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Al otro lado del viento

Drama La historia de un legendario director llamado J.J. "Jake" Hannaford, que regresa a Hollywood desde los años de semi-exilio en Europa, con planes para completar el trabajo en su propia película, también titulada "Al otro lado del viento" y volver al estrellato... Último largometraje de Orson Welles, terminado en 2018 por un equipo de profesionales siguiendo las anotaciones del realizador. (FILMAFFINITY)
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2018
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al otro lado del viento es, efectivamente, un ejercicio de meta-cine. Quizá no sea el más depurado ejercicio de metacine, pero lo que si supone es la obra más íntima de su creador, el mítico Orson Welles. Ahora bien, Al otro lado del viento no es una película para ver en el mismo estado mental en el que se puede disfrutar el resto de la obra de su creador. En lo absoluto.

Es un meta-comentario del director sobre su propio desencanto con el medio. Es una película única no por su formato, (aunque para fines del año 1972 definitivamente habría sido una revolución), sino por el retrato tan íntimo que representa de Welles y la figura del director clásico de Hollywood. Es una película que únicamente pudo haber sido realizada por este hombre, y por ello supone tanto un éxito magistral que la eleva a la categoría de alto-arte, a la vez que la condena a la incomprensión.

¿Por qué esta dicotomía? Pues bien, es una película influída por todo el contexto vivido por Welles. Su paso por Europa luego de haberse establecido como el más importante director del Hollywood clásico y su contacto con la Nueva Ola. Es interesantísima su realización por esa cualidad "Godard", casi improvisacional. Es algo parecido a un hipotético neorrealismo norteamericano, pero enmarcado dentro de la realidad del stardom de Hollywood, particularmente el Hollywood al que Welles se enfrentó durante toda su carrera.

Es una sátira durísima, ocurrente, cómica, macabra y auto destructiva. Es la película más personal de Orson Welles y dentro de esa presunción del cine como arte, y del arte como expresión, representa la película más importante de su carrera. Pero, por ello, es su película más disfuncional. Es una obra maestra. No se la recomendaría a nadie.

¿Cómo definir Al otro lado del viento? Pues tendría que remitirme a la frase que el periódico The Guardian atribuyó al propio Welles durante una conversación con John Huston: "Es sobre un director bastardo, egocéntrico, que atrapa personas, las crea y las destruye; es sobre nosotros, John".
MagoCinéfilo
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4 de noviembre de 2018
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La visión de él mismo.

Nunca sabremos si es la película que Orson quería (probablemente no) pero, como un disco de rarezas de los Beatles o los álbumes con nuevas mezclas de Hendrix, notaremos, aunque eclipsada, una pequeña parte del estilo, la creatividad y la influencia del artista. Si esta movida de Netflix motiva a descubrir o redescubrir las películas de Welles, eso ya es motivo para celebrar, en estas épocas de formatos y estándares, de formulas y números, de efectos sin guion, de subestimar al publico, nos encontramos con la dirección y las actuaciones de este animal del cine.
Y aunque no sea la película que su director quería que viéramos, si nos permite (junto con su documental) acercarnos al hombre y al artista, al genio y al incomprendido, al único Orson Welles.
Passereau
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10 de noviembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio, no me enteraba de nada.
Solo declaraciones a cámara esgrimidas por reporteros implacables, tratando de capturar alguna verdad que habita en el artificio.
Llegué a pensar que esta era la broma final de Orson Welles, una que ha conseguido colar a distribuidores pudientes, sobre otra inacabada película-novela que escribió y rodó por placer.

Lo que ocurre es que 'Al Otro Lado del Viento' radiografía su autor en la misma medida que dibuja su argumento.
Jake Hannaford podría haber sido el mismo Welles, canoso y cansado, irónicamente divertido, desviando la atención de sus películas mientras torea a la prensa y busca algo que no le pueden dar sus bellos actores.
Esa chispa olvidada, una alquimia incierta, que es la razón por la que todos los aficionados se apiñan en su fiesta, y fue en su tiempo el fuego para avivar grandes empresas.

Periodistas, fotógrafos, actores y productores la siguen buscando, preguntan sobre ella, filman sin cesar deseando que se aparezca, y solo consiguen un río uniforme de rostros desencantados, murmurando frases levemente inconexas.
Todo lo contrario sucede en esa "obra maestra" que ocupa el tiempo de Hannaford: una mujer desnuda recorre tierras y espacios muertos, hermanándose a una naturaleza salvaje que la aleja continuamente del joven urbanita fascinado por su belleza, en una odisea eterna que desafía con sensualidad candente el rígido sistema de tabúes y convenciones al que nos hemos atado.
El desierto nunca parece más vívido que resplandeciendo en su piel cobriza, su mirada nos hipnotiza para seguirla hasta el fin de nuestro mundo, y la vejez o decadencia solo llena los destartalados edificios que atraviesa, nunca las juveniles almas que se encuentra.

Pero la película está inacabada, hay que rodar más. No tiene guión, no sabemos qué va a pasar. Jake Hannaford podría haberse embebido de formas femeninas más allá del decoro profesional.
Se la están cargando, golpe a golpe, esa dulce mentira que es verdad, todas esas pirañas que buscaban saciar su ansia por otro pedacito del afamado director.
Hannaford es consciente de que su persona se ha comido el hechizo de la pantalla iluminada en habitación oscura, e intenta ganar tiempo: la estrella caprichosa tiene la culpa, el productor vampiro no me deja en paz, cómo leches voy a trabajar con esta crítico chiflada esperándome... todo para desviar la atención de esa actriz protagonista, reservada en la fiesta, pero con un magnetismo incandescente en pantalla que parece capaz de reescribir el mundo a medida que lo descubre.
(Y viéndola a ella, constreñida en el blanco y negro, todo lo contrario de su cinematográfico moreno, me da por pensar la lástima de que ciertas personalidades solo se revelen a cámara)

Defender el fuerte de los estragos del tiempo, las opiniones ajenas y los cambios de mentalidad social se torna imposible, aunque Welles/Hannaford nunca dejaran de intentarlo.
Es entonces cuando entra en acción la capa metanarrativa de todo este experimento, y te das cuenta de la gran ironía que resulta volver a unas bases primigenias con vocación de documentalista en esa "Al Otro Lado del Viento", película dentro de la propia película, a su vez esta última formada por un amasijo de testimonios sobre su producción e incierta resolución, solo para que Netflix la haya re-empaquetado como buenamente ha podido, probablemente inseguros de su contenido, por lo que han elegido promocionarla como el último trabajo de un renombrado cadáver al que le divertiría mucho que ahora le quisieran escuchar.
El latido del cambio, aquel leviatán que Orson Welles enfrentó toda su vida, de artistas que no pueden vivir sin filmar, con estudios que se desviven por sus filmaciones aunque las quieren de mentira, ahí está, a la vista de todos, persiguiendo esta cinta más allá de su olvido.

Creo que he visto algo verdadero, tan empaquetado en una broma que a veces cuesta aclarar si merece la pena.
Ha sido como una caída a cámara lenta, que se antoja apocalíptica mientras sucedía, y al finalizar el silencio no resuelve la duda de si volverse a levantar.
Queda un cine vacío, una sensación de añoranza porque alcanzamos a sentir, como un miembro fantasma, que algo se ha perdido.

Por eso filman.
Por eso observamos.
Por si, algún día, allá en la pantalla nos dejan quedarnos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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19 de diciembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “The Other Side Of The Wind” (2018) de Orson Welles con John Huston, Robert Random, Peter Bogdanovich, Susan Strasberg, Oja Kodar, Joseph McBride, entre otros. Drama francés, a modo de documental sobre la proyección de la última película de un director exiliado, los incidentes con el equipo de producción, y las vicisitudes que tuvieron. La película trata sobre la producción cinematográfica; pero lo interesante es que esta fue la última película de Welles, que tuvo el tiempo de producción más largo de la historia del cine, nada menos que 48 años, pues Welles tuvo muchos problemas para realizarla, desde el financiamiento hasta otros proyectos prioritarios, y cuando murió, dejó el filme incompleto… pero con miles de anotaciones para que alguien, en el futuro, la pudiera montar y estrenar. Y a decir verdad, el filme es IMPRESIONANTE desde el punto de vista técnico, desde los movimientos de cámara, encuadres muy audaces, el uso del color es realmente HERMOSO, que combina con el B/N en las secuencias actuales, y cuando hace cambios… el contraste es asombroso, llegando casi a lo psicodélico, pues el filme en cuestión, es uno erótico, con mucho palmito mostrado, pero rodado de manera muy artística y bella. Creo sinceramente, que muchos de los GRANDES artistas y directores de cine, vieron los cortes de este film que hasta ahora se completó, para realizar sus propias obras maestras. Directores como David Lynch o artistas como Michael Jackson, hasta filmes como “The Matrix”… Todo está aquí en el canto de cisne de un visionario. Entonces, a pesar de la historia… el filme es OBRA MAESTRA de la técnica, porque aquí se constata que, decir obra maestra y Welles, es redundante.
RECOMENDADA.
PRONTO una nota en el blog de Lecturas Cinematográficas.
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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17 de enero de 2019
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No vale la pena gastar muchas palabras para definir esta película editada por Netflix con el inacabado sueño de Orson Welles de un gran film que desnudara a Hollywood. Lleno de estrellas interpretando a falsos personajes del mundo del cine, está editada de manera caótica, sin el menor sentido, que invita al sueño, además de unos diálogos que van en la misma dirección: nada tiene sentido, nada es rescatable, nada emociona, nada de nada en definitiva un desperdicio para mi de tiempo. Seguro que Netflix también perdió mucho dinero embarcándose en este proyecto que no va a ninguna parte, infame, sin alma que desvirtúa por completo lo que seguramente quería el finado Orson Welles.
Una pena que su legado haya terminado en esto. Sin duda, todo ese metraje que dormía el sueño de los justos, era mejor dejarlo ahí descansar en paz. Lo que esta compañía ha hecho es atroz por no decir que vergonzoso, solo con la intención de lucrarse con la memoria de uno de los directores más grandes de la historia del cine.

La verdad se merece como un 1 pero la dejo en 3 porque amo el cine por encima de todo y aún basura como ésta hay que verla para tener criterio.
habitantex
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