La maniobra de Heimlich

Tampoco ofrecía muchas expectativas de entrada La maniobra de Heimlich, de Manolo Vázquez, pero lo que no esperaba era que el resultado final fuera a ser tan terriblemente desolador. ¿Y qué esperar de un film cuya idea de partida es la de realizar un falso documental ficcionado sobre el proceso de adaptación y rodaje de una novela a una incoherente obra audiovisual destinada a los circuitos de arte y ensayo? Hay que reconocerle a Vázquez la capacidad de su película por pretender reírse de sí misma en todo momento, imponiendo en el espectador la obligación de juzgar y de observar con distancia todo lo que acontece en pantalla. Por ahí bien, el problema radica en que lo que se nos cuenta carece por completo de interés, incluso del analítico.

Por ello, La maniobra de Heimlich supone un film que, enfocado de otro modo, a lo mejor hubiera podido derivar en un producto medianamente curioso, pero su manifiesta intención por significar una broma en sí misma anula las escasas posibilidades que hubiera poseído la idea original. O eso o que el marco de un festival, donde se llegan a visionar tantos films casi al unísono y se hace complicado no establecer comparaciones, repercuta en la percepción del film. Hay en La maniobra… escenas, momentos, apuntes que despiertan un poco del sopor, como el hecho de asistir a los trabajos de Jordi Vilches y, sobre todo, Marta Torné interpretándose o reinventándose a sí mismos, pero lejos de estos elementos aislados, La maniobra de Heimlich termina pesando por su estirada autocomplacencia.

La verdad es que me ha sorprendido lo mala que es esta película desde el principio hasta el final y por mucho que alguno de los actores, pueda en algún momento hacer algo interesante.... en general no vale nada.
No merece la pena perder el tiempo con ella.

Ironía, humor, reflexión e historia se mezclan sin demasiado orden, consiguiendo momentos interesantes aunque aislados y precisamente esos momentos son cuando ciertos artistas (reales) se incorporan en la narración a modo de entrevista, con lo que la parte de ficción es ninguneada.

Reconozco sus buenas intenciones en ofrecer algo diferente con lo del cine dentro del cine y también con el uso del metalenguaje, la película nunca acaba de funcionar. A media película todo es ya terriblemente aburrido y el espectador no sabe hacia donde se dirige. Por momentos rezuma un insoportable amateurismo que hace que el espectador desconecte de lo que está viendo. ¿Que es esto? ¿Una comedia? ¿Una película experimental? ¿Un docudrama? ¿Un melodrama? Puede que lo sea todo y no sea nada al mismo tiempo. Y estoy casi convencido que eso es lo que busca el director, ese desconcierto y el salir de lo corsés del cine convencional. Está claro que utiliza un genero para criticar ese estilo. Pero quizás esta película merecía una historia mejor para que el espectador no bostece a lo largo de todo su metraje.

Si lo que os gusta es el cine comercial, huid de esta película como la peste, no porque sea mala sino porque no es vuestra película. En cambio si sois de películas de arte y ensayo... huid también porque los experimentos con gaseosa no son la mejor gasolina para el alma.