Las analfabetas

La película del director Moisés Sepúlveda fue la película de apertura del 28° Festival Internacional de Mar del Plata. Tras la función de prensa, el director dio su correspondiente conferencia, donde habló un poco de cómo surgió este proyecto, que está basado en una obra de teatro de Pablo Paredes y cuenta con que las mismas actrices que protagonizaron la obra (y probablemente de ahí provenga la buena química que despiden), habló también de la importancia de tocar un tema que se tenía muy olvidado en su país pero que de a poco se van alzando las voces, y algunas cosas más, mientras respondía amablemente a las preguntas de la prensa y público.

“¿Acaso no sabe leer?”, le preguntan de mala gana a su protagonista tras preguntar algo que un cartel a simple vista respondía. A poca gente le puede doler tanto esa expresión como a alguien que justamente no sabe leer y que tiene que vivir día a día escondiéndose o poniendo excusas para lograr disimular un analfabetismo del cual no se siente orgullosa. En la película, Ximena es una señora que vive sola y tiene el menor trato posible con la gente. Un día aparece en escena Jackeline, una joven a la que no reconoce, pues sólo conoció de niña, y es la hija de una antigua amiga suya que solía leerle las noticias del diario.

Ximena desde un comienzo no se siente cómoda con estar frente a una persona que sabe de su analfabetismo. Pero Jackeline es profesora y necesita enseñar, necesita demostrar que es la maestra que cree que es, y Ximena necesita descubrir algo de su pasado, una carta escrita por su padre que nunca pudo leer. ¿Qué deseo es más fuerte, el de aprender o el de enseñar? La película no sólo trata el tema del analfabetismo, desde lo difícil que es convivir con él hasta parte de la técnica que se utiliza para derrotarlo, sino también la problemática que tiene quien estudió para ser maestro, quien se esforzó varios años haciendo una carrera que hoy no da los frutos que una se esperaban.

Filmada en pocos días, la mayor parte del film en una sola locación, en la película casi no se pasean otros personajes que los de ellas dos, que interactúan a través de sarcasmos, algunos insultos, muchas miradas, el paso de un cigarrillo y hasta un beso. El director, que además es mago, logra incluso jugar con las ilusiones, las de su protagonista y así las nuestras, para llegar a un final ¿necesario?

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Una película, adaptación teatral, que cuando empiezas a verla promete: una analfabeta que vive sola, dedica mucho tiempo a sí misma, su supuesta fe (que en realidad es una costumbre para no estar todo el día en casa), sus plantas, su casa, su patio, y además le gusta que le lean. Precisamente por esa razón empieza una curiosa relación con una joven profesora, hija de una vecina, que en ausencia por enfermedad de su madre, se presta a las sesiones de lectura de actualidad y divulgación que son del gusto de la irascible analfabeta.

La película está correctamente ambientada en su simplicidad y naturalismo, reflejando bien lo cotidiano de la vida corriente, dentro de la casa y fuera de ella. Ambos personajes son creíbles, aunque a mi juicio falta más definición emocional en el personaje de la maestra, quizá porque es más difícil.

Aborda temas difíciles como los tabúes, las inseguridades o los remordimientos de forma inteligente, pero no los desarrolla en profundidad.