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22 de julio

Thriller. Drama Narra el atentado terrorista más letal de la historia de Noruega y los sucesos posteriores. El 22 de julio de 2011, un ultraderechista radical detonó un coche bomba en Oslo y luego disparó a los adolescentes de un campamento de verano en la isla de Utøya. Murieron 77 personas. A través de los ojos de un superviviente, y en paralelo a su recuperación física y emocional, "22 de julio" retrata la trayectoria del país para lograr su ... [+]
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2018
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director británico Paul Greengrass regresa a un terreno que le viene muy bien; como en “Domingo sangriento” o “United 93”, con un relato basado en hechos reales que involucra el tema del terrorismo directamente. “22 de julio” narra lo ocurrido en Oslo durante 2011 cuando un ultraderechista ejecutó el ataque más grande de la historia de Noruega al detonar un auto bomba para luego disparar contra varios adolescentes que se encontraban en una isla cercana.

Los primeros 40 minutos de “22 de julio” son nervio puro, Greengrass en su mejor faceta y en lo que mejor sabe hacer, la recreación del ataque terrorista visto desde varios ángulos con un montaje paralelo sobresaliente y una crudeza para mostrar los hechos sin ningún tipo ataduras ni complejos. Una auténtica lección de cine por parte del británico que daba la sensación de que se podía venir algo muy grande.

Sin embargo, pasado el ataque y la tensión el resto de la historia da un bajón tremendo y muestra los grandes defectos de Greengrass como narrador y creador de melodrama. Si bien el personaje del terrorista sigue teniendo un importante peso en pantalla, la mayor cantidad de minutos lo ocupa la recuperación de una de las víctimas del atentado y cómo el junto a su familia van sobrellevando sus vidas tras el suceso. Esta parte no sólo flaquea y parece sustraída de algún mal telefilme, sino que además es bastante innecesaria y alargada, no se aporta nada a la trama paralela del terrorista y lo que es peor, el director se dedica a dar lecciones de superación que no tienen mayor cabida aquí, todo esto hace que el relato del atacante pierda tensión y fuerza, y si a eso agregamos que el guion también le da su espacio al Primer Ministro y al abogado defensor (los cuales quedan como meros personajes de paso cuando se pudo haber profundizado mucho más en ellos) tenemos como resultado un filme descompensado que conserva cierto interés sí, pero donde el melodrama barato sobra totalmente.

El elenco cumplen muy bien todos, pero por encima esta sin duda Anders Danielsen Lie como el terrorista, su frialdad, su descaro, su mirada, realmente parece que estamos enfrente de un psicópata radical.

“22 de julio” nos trae una de cal y otra de arena, por un lado 40 de los mejores minutos del año llenos de pura tensión, pero que termina concluyendo como un drama común y obvio durante la mayor parte de su duración, una verdadera pena porque con tal inicio Greengrass pudo haber entregado una salvajada, quizá con un mejor guion (o en el tono de su estilo de cine) lo pudo haber hecho.
ayala1788
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20 de octubre de 2018
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Paul Greengrass nos muestra, con mirada serena y reflexiva, la cara del horror. Los terribles asesinatos que el año 2011 cometió en Noruega un terrorista fascista : casi setenta muertos y más de doscientos heridos, todos ellos adolescentes. Los mató a sangre fría. Antes había hecho explotar una camioneta cerca de la oficina del primer ministro laborista, con otros ocho muertos. La maestría de Poppe está en ser capaz de filmar, con una gran dureza y realismo, el itinerario de la masacre. Sin piedad, con mirada precisa, sin vacilaciones. La destrucción sin paliativos. Pero por otro lado es capaz de huir del efectismo y del discurso moralizante.

El problema que pone de manifiesto es la radical ambigüedad del acto. Muchas son las preguntas : ¿ un acto político o ? ¿ es responsable subjetivamente de su acción un psicótico que es consciente de lo que hace ?, ¿ lo es penalmente ? ¿ donde acaban los derechos de los que no respetan los derechos de los otros ?

El filme tiene la habilidad de combinar tres miradas : la de la víctima, la del criminal y la del abogado defensor de un criminal ? La mirada del abogado nos permite la contención de la distancia, la capacidad de que la indignación no ciegue nuestra mirada. El abogado acepta por principios la defensa de quién niega brutalmente todos sus principios. Es la primera paradoja. La víctima es la mirada de la incomprensión hacia el absurdo que casi le destruye, la del odio justo a quién le ha causado tanto dolor y ha provocado tanta destrucción. La mirada del criminal es la del odio transformado en violencia fanática. No es violencia gratuita, ya que efectivamente, hay detrás de su acto una posición política. Es el terrorismo político : el del yihadismo, el de ETA, el del fascismo. El del que cree que un ideal justifica la matanza indiscriminada. Por supuesto que hay más, hay el goce narcisista de la pulsión de muerte.

Posiblemente el diagnóstico de esquizofrenia paranoide no sea acertado. En todo caso un psicótico, con el narcisismo y la certeza que implica, con el discurso delirante que implica sin que llegue a lo alucinatorio o a la pérdida del sentido de lo real. Pero con conciencia y responsabilidad de las consecuencias de sus actos.

Magnífica interpretación de Jonas Strand Gravili y de Anders Danielsen Lie, inquietante dúo de lo más humano y lo más deshumanizado que hay en nosotros.
luis roca jusmet
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10 de septiembre de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul Greengrass nos trae a la pantalla uno de los crímenes más atroces realizados por el ser humano contra sus semejantes, los cometidos el día 22 de julio de 2.011 en Noruega por un tal Breivik, un extremista anti-musulmán, que mató a ocho personas en Oslo con una bomba y luego disparó a otros 69, muchos de ellos adolescentes, en un campamento juvenil de verano en la isla de Utoya.

Antes de llevar a cabo los ataques, distribuyó un manifiesto de 1.500 páginas firmado por "Andrew Berwick", la versión inglesa de su nombre.

Breivik fue condenado por terrorismo y asesinato premeditado, con la sentencia máxima de 21 años de prisión, que puede prorrogarse indefinidamente.

Él nunca expresó arrepentimiento por haber cometido la peor masacre de Noruega en tiempos de paz.

Greengrass, un director que llevó a la pantalla al personaje de ficción Jason Bourne en varias de sus entregas, ha guionizado y dirigido varios filmes basados en hechos reales, como el "United 93" o "Domingo Sangriento", con lo que conoce perfectamente el terreno por el que se mueve en esta película.

Sin embargo, los primeros treinta minutos donde vemos cómo realizó los atentados mantiene un ritmo inquietante, tanto como lo que estamos viendo, pero una vez realizados los atentados, nos quedamos en un relato simple y sencillo sobre la salvación de una de las víctimas y el juicio posterior al que fue sometido, con las vicisitudes del mismo, lo que realmente parece más un documental descriptivo de hechos reales que una película.

Interesante, 6.
andeltor
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17 de octubre de 2018
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se inventa una trama. No se inventa un país. No se inventa nada. Todo lo que pasa ya lo saben ustedes; le falta guión y le falta originalidad ya que toda la peli es un spoiler. Su gracia está en la VERDAD. Eso es lo que pasa. Así son las cosas y así se las hemos contado. La peli a veces se hace lenta; incluso pesada.

Quizá es así la vida en Noruega, tierra de opulencia y de Tesla; tierra de orden y tierra fría. Líderes en suicidios; también es habitual que el cine y la literatura de esas latitudes reflejen asesinatos que nunca sucederán y estructuras policiales que por innecesarias no tienen. En la esfera más desarrollada de nuestro planeta (5 de esos 6 países están en los 10 primeros en IDH) nunca pasa nada; salvo una vez que sí, y en el más rico de todos ellos. EL miedo que muchos canalizan inventándose asesinatos horribles de inmigrantes y lo plasman literariamente; una vez sí que ocurrió; pero fue uno de los hijos del miedo a la tolerancia y a la diversidad. No lo nuevo ni lo extranjero.

Un homenaje a las víctimas contado con una sobriedad faraónica.

Una aburrida y madura descripción de un país desarrollado y sobrio.

Muchas gracias por este regalo.
senyorpachi
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15 de octubre de 2018
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber visto Utoya, sobre los mismos hechos del atentado terrorista, creo que 22 de julio no es una película lograda.
Le sobra metraje. Dedica la primera media hora a los atentados propiamente y el resto, que es mas de hora y media a los supervivientes y sobre todo al juicio.
Lo que sí consigue es dejar patente la filiación fascista del asesino.
floro
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