que brindan los hijos, los embarazos premaritales, peleas de pareja, problemas de dinero, casi cualquier situación habitual de una familia moderna aparece aquí en algún momento.
La familia en cuestión, por otra parte, está dividida de forma de abarcar todo el abanico: desde el patriarca (soberbio Jason Robards, probablemente lo mejor del film), pasando por los hijos (Dianne Wiest se destaca tambien, Steve Martin cumple pero no puede con su genio y se extralimita), hasta sumar yernos, nietos, etc., etc...
Es interesante que la trama no se salga en ningún momento de su cauce; no hay grandes revelaciones o cambios oportunistas: los personajes simplemente lidian con sus problemas de principio a fin de la película.
Una película simple, sobre las cosas simples y profundas de la vida. Ampliamente recomendable.

Comedia coral con tintes dramáticos bastante bien orquestada, que muestra las vicisitudes vitales de la sociedad occidental actual. A destacar la excelente interpretación del siempre correcto Jason Robards y un Steve Martin correcto y comedido.

Los Buckman son la típica familia americana, de clase media alta y el sufrido progenitor Gil (Steve Martin) no quiere que su hijo Kevin (Jasen Fisher) sufra las consecuencias que ya tuvo que aguantar él de pequeño. Pero el niño tiene problemas en clase, lo quieren cambiar de escuela y no es el mejor jugando a las partidas de béisbol de domingo. Mientras el patriarca de los Buckman, Frank (Jason Robards) tiene que soportar la llegada del menor de sus hijos, el soltero Larry (Tom Hulce) que se ha presentado con un hijo de una relación esporádica en las Vegas y, encima, tiene deudas con el juego. Mientras tanto, la divorciada Helen Buckman (Dianne Wiest) tiene que soportar como su hija Julie (Martha Plimpton) se le presenta en casa recién casada con Tod (Keanu Reeves) un joven aficionado a las carreras automovilísitcas mientras el jovencito Garry (Joaquin Phoenix) no puede afrontar su adolescencia encerrándose en su habitación con candado y huyendo de los cuadros familiares que se provocan en casa tras la irrupción de Tod en casa.

Éste enredado árbol de parientes con problemas e hijos revolucionados no sepuede concluir como una tradicional comedia americana “para toda la familia”. Ron Howard (Apolo 13) se tomó en serio éste producto que no parece venderse como tal y no aparenta lo que es. Aunque con un metraje algo largo, el resultado podría haber estado mejor. Pero en retax¡zos vamos conciendo las obsesiones, ambiciones y proyectos de cada uno de sus componenetes que también incluye a unos padres (Rick Moranis y HarleyJane Kozak) que se jactan orgullosos ante los demás mostrando lo inteligente que es su hija memorizando como si fuera una atracción de circo.

El título en español de la película no le da justicia. Es una buena película y, con el tiempo, no parece envejecer mal. Si queréis desmadre y enredo con la tribu de los Brady o la jodida Familia Adams, aquí no los encontraréis.

Agradable cuando eres niño especialmente y para mí lo seguiría siendo ahora si se quitara algunas de las historias de la película como la de Rick Moranis que es de lejos la peor de la película. Se quita esa y se le da más importancia a la del hijo que está metido en las apuestas de Jason Robards (por supuesto, lo mejor de la película), ya que esa historia con más importancia habría sido bastante interesante.
La de Steve Martin tiene momentos interesantes y otros bochornosos (ya sabemos quien es el director de la película y lo conozco de sobra). La de Dianne Wiest se deja ver dentro de lo que cabe.

Ron Howard, con su típica blanda dirección, debería haber apostado más por la mala leche y menos por el azucar que acaba caracterizando siempre a sus películas y que hacen que bajen nivel a las cosas buenas que tiene porque este tipo siempre cuenta con temas interesantes que acaba desaprovechando. El contar esas historias, hace que unas queden desdibujadas y otras directamente sobren. Una verdadera lástima.

El reparto dentro de lo que cabe no está mal. El mejor, ya lo he dicho, es Jason Robards aunque Howard le debería haber dado muchos más minutos. El peor y más aburrido es Rick Moranis que lo intenta pero no lo consigue. Steve Martin, como siempre, en ocasiones te hace reir en otras te molesta y mucho. El resto del simpático reparto cumplen que no es poco.

Aún así dentro de lo que cabe se puede ver. Un fin de semana, en familía y con anuncios para descansar de vez en cuando. Pero es una de esas películas que se disfrutan más siendo algo más joven.

El marido (Rick Moranis) irrumpe dentro del aula, donde su esposa ejerce de profesora, y se ofrece a ella cantando una canción de amor ante la mirada atónita de los alumnos. El marido avanza entre pupitres hacia su mujer pasmada junto a la pizarra. Tanto él como ella conocen la canción, una canción cómplice que evoca bonitos recuerdos. Con esta declaración de amor (un poco ridícula) el marido quiere recuperar a su mujer en plena crisis matrimonial. Lo consigue y la escena termina con un pasional beso de reconciliación en mitad de la clase.

Semejante cursilada no me ha ocurrido en la vida ¿se sienten ustedes identificados con los problemas domésticos de la película?

"Dulce hogar a veces" respira un aire de impostura tramposamente moral. Pretende hacer creer al espectador que es una película valiente porque expone lo que ocurre tras la puerta de un hogar de clase media. Sin embargo todo resulta ser un edulcorado estereotipo. No hay en la película una sola frase que parezca verdadera. Los personajes se hacen muchas preguntas, parecen buscar profundidad pero en realidad tanto las preguntas como las respuestas son tópicos mil veces oídos. La vida es más compleja. "Dulce hogar a veces" no es en absoluto la realidad sino más bien lo que quisiéramos que fuera la realidad.

Yo también canté una canción a mi ex-novia bajo su balcón para recuperar su amor. Aprovechando la soledad de la noche canté a viva voz, entre la ilusión y el dolor, con la esperanza de que desde ese balcón del tercer piso llegara una señal. No ocurrió nada. Ni bueno ni malo. Solo la nada. Esa calle vacía sólo me devolvía silencio. Un silencio que yo había roto inútilmente. Me marché. Nada digno de una película. Esa es la vida.