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El amante doble

Drama. Thriller. Romance Chloé es una joven frágil que se enamora de su psicoterapeuta, Paul. Unos meses más tarde, cuando se van a vivir juntos, ella descubre que su amante le ha ocultado una parte de su identidad, con la que Chloé se obsesionará. (FILMAFFINITY)
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
7 de septiembre de 2017
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película El Amante Doble está basada en la novela Vidas Gemelas de la escritora Joyce Carol Oates bajo el seudónimo Rosamond Smith. Su director François Ozon realiza un elegante cóctel de géneros donde combina la sátira, el melodrama y los tópicos del cine de terror con un culto exacerbado hacía David Cronenberg. En este film que participó en el pasado Festival de Cannes se podrán ver abundantes gatos y mucho sexo a lo largo del metraje. Estreno el 8 de septiembre.

Marine Vacth, que protagonizó Joven y Bonita en 2013 con el director François Ozon, interpreta en El Amante Doble a Chloe, una ex modelo de 25 años que sufre de inexplicables dolores estomacales. Tras una exploración ginecológica en la que no se encuentra ningún resultado esclarecedor al problema, la doctora aconseja a Chloe acudir a un psicólogo porque las causas pueden no ser físicas. De esta manera conocerá a Paul Meyer (Jérémie Renier). Después de unas sesiones, ella se sentirá mejor y entre ambos surgirá una atracción que se convertirá en relación. Los síntomas de dolor no vuelven a manifestarse y parece no haber nada que impida un futuro feliz para ella.

Nos encontramos al inicio de la película en el interior de un consultorio ginecológico, con un memorable primer plano de un examen vaginal donde la cámara actúa como si se tratara de un falo para fusionarse en el ojo lloroso de la protagonista. Una escena de lo más surrealista, la cual podría haber estado firmada por el mismísimo Luis Buñuel, llena de significado y simbolismo, y actuando en forma de clave para que el espectador se vaya haciendo una idea de lo que vendrá a continuación, un juego psico-erótico constante cargado de sexo y miradas.

Mientras Chloe en la terapia le ha contado toda su vida a Paul y se ha liberado de sus secretos, ella se da cuenta que apenas sabe nada de la vida de él. Cuando ambos se mudan a un nuevo piso, en la mudanza ella descubre una caja con contenido del pasado de Paul, allí aparece un pasaporte con un apellido diferente. Sin embargo, las explicaciones de Paul parecen razonables, pero cuando un día por casualidad, lo ve en la calle delante de un edifico en compañía de otra mujer, se da cuenta de que tiene más secretos por revelar. Al igual que Rosemary en La Semilla del Diablo (Roman Polanski, 1968) comienza a sospechar que su pareja le está ocultando algo y, a pesar de sus inseguridades, comienza a investigar su vida. A partir de ahora comienza la diversión.

Parece que con esta segunda colaboración entre Ozón y Marine Vacht el director ha encontrado a su musa. La actriz interpreta a una jovencita que se corta el pelo y se viste con prendas muy masculinas. Su aspecto y vulnerabilidad, su frágil belleza, además de por algunas escenas de sexo, recuerda mucho a Mia Farrow en La semilla del Diablo, de Polanski. A través de una narrativa basada en lo extraño y misterioso, François Ozon nos conduce entre la androginia y la feminidad.

En cuanto al protagonista masculino, Jérémie Renier, está fascinante, magistral y espectacular en su doble interpretación por un lado tierno, romántico, casi angelical y, a la inversa, maquivélico, perverso y turbio. Este versátil actor belga con una magnética presencia en la pantalla es un habitual en las películas de los hermanos Dardenne.

La idea de François Ozon sobre una identidad y un trastorno sexual que hace confundir a dos individuos físicamente idénticos y psicológicamente opuestos, con una mujer que sufre de una extraña deformidad orgánica nos hace recordar inevitablemente a Inseparables (David Cronenberg, 1988), donde dos ginecólogos (un doble papel de Jeremy Irons) abusan de su apariencia idéntica para arrastrar a una atormentada actriz a un juego subversivo de tentación y engaño. El Amante Doble es una orgía de influencias. Además de la inspiración en David Cronenberg que el propio Ozon reconoce podemos ver aspectos de Alfred Hitchcock, Brian De Palma, Roman Polanski, Paul Verhoeven, e inclusive del Pedro Almodovar de sus inicios.

François Ozon realiza El Amante Doble de una forma más salvaje que su maestro Cronenberg, con secuencias de sueños, alucinaciones y una doble vida que se mezclan constantemente. Se trata de un sólido thriller erótico con una buena dosis de intriga y una sofisticada puesta en escena aunque el tema del doble sujeto sea muy conocido y a menudo explotado en el cine. En El Amante Doble lo implícito se hace explícito sólo a través de imágenes que potencialmente pertenecen al registro de la fantasía. De este modo un personaje claramente identificado al principio de una manera determinada puede ofrecer a continuación un aspecto diferente y sospechoso.

Los conceptos y desarrollos psicológicos que guían El Amante Doble se originan principalmente en las teorías del neurólogo alemán Sigmund Freud. Cualquiera que esté familiarizado con la obra de Freud descubrirá muchos paralelismos con la película aunque también existe un pequeño espacio para la imaginación e inspiración. Este atrevido y retorcido thriller erótico es un estudio libre de la psicología humana, un tratado soñador sobre los deseos sexuales, los celos y la evidencia. Además, Ozon no oculta para nada su voyeurismo, es más, llega a alentar al espectador a convertirse en su cómplice.

Cinemagavia: https://cinemagavia.es/pelicula-critica-el-amante-doble/
Eduargil
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5 de septiembre de 2017
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No comienza mal. Quiere ser Hitchcock, De Palma, incluso un poquito Buñuel y, si somos generosos, Bergman. Pero si el arranque parece sugerente, el disparate de sus últimos 45 minutos destroza la capacidad honesta de hacer una película interesante, convirtiendo lo atractivo en un disparate. El director muestra un circo surrealista entre la realidad y la mente de su protagonista, perdiendo al espectador en un trabajo que no puede ser descifrado de ninguna manera. Y esto no puede ser.
enyel
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18 de junio de 2017
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
L'amant double es una película vulgar, desde su primer plano de un fórceps abriendo una vagina, y también mal ideada viendo su ridículo final. El thriller erótico como género suele tener un gran componente sujestivo acompañando la imagen para que pueda funcionar. Desde Doble cuerpo de De Palma a Elle de Verhoeven, el director ha de controlar al detalle la representación del deseo y del peligro para que incluso la historia más sórdida nos parezca verosímil.

Eso no ocurre en L'amant double, Ozon pierde el tiempo grabando obviedades como los reflejos en cada uno de los espejos que salen en escena, intentando crear una atmósfera fría en la línea de Inseparables sin éxito. Mención especial al sexo explícito que no logra excitar. Catastrófico, pues viene acompañado de personajes planos. El perfil de la protagonista es servido en bandeja al espectador en un interminable monólogo en los primeros diez minutos de metraje. El de los amantes no se desarrolla en ningún momento. Esto provoca que las escenas de dominación masculina caigan en violaciones gratuitas y en una protagonista incomprensiblemente permisiva. Lejos queda la revolucionaria complejidad del personaje de Huppert el año pasado,

Cuando parece que la película va a recuperar su cauce, el desastre. Un final sacado de la manga sin sentido alguno, ridículo, irrisorio y sin ninguna relación con todo lo anterior, que hace que uno cuestione las capacidades y motivaciones de Ozon. Incluso un mal director hubiera podido suavizar esa transición si tuviera un mínimo de respeto por su propia obra.

hommecinema.blogspot.fr
harryhausenn
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8 de octubre de 2017
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco tengo que objetar al rebuscado artificio de su punto de partida, o a los muchos trucos y tretas de su elegante desarrollo y puesta en escena, o a la habilidad mañosa y atildada de su desenlace. Cuando la doblez es la esencia, insolente, de la propuesta o se entra en el juego o se queda uno fuera… pero las trampas, simulaciones y argucias son la naturaleza misma del enredo y no se deberían de juzgar como tales, sino sólo evaluar si funcionan o no dentro del esquema planteado. Y a mí me funcionan aunque a veces se bordea lo inverosímil y aparatoso y se cargan las tintas en laberintos mentales y temáticos que hacen perder el contacto con la realidad… porque ese es su objetivo último.

Como en tantas cintas de François Ozon, el amaneramiento visual y la afectación narrativa es parte esencial del juego: se trata de desbordar lo convencional, lo previsible, lo canónico hasta pergeñar un mundo autónomo y paralelo donde se suspenden las leyes ordinarias de lo cotidiano, creando un universo onírico y ofuscado donde tienen cabida las más rocambolescas historias, entre el surrealismo y el delirio, en una fértil tierra de nadie donde todo es posible y nada es predecible. Buscar autenticidad sería un error porque ni lo pretende ni lo requiere, ya que desborda y anula cualquier afán por encontrar leyes y patrones que nos sirvan de asidero donde anclarnos para el periplo desaforado en montaña rusa que se despliega ante nosotros y nos arrastra y arrolla a poco que nos dejemos embaucar.

En apariencia adopta la máscara y la forma de un thriller psicológico donde nada es lo que parece ser y cualquier amaño y estratagema tiene su cobijo. Pero vista en su conjunto no cabe duda que está construida con férrea disciplina, brillante dosificación de las incógnitas y espléndido dominio de los recursos, no dejando cabos sueltos a poco atentos que estemos a todos los detalles y pormenores que jalonan la trama. Los datos manejados pudieran parecer engañosos, opacos o turbios, aunque se disfruta con delectación y asombro el paulatino esclarecimiento del embrollo, como si nos quitaran una venda de los ojos y se nos ajustara al fin la vista, pudiendo así abandonar la angustia y el desasosiego que nos ha acompañado durante casi todo el metraje.

La belleza, complicidad y compenetración del dúo protagonista resulta convincente y seductor y acrecientan el éxito del artilugio propuesto. Y siempre es un placer contar con la presencia de Jacqueline Bisset, por breve – aunque enjundioso – que sea su cometido. Imperfecta, ambigua y extravagante... pero muy disfrutable.
antonalva
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25 de octubre de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film es un fascinante drama, inspirado, con una producción sólida, rocambolesca, a la vez que brillante.

Dotada de un ritmo ágil, se sostiene por ella misma, tozuda, libre, pero sospechosamente artificial. Ese es su mayor inconveniente para convertirse en un thriller erótico que supere los márgenes de la corrección.
LEUGIM
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