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Café irlandés

Drama. Comedia Los miembros de una familia numerosa irlandesa reaccionan de forma distinta ante la noticia de que la hija mayor está embarazada, sobre todo, porque ni siquiera tiene novio; así que sus familiares están intrigados por saber quién es el padre de la criatura. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
5 de abril de 2007
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un argumento de una sencillez descomunal se ve beneficiado por un guión tremendamente eficaz, cuajado de buenos diálogos y con una descripción de personajes exquisita, por unas interpretaciones soberbias (Colm Meaney no me sorprende ya: demasiadas veces me ha encantado como para eso, pero la -para mí- desconocida Tina Kellegher simplemente lo borda), y un ramillete de secundarios excepcional (incluso vemos a Brendan Gleeson, protagonista de la maravillosa "El general" de Boorman) que la hacen ser una joya que dificílmente evitaría recomendar.
Eso si: abstenerse amantes de acción sin límites, amigos de los efectos especiales, y gentes necesitadas de truculentas batallas sanguinolentas para encontrar interés en una peli. Ésto va de cuestiones coherentes, sencillas y cotidianas, como suele ser habitual en el señor Frears, todo un maestro en la dirección de actores y en desarrollar historias mínimas dotándolas de un tremendo interés.
Kingo
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12 de diciembre de 2007
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia Curley es una familia formada por ocho miembros que vive en una pequeña casa de un barrio obrero de Irlanda. Se trata de un grupo peculiar, encabezado por un padre que se gana la vida como yesero y al que le gusta ir al pub por las noches a tomarse unas cervezas con sus amigos; la madre es Kay que se encarga de poner algo de orden en una vivienda caótica. Los seis hermanos, cada cual más especial: Craig, un soldado con aires de grandeza en la guerra, Sharon una dependienta que se emborracha con sus amigas mientras se ríen de cualquier situación, Lisa y Sonny, que se pelean a todas horas, Kimberley, y Darren, un chaval que sueña con ser el sucesor de su compatriota ciclista Stephen Roche. Su vida transcurre de modo tranquilo hasta que un día Sharon anuncia que está embarazada y, para colmo de males, se niega a decir quién es el padre. A partir de entonces, nada volverá a ser igual.
Café irlandés es otra de esas pequeñas películas rurales y encantadoras, llenas de modestia y buenas intenciones, que antes se dedicaba a dirigir Stephen Frears y que me suelen gustar muchísimo. Se detiene, en clave de comedia costumbrista, en cómo cada uno de sus miembros reaccionan ante la noticia del embarazo de Sharon. Evidentemente la hija no está casada, ni tiene novio formal, ni sabemos siquiera si de verdad está precupada por su nuevo estado o simplemente todo es tan agobiante que ha decidido no pensar. Claro, los padres están intrigadísimos por saber quién es el padre de la criatura ("¿un marinero español?, ¿cómo que de un marinero español?"). Además, los continuos rumores del vecindario generan tensiones en el clan Curley.
La película, que adapta una novela de Roddy Doyle, está llena de grandes aciertos que vienen dados sobre todo por un guión con mucha ironía, situaciones llenas de patetismo, mucho ambiente tabernario y unos personajes verosímiles, además de la interpretación de Colm Meaney (y su chaqueta anticonceptiva) en el papel del tosco, resignado y bebedor padre. Atención a la genial música, con la adaptación irlandesa de "I can't help falling in love with you".
Cálida, llena de suaves retazos de amargura, humor sutil y diálogos nada pausados, entrañable, divertida, familiar... Ese género tan anglosajón que es el cine social, con un Ken Loach como representante más famoso y catastrofista, también puede contarse con ironía, con humor socarrón, sin caer de lleno en el drama de la situación, tomándose la vida acompañada de una pinta de cerveza.
Una pequeña visión de un pequeño pueblo irlandés, repleto de litros de cerveza negra y de café con whisky irlandés. De una familia que, a pesar de tener miles de problemas (y no precisamente tonterías), lucha por adaptarse a la pequeña extraña Georgina y que, además, se quiere. Y ese amor, a pesar de la brusquedad en la que aparece envuelto, es el que les hace triunfar cada día.
Naran
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1 de octubre de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Primera estrella para Colm Meaney, porque está imponente en su papel. De verdad que me quedo corta si digo que es para quitarse el sombrero y hacerle una reverencia e incluso “la ola”. Y además del buen trabajo del actor –o como consecuencia de éste–, el personaje resulta adorable: ¡qué gran persona y qué gran padre!

- Segunda estrella por ese “temazo” que es la versión de “Can’t help falling in love” hecha por Lick the Tins y que abre y cierra la película.

- Tercera estrella porque cada vez que la veo (y ya van unas cuantas) me gusta más, y digo yo que semejante fenómeno sólo puede acontecer cuando la película es verdaderamente buena.

- Cuarta estrella porque es tierna, sincera, entrañable, humilde y carente de pretensiones.

- Quinta estrella porque no se hacen juicios de valor. Se narran los hechos de forma tal que no resulta difícil empatizar con todos y cada uno de los personajes. Así, no se demoniza a nadie por sus errores, incluso cuando, en algún caso, éstos podrían considerarse imperdonables. Y es que “Café Irlandés” es una cinta llena de humanidad.

- Sexta estrella por el genial retrato social. La película muestra la realidad de un barrio irlandés de clase trabajadora, donde el consumo habitual de alcohol es parte elemental de la cultura (tampoco es tan diferente de lo que sucede en España, a fin de cuentas), donde la gente curiosea y critica sobre los problemas de sus vecinos –poniéndose de relieve el eterno miedo al “qué dirán”–, donde sus integrantes toman partido en la vida de los demás, haciendo amigos y enemigos, apoyando o rechazando a sus congéneres.

- Séptima estrella porque, aunque lo relatado tiene más de drama que de otra cosa (de hecho, no me explico muy bien por qué se la califica en Filmaffinity de “comedia”; tal vez hubiese sido más apropiado matizar su calificación a partir del subgénero “comedia dramática”), no se dramatiza ni se juega deshonestamente con la sensibilidad del espectador.

- Octava estrella porque me encanta el sentido del humor del que hace gala la película.

- Y la novena, porque me están entrando ganas de tomarme una buena pinta de Guinness.

Por cierto, muy acertada la elección de “Papa don’t preach” de Madonna (por la letra, claro) en el momento karaoke de la protagonista.
Angie Banshee
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16 de abril de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena comedia, del director Irlandés Stephen Frears.

Argumento sencillo que poco a poco se irá liando. Una chica les dice a sus padres que esta embarazada. Los padres preocupados quieren saber a toda costa quién es el padre.
Les recomiendo esta comedia minoritaria que seguro les divertirá. Original, con grandes diálogos y situaciones.

Abstenerse aquellos que crean que van a ver la típica comedia. Es una buena película por su frescura, agilidad, dinamismo, por eso la recomiendo. Muy ocurrente, divertida, y descarada. Destaco sobre todo los papeles de la hija mayor y sus padres. Disfruten.
Lostbreak
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2 de octubre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La isla del trébol y el arpa, ambiente provinciano, mentalidad católica y temperamento irlandés. Pubs, Guinness y un puñado de usos sociales más bien trasnochados. En este maremagnum se desarrolla la historia de Sharon, una joven de 20 años, empleada de supermercado, que un buen día comunica a sus padres que está embarazada y que no puede revelar el nombre del que puso en ella su semillita. Cuando el secreto ya no puede mantenerse, la joven comienza a sufrir el desprecio y la burla de sus conciudadanos, incluso de sus propios familiares y amigos. Sólo el padre de la atribulada joven parece preocuparse por el bienestar de la primeriza. Aun después de que se desvele la identidad del inseminador local, toda una revelación.

La película tiene momentos divertidos, personajes simpáticos y cuenta una historia básicamente eficaz contada en tono más bien cómico, lo que es de agradecer durante buena parte del metraje. Pero ese tono benevolente acaba restando capacidad de reflexión en torno a una cuestión nada baladí: el escarnio público al que hipócritamente es sometido un individuo cuando se aparta de lo políticamente correcto. Frears empieza manejando muy bien la proporción entre los ingredientes: retrato costumbrista, crítica social, visión jocosa, drama individual… pero al final se decanta por lo blando y, al menos a mí, la cosa me deja un poco bluff. Le falta mala leche.
Shinboneniná
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