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Madeleine

Drama Siglo XIX. Los Smith, una poderosa y rica familia de Glasgow, se trasladan a una nueva casa. Una de las hijas, Madeleine, es la niña de los ojos de su padre. Él desea que su hija se case con cierto caballero de notable posición, pero el corazón de Madeleine pertenece a un joven humilde... (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
28 de septiembre de 2006
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción de "The Rank Organisation", dirigida por David Lean. Se basa en hechos reales. Se rodó en b/n en los Pinewood Studios (Londres), con un presupuesto de serie B, acorde con las disponibilidades del cine británico de los primeros años de Posguerra. Producida por Stanley Haynes, se estrenó el 14-IX-1950.

La acción tiene lugar en Glasgow (Escocia) en 1856/57, a lo largo de varios meses, que culminan en un juicio de conmovió a la ciudad. Narra la historia de Madeleine Hamilton Smith (Ann Todd), joven, de unos 20 años, que se enamora de un modesto trabajador manual, Emil L'Angelier (Ivan Desny), mientras su padre, James Smith (Leslie Banks), proyecta su enlace con un personaje de la alta sociedad, William Minnoch (Norman Wooland). Madeleine recibe en secreto a Emil en su casa por las noches, hasta que ante las exigencias y amenazas de éste decide romper las relaciones. Emil insiste hasta que cae enfermo y muere. Las sospechas acusan a Madeleine.

La película desarrolla una historia melodramática que combina el amor apasionado por un joven inmigrante francés, ambicioso y oportunista, los deseos de Madeleine de rechazarlo, la imposibilidad de hacerlo antre la cerrada negativa del mismo y sus terribles amenazas y la búsquda por parte de ella de una salida a una situación insostenible. Se pone de manifiesto la dependencia y fragilidad de la mujer en la sociedad occidental de mediados del XIX, su condición de vícitma fácil de los prejuicios sociales y la exclusión social a la que se condena a la mujer de la que se sospecha que ha mantenido relaciones extramatrimoniales. Las penas que recaen sobre la mujer en casos como el descirto provienen de la sociedad y, a la vez, de la propia familia. Pese a las acusaciones de muchos y al abandono de todos, la protagonista se erige en mujer fuerte, capaz de defender su dignidad como persona y mujer.

La música, a cargo de la Royal Philharmonic Orchestra, suma melodías alegres y románticas con fragmentos dramáticos. Combina interpretaciones de conjunto con actuaciones individuales en francés acompañadas al piano. Es excelente el solo final de violín. La banda sonora incluye sonidos distorsionados y silbidos penetrantes, de aires trágicos. La fotografía crea composiciones ricas en luces y sombras, basadas en combinaciones de diversos focos, de distinta intensidad y de colocación irregular. Ofrece contraluces emocionantes, como el paseo crepuscular a caballo. Se fija en detalles de valor simbólico, tan gratos a Lean (mano del padre, bastón en el suelo, pasos de espera). El guión explica una historia de sentimientos intensos y contrapuestos y de referencias ocultas y misteriosas, nunca esclarecidas. La interpretación del elenco es correcta y equilibrada. La dirección hace gala de gran pulso narrativo y notable fluidez expositiva.

La película corresponde al cine británico de Posguerra, modesto en recursos económicos, pero rico en valores narrativos y expresivos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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27 de julio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca estrenada en las pantallas españolas, por lo tanto poco conocida, su tardío descubrimiento fue por la televisión y el DVD. El propio David Lean alimentó en parte esa cierta indiferencia hacia “Madeleine” al declarar que, se trataba de una película hecha para contentar a la que por entonces era su esposa, la actriz Ann Todd. Sin embargo, en mi opinión, este film, melodrama decimonónico muy bien ambientado, es uno de sus mejores trabajos, y que merece una consideración por lo menos igual a otros trabajos más conocidos del cineasta.

“Madeleine” es la enésima demostración de que, cuando se habla de cine – o de arte en general –, hay determinadas creencias que nunca deben tomarse como si fueran axiomas irrefutables, so pena de caer en un engorroso inmovilismo. Una de ellas es la socorrida, exagerada y repelente noción de la “película de encargo”, que tiende a usarse como arma arrojadiza para, según las ocasiones, despreciar los films realizados por directores meramente funcionales y sin personalidad que se pliegan a las “exigencias de los productores”, o para excusar las películas mediocres de cineastas más interesantes pero puntualmente sometidos al yugo de ese “tirano sin sensibilidad” conocido como “productor”. Generalizar siempre resulta contraproducente, y habría que ver caso por caso a lo largo de la historia del cine. Pero también han existido cineastas que supieron mantener la dignidad y el interés de su obra, con independencia de que fueran o no “de encargo”. Y productores inteligentes que supieron elegir al director adecuado, por considerarlo el más idóneo al proyecto en función de su estilo y personalidad.

Además, nada obligaba a Lean a realizar un film que no le interesara, estando en el mejor momento de su carrera. “Madeleine” tiene muchas cosas afines al ideario de David Lean. En primer lugar, Madeleine Smith encaja perfectamente con las heroínas del cineasta, retratos de mujeres encerradas en un contexto social y sexual represivo, que busca su liberación y realización personal por medio de una experiencia fuera de su órbita cotidiana, en su caso una aventura amorosa con alguien ajeno a su entorno (un extranjero) que la gratifica sexualmente y la sitúa al margen de las convenciones sociales que rigen su existencia (la obediencia a un padre autoritario, la aceptación de un matrimonio de conveniencia). En segundo lugar, “Madeleine” hace gala de una serie de recursos formales propios de Lean, mostrando su característica utilización dramática de la fotografía y el decorado y su empleo del comentario sonoro (música y sonidos) con vistas a añadir sugerencias y acotaciones que complementen el relato.

Basada en hechos reales acaecidos en el Glasgow de mediados del siglo XIX. El film tiene dos partes diferenciadas: una primera mitad mórbida y sensual, dominada por las pasiones más encendidas y los sentimientos más extremos (amor y odio, vida y muerte); y una segunda, en cambio, mucho más rígida y austera, en la que aquel torrente de emociones subjetivas es sometido a un frío proceso de de análisis objetivo – no sólo judicial sino, también social, moral y ético – que intenta racionalizarlas. En este sentido “Madeleine” es una excelente síntesis de ese discurso latente en todo el cine de Lean sobre la sensualidad y su represión. El cineasta y gran montador, nos recrea unos sucesos envueltos en una extraña historia romántica y una mujer que supo asumir sus errores.
Antonio Morales
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23 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madeleine Smith es hija de una de las familias más prestantes de Glasgow, Escocia. Estamos a mediados del siglo XIX y son aquellos tiempos en que los padres decidían por sus hijas con quien debían casarse. Pero Madeleine es un espíritu rebelde, y a escondidas, mantiene una apasionada relación con Emile L’Angelier, un francés sin mayores recursos, que se ve sometido a entrar a hurtadillas en la casa para verse con su enamorada en el cuarto de la doncella.
Madeleine tiene la certeza de que su padre rechazaría a Emile por su posición social, y más cuando su mayor deseo es verla casada con William Minooh, un joven de buena posición que resulta de su completo agrado. Pero Emile aspira a una relación por la puerta de adelante y entonces insistirá para que su chica lo presente con sus padres.

Este es el inicio de un drama pasional, en el que tendrán gran peso las diferencias de clase, el autoritarismo paterno, el ímpetu por la autodeterminación, los apresurados juicios de rechazo contra aquellos que lucen humildes o los apresurados afanes de condena contra aquellos que lucen privilegiados. Estas, y otras emociones que embargan a los seres humanos, y que hacen siempre tan compleja y lejana la posibilidad de vivir en hermandad, circularán por los recintos donde transcurre una imposible historia de amor que luego se transformará en tragedia, con la posibilidad de una justa… o injusta condena.

El director David Lean, nos trae de nuevo a su segunda esposa Ann Todd como protagonista, dándole la ocasión de representar a un vigoroso personaje que bebe de fuentes del pasado y que, de alguna manera, nos remite a “La heredera” (1949) la célebre película de William Wyler. Pero Lean demuestra autenticidad y una encomiable capacidad para contar los hechos con mucha altura, y su drama consigue mantenernos cautivos de principio a fin. En particular, la escena del juicio la encuentro muy bien resuelta, abreviando con una eficiente táctica de elipsis lo que pudieron ser unas largas declaraciones. El resto es una precisa composición de imágenes que dan cuenta exacta de la sombría atmósfera que sufren los personajes, y “MADELEINE” termina siendo un drama romántico que se desenvuelve con mucha altura, dejando ver a puerta abierta, las profundas dificultades que, por siglos, han padecido las mujeres para poder decidir sobre su propia vida.

Ante la pregunta de si Madeleine es culpable o inocente, mi respuesta no guarda duda: ¡Inocente!

Título para Latinoamérica: “EL PECADO DE MADELEINE”
Luis Guillermo Cardona
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19 de marzo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
59/14(16/03/20) Buen melodrama realizado por David Lean, basándose en una historia real sobre Madeleine Smith, joven mujer de Glasgow de familia acomodada que fue juzgada en 1857 por el asesinato de su amante, Emile L'Angelier. El juicio fue muy publicitado en los periódicos de la época y etiquetado como "el juicio del siglo". La adaptación de Lean de la historia protagonizó a su esposa, Ann Todd, con Ivan Desny como su amante francés. Lean hizo la película principalmente como un "regalo de bodas" (se casaron el 21 de mayo de 1949) para Todd, previamente había interpretado el papel en el escenario. Nunca estuvo satisfecho con la película y la citó como su largometraje menos favorito, diciendo, “Me acababa de casar con Ann Todd y ella me rogó que lo dirigiera. Fue una película miserable, una de las más difíciles que he hecho. Algo no encajaba. No sé qué.” A mí no me ha disgustado, supongo que el director podría estar con esta opinión influido que se divorció en 1957 de Ann Todd (la que entonces era su tercera esposa). Trabajo con el que Lean vuelve al victoriano SXIX de dos de sus pretéritos films dickensianos (“Great Expectations” de 1946, y “Oliver Twist” de 1948). Obra que recuerda en muchos aspectos a la Obra Maestra de William Wyler “La heredera” del año anterior, pero teniendo en su segunda mitad un giro al thriller y el misterio envuelto en la ambigüedad. Ello con narración ágil, realización exquisita jugando con los simbolismos visuales, y con unas actuaciones notables, con temática que se adentra en la lucha de clases, el arribismo, la hipocresía del puritanismo, suponía transgredir rígidos códigos morales, y sobre todo en la opresión de la mujer, donde un padre podía obligar a sus hijas con quien y no puede casarse. Pero quizás en su vertiente de drama judicial resulta bueno por separado, pero no me encaja con el tono de la película, metiéndonos un misterio que quiere dar complejidad pero me resulta tramposo.

Lean en la primera parte desarrolla un romance clasista, donde una joven de clase alta tiene un amor secreto con un advenedizo de clase baja. Esto choca con la rigidez del patriarca, anclado en el costumbrismo antiguo donde un hijo debe hacer sin rechistar lo que su progenitor desea. Y este desea se emparente con un joven de nivel similar a ellos. Esto choca con el romance secreto de ella, y con ello se producen momentos de tensión familiar, donde el pretendiente oficial (inteligentemente) no es un altivo snob, con lo que el dilema de la protagonista evoluciona con fluidez natural, donde la presión del amante secreto por ser reconocido ‘oficialmente’ es la espoleta para que ella abra los ojos y tome una drástica decisión, que a su vez desencadenará que el drama implosione.

Madeleine está atrapada entre varios hombres. Por un lado su clandestino amante francés con dos caras, su cariñoso y amable pretendiente inglés, y en medio su padre, que desea imponer su decadente y hetero-patriarcal voluntad. Con el galo Emile, Madeleine demuestra un amor puro, desinteresado, que intenta salvar barreras sociales. Supone para ella escapar al encorsetamiento del puritanismo victoriano. El ambicioso Emile por el contrario ve en Madeleine el ‘pasaporte’ a la clase alta, tanto que no cejará en su empeño. Madeleine queda atrapada en una sociedad represiva en sus estrictos códigos morales que la hacen sufrir por el modo en que los hombres quieren manipularla a su antojo, los prejuicios sociales la oprimen.

Lean demuestra ingenio dramático en muchos aspectos visuales que remarco más abajo cuando comento la fotografía, pero también destacaré otros aspectos visuales metafóricos, por ejemplo el tramo en que vemos a la familia Smith que se muda a una gran casa en Glasgow, Madeleine se dirige al sótano en busca del dormitorio, lugar extraño para dormir, pero nos damos cuenta del motivo por el que ella le gusta, es por la ventanita con rejas que da a la calle, y por la que luego le será fácil comunicarse con el exterior (con su amante secreto) sin que nadie se dé cuenta. Pero el sótano físico también refleja el lugar de los ‘bajos’ instintos, representa el descenso a lo prohibido, donde vivirá su amor oculto, mientras en la planta de arriba, con su familia vivirá una realidad paralela de las falsas apariencias.

Lean no resulta del todo bueno en la parte thriller, trampea al espectador, intenta deslizar ambigüedad moral de Madeleine, esto me resulta metido con calzador, como bien expone el abogado de ella en la corte no tiene sentido que ella pudiera matar a su amante (spoiler). Aunque Lean intenta dar complejidad y dudas para mí está muy claro el veredicto, por lo que esta vertiente flaquea, dejándome por el camino lagunas importantes (spoiler); Incluso cabe achacar que el tramo del tribunal, originalmente bien diseñado en su formato de flash-backs (incluso con transcripciones reales del juicio), pero esto cual pieza por separado de la cinta, pues orgánicamente despoja de intensidad y suspense la película. Linealmente habría sido más tenso y climático; Tampoco la elipsis que se produce para llegar al juicio me es bien llevada, te atropella; Lean no sabe trasladarnos el ambiente de que el juicio fue un acontecimiento epidérmico en la sociedad del momento, con lo que como las gentes de entonces la prejuzgaron y sentenciaron por vida licenciosa no nos llega.

Ann Todd con 41 años era mayor para el papel de Madeleine Smith, 20 más joven en momento del juicio. Aun así la actriz despliega encanto e ingenuidad en su disyuntiva creíble entre los dos hombres, teniendo que fingir ante sus padres. Me recuerda a Joan Fontaine, demuestra mundo interior, elegancia, teniendo química Ivan Desny. Posee la ambigüedad el rol requiere, expone el temor ante el peligro de las cartas. Fue Ann Todd quien sugirió el caso de Madeleine Smith a su esposo como para protagonizar la película. Había protagonizado la obra de Harold Purcell The Rest is Silence, una versión dramatizada del caso, en 1944...(sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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28 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la sociedad inglesa de mediados del siglo XIX intentar amores con alguien alejado de tu estatus, además de ser considerada una herejía, era un acto de alta traición familiar si eras la parte pudiente del romance. Pero, ¿quién puede parar los corceles desbocados de la pasión?

El morbo de las relaciones peligrosas siempre fue útil rodamiento de las lúbricas insinuaciones, de los bisbiseos malintencionados, de las severas miradas...También sirvió de irresistible atractivo por lo prohibido y espoleó la rebeldía y el afán de aventuras de incógnito final.
Madeleine fue víctima del deslumbramiento que la corta vida ocasiona a quienes llegan a creer, con envidiable inocencia, que bastan el pan y la cebolla para pasear felices por el Valle de las Lágrimas.
Luego, un día, las señoritas Smith de la "haute societè" se levantan y se encuentran solas, rodeadas de los escombros de un castillo de naipes, y reconsideran que su salvación está tras aquellas murallas almenadas que protegen los convencionalismos. Pero a veces es tarde para tomar ciertas determinaciones y las cosas se enredan, o las enredamos; el murmullo se hace ensordecedor, los dedos te señalan y el glamour suda gotitas de ajo.

El conspicuo David Lean aprovecha toda la tinta, saliva y divagaciones, que hicieron correr unos y otros,(no olvidemos que el film está basado en una historia real), para crear su versión y echar más leña en la embriagadora hoguera de las dudas y el misterio.
Sinhué
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