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El cabo del terror

Thriller. Drama Sam Bowden, un respetable abogado de una pequeña ciudad, ve cómo su tranquila vida se convierte en una pesadilla cuando Max Cady, un criminal que pasó ocho años en la cárcel por su culpa, no deja de acechar a su mujer y a su hija adolescente. La ayuda que le ofrece el jefe de la policía local resulta inútil, y él, legalmente, no puede hacer nada para alejar a Cady de su familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
2 de octubre de 2006
65 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película altamente recomendable para todos aquellos que no se conforman con las versiones modernas y los remakes de clásicos que hoy parecen semiolvidaos y sin embargo son mejor, como casi siempre, que la mera fotocopia. Y eso que hay que reconocer que la película se desinfla en la parte final, y lo que podía haber sido una de esas joyas del thriller con mayúsculas se queda en una muy buena película pero con un poco de sabor agridulce.
Y esto es curioso porque es precisamente J. Lee Thompson un director especialista en el cine de acción y sin embargo es donde más flojea esta cinta. La tensión y el buen cine se consigue en esta película mucho más en los diálogos y primera parte más psicológica que en el último tercio cuando llegan al cabo donde la cosa no termina de funcionar del todo, aunque tiene escenas magníficas como Mitchum hablando con Polly Bergen de gran carga sexual.

La versión de Scorsese es muy buena, claro que sí, incluso en muchos instantes mejor que esta, de eso no cabe duda pero es y será un remake y eso es ya partir con un punto en contra.
Scorsese se beneficia porque la historia precisamente obliga a que se muestre una gran tensión erótica y de crueldad y es más fácil de conseguir ahora que antes por la censura. Y eso que esta lo tiene, quien haya visto la versión integra podrá comprender que es una película atrevida para tratase del año 1962 en EEUU y realmente parece más de finales de la década o de los setenta ya que está muy por encima de lo que se ofrecía por aquel entonces. Y si no recuerden a Lori Martin en pantalón de deporte en la cubierta del yate.

Robert Mitchum es un grandísimo actor y hace uno de sus papeles de malo más recordado y en este punto tengo que decir que desde luego que “El cabo del terror” es muchísimo mejor que “La noche del cazador” donde coincido con mucha gente en que está muy sobreestimada sin verdaderas razones aparentes.

A Gregory Peck le falta expresividad para creernos su angustia de lo que está viviendo por lo que Nick Nolte le gana claramente en la comparativa. A pesar de ello el papel de abogado pijo le viene muy bien a su estilo. Telly Savalas como siempre muy convincente y con papeles a su medida, nada de experimentos raros.

La música de Bernard Herrmann simplemente chapeau,. Lástima que no suene más como hacen ahora las películas de adolescentes que no saben estar un plano sin música y eso que suelen ser temas horribles.

Pero lo mejor es sin lugar a dudas el guión, toda la historia que aún siendo simple demuestra por enésima vez que la buena literatura será y seguirá siendo el principal baluarte para que un guión de una película pueda ser cualificado. Leer la novela de John D. MacDonald.

La fotografía de Sam Leavitt, recuerdan a esas películas de cine político (conversación de Peck y Mitchum en el bar) en las que durante años trabajó con Preminger o Kramer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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22 de junio de 2009
41 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un estupendo film de suspense y terror psicológico pero que para mi gusto queda, como pocas veces ocurre, en desventaja con respecto al remake que se hizo años después. Yo les intercambiaría el título; ésta da más miedo, la historia de de Niro y Nolte da auténtico terror.

Yo sí soy de las que pienso que el remake era oportuno y que viene a aportar una visión distinta de la trama. Tampoco estoy de acuerdo en que el personaje de Peck resulte soso; más bien al contrario, lo encuentro de lo más contenido. No es el suyo un terror histérico sino que se trata de una sensación opresiva que a lo largo de toda la película se va desarrollando poco a poco hasta que toma la decisión final. Va in crescendo desde la mera preocupación del principio hasta el convencimiento total y absoluto de que no hay salida, que están acorralados y que sólo puede librarse de una manera.

De todas formas, lo que es indiscutible y creo que ahí todos coincidimos, es que Mitchum es el alma de la peli. Me recuerda muchísimo en este papel a aquel otro psicópata de "La noche del cazador", en el que transmitía con sólo sus miradas la sensación de frialdad, falta de empatía y escrúpulos y capacidad de destructiva. Pocos malos del cine han sabido reflejar todo eso mezclado con ese gesto sarcástico, como de burla, que Mitchum borda. Para mí es probablemente el actor más completo en ese registro. Y no es que Robert de Niro no esté estupendo en el remake, ni mucho menos. Para mí es uno de los mejores, pero... Mitchum es Mitchum.

Chapó a los dos.
Talía666
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24 de abril de 2006
37 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
De acuerdo en parte de lo dicho anteriormente: lo peor es el final; pero sólo desde que Cady llega al cabo en adelante, lo cual supone una mínima parte del metraje. El resto es magnífico: un inquietante thriller de terror psicológico que además juega con la sensación de impotencia del espectador.
Los actores están todos bien, destacando un Mitchum que, a pesar de meter tripa siempre que muestra desnudo el torso, está creíble en su papel. Este reparto me gustó más que el del remake de Scorsese, en el que el físico de Nolte casi pegaba más para interpretar al loco que al padre de familia y De Niro era una caricatura de Cady (y no lo digo por las parodias posteriores que han hecho los humoristas de turno, sino por una sobreactuación evidente y por un vestuario en ocasiones ridículo).

Pero lo que de verdad marca la diferencia es la MAGNÍFICA MÚSICA compuesta por Herrmann.
jastarloa
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27 de noviembre de 2014
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los refranes son sencillas pero sabias citas que emanan de la cultura y vivencias populares, a las que solemos recurrir como clara evidencia de una sabiduría ancestral y anónima pero que refleja situaciones recurrentes plenas de razón, para expresar un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza. Por ejemplo: “Otro vendrá que a mi bueno me hará”, es una cita que le viene que ni pintado al film en cuestión. Y es que tuvo que hacerse el remake por parte de Scorsese, en mi opinión, amanerado y apoyado en la desmesura, totalmente inferior al original, para que la crítica en general y los aficionados descubriéramos ésta pequeña joya. A veces una obra o un artista surgen a destiempo y han de guardar el momento oportuno para ser reevaluados en su justa medida.

Un sombrero “panamá”, una sonrisa irónica y grosera, unos andares chulescos, unos diálogos cínicos, las miradas libidinosas y un puro humeante, son los principales elementos con que J. Lee. Thomson consiguió convertir al desgarbado y lacónico Robert Mitchum en una amenaza latente para una apacible familia americana. El cineasta intentó con gran acierto, en mi opinión, aquella vieja teoría de Hitchcock: de que cuanto más conseguida estuviera la figura del malvado, tanto más conseguida estaría también la película. La excelente fotografía contrastada en blanco y negro del operador Sam Leavitt, una música inquietante del gran Bernard Hermann que subrayan el acoso y la tensión creciente, convierten al film en un thriller turbio y psicológico admirable.

La trama de “El cabo del terror” es doble, pues propone al mismo tiempo el tema de la venganza y el de la expiación, que en el film de Scorsese se reducen al segundo aspecto y a la dudosa moralidad del abogado Sam. Max Cady (un soberbio Robert Mitchum) sale de la cárcel tras ocho años de condena, donde el abogado Sam Bouden (Gregory Peck) – que es un hombre honesto a diferencia del film de Scorsese –, había testificado contra él, ya que había presenciado una brutal agresión a una mujer por parte de Cady. El ex-presidiario decide vengarse de quien considera culpable de su condena, merodeando por su casa, haciendo llamadas telefónicas y proyectando su presencia allí donde vaya el abogado con su familia. Max Cady es un individuo despiadado y abyecto, frio y calculador, ha estudiado Derecho durante su reclusión, conoce todos los recovecos de la ley, utilizándola en su provecho hasta que el acosado pierda los nervios y cometa un error...

El carácter garantista del Derecho es adecuado para regular las relaciones entre personas correctas, pero no para hacer frente a individuos de semejante ralea. Cady se aprovecha de esas garantías para cometer sus desmanes, siempre al borde de la ley. Es por lo que el comisario de policía (Martin Balsam) y amigo de Sam, no puede encarcelarlo ni alejarlo de la ciudad. El film vitupera el Derecho positivo y garantista con los sospechosos, sus formalidades lo lastran poniéndolo al servicio de los criminales, impidiendo que la justicia proteja a la sociedad. Qué duda cabe, que en el gran guión de James R. Webb, basándose en una novela de John D. MacDonald, “The executioners”, hay una vocación descriptiva de la sociedad de la época, que reflexiona sobre la ley y sus trampas, las deficiencias del sistema. La película dedica su primera parte a describir un mundo, sin una noción clara de la ley y la justicia, con ello, lo que parecía una tajante línea de separación entre el Bien y el Mal, clave del discurso de la película, se diluye. La segunda parte adquiere una atmósfera cercana al cine de terror. Pero por encima de todo hay un film de personajes, la fisicidad de un Robert Mitchum y un Gregory Peck, ambos en la cima de su popularidad.
Antonio Morales
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26 de mayo de 2008
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar a alabar los indudables méritos artísticos de esta cinta, quiero hacer hincapié en una cosa: nos hallamos ante una película muy adelantada a su tiempo. Hay que tener en cuenta que es este un filme de 1.962, producido por una gran compañía y protagonizado por dos actores en la cima de sus carreras. Pues bien, en una sociedad tan pacata como la americana, una historia que mezcla violencia, sexo, pederastia, venganza, machismo y malos tratos había que tener mucho valor para llevarla al cine, por mucho Kennedy que estuviera en la Casa Blanca (recordemos que seguía en vigor el código Hays, que, entre otras cosas, prohibía mostrar detalles de asesinatos brutales, la demostración de un comportamiento sexual “ilícito”, como el adulterio, o mostrar determinadas partes del cuerpo, entre ellas el ombligo).

Entrando ya en las virtudes meramente cinematográficas de la película, las interpretaciones de todo el elenco artístico son memorables, pero es Mitchum, con ese malvado Max Cady, tan atractivo como el predicador de “La noche del cazador”, quien se lleva el gato al agua.

Una gran película, en resumen, que hace innecesaria la versión que Scorsese realizaría muchos años después (no es que esté mal, pero, ¿qué añade? Mira, eso me recuerda a “Infiltrados”…).
Fali
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