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El artista anónimo

Drama Olavi Launio (Heikki Nousiainen) es un veterano galerista obsesionado por un misterioso retrato, El anciano negociante de arte, en otros tiempos muy respetado, ha sido ahora olvidado por la corporativización de la industria. Separado además de su familia, Olavi espera que el cuadro, un icono infravalorado por el resto, haga volver su fortuna.
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
26 de marzo de 2023
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película especial es muy apropiada para traer a colación a Paloma Hernández García (nacida en Madrid 1977, licenciada en Bellas Artes por la especialidad de pintura en Universidad de Salamanca 1995-2000 y además conocida por su canal de YouTube «Fortunata y Jacinta» (un programa de análisis filosófico que aborda algunas de las problemáticas históricas que caracterizan el mundo presente).

¿Por qué? Primero, porque la película trata sobre una pintura que va a subastarse, el retrato de un hombre, de autor anónimo, que al contemplarla un anciano galerista observa con ojos que ven más allá que el común: la mano del célebre pintor ruso Ilya Repin (1844-1930), ¿quizás un «Kristus»? Y asimismo, Paloma Hernández es autora también de una pintura en la cual se puede admirar a Cristo pintado con la fuerza de lo teológico en vez de la muy inferior palabrería ateológica de los materialismos ateos (el Cristo de San Damián, de Paloma Hernández, puede verse en la iglesia conventual de los Capuchinos, calle Ramón y Cajal, Salamanca).

Y en segundo lugar, porque tanto el protagonista principal del filme como Paloma Hernández poseen el don, la gracia, el arte, de reconocer lo valioso, lo extraordinario, lo plus y trascendente en medio de la corrupción moral, cultural y artística que lo impregna casi todo hoy por hoy bajo el marchamo y amparo del sello «progre».

Conmovedora y y sobresaliente la dirección del director finlandés Klaus Härö, así como la actuación del veterano actor finlandés Heiki Nousiainen. Ambos nos enseñan con sus talentosas praxis, que las transacciones en el campo del llamado arte y la llamada cultura artística se han vuelto tan omnipresentemente corruptas que constituyen la norma habitual, aunque también en medio de todo eso siempre surge algún par de viejos ojos, con la visión profunda a lo Ramón Tamames, que han visto y saben muchísimo más que las legiones de pupilas embotadas en la cómoda necedad o cobardía de aplaudir y complacer a lo políticamente maligno y repugnante.

En definitiva, donde los mamonazos solo ven el irrelevante retrato de un hombre, otros pocos descubren y ven a «Kristus».

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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23 de octubre de 2020
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Olavi, un viejo solitario y marchante de arte, tiene una pequeña y modesta galería en una transcurrida calle de Finlandia. Todo a su alrededor ha cambiado, y tanto él como su tienda han pasado desapercibidas, así como lo hace una piedra en medio de una tormenta. Pero los aires de la modernización llegan a quebrar, poco a poco, monolitos ya muy añejos. Su hija Lea, una mujer que, como una hormiga, ha cargado a sus hombros mucho más peso del que podría, contacta con Olavi para que su nieto Otto, un completo desconocido para él, haga las prácticas curriculares en su negocio.

El papel que juega Otto en la vida de Olavi es crucial por varias razones. Por un lado, el viejo se resguarda del frío del cambio dentro del pequeño oasis que es su tienda, donde todo está pausado. En aquella insostenible armonía, el joven irrumpe hondeando la bandera de la generación millennial; ejemplificada en que un gran número de sus apariciones comportan una coca-cola, los cascos y el móvil. Por otro lado, reabre una herida que llevaba años intentando olvidar en vano: la dañada relación con su familia tras el divorcio y posterior muerte de su mujer.

El artista anónimo forma una espiral argumental, rizando y rizando el rizo, hasta llegar a un mundo etéreo en que recuperamos la más pura esencia de la novela mística en la que, como hacía Santa Teresa de Jesús, el protagonista desempaña su mirada y ve con perspectiva todo el tablero que supone la vida, sus prioridades y errores. Todo este proceso espiritual parte, como no podía ser de otra forma, de un cuadro anónimo en el que Olavi se fija. Lo que no sabe el señor Launio es que sí, esa obra salvará su vida, aunque no de la forma que piensa.

Como se ha dicho al principio, cada detalle hace que esta propuesta típica se revalorice como lo hace un garabato firmado por Monet. El momento en que Olavi espera ansioso a que bajen el Repin, es un ejemplo: un haz de luz entra por un pequeño orificio; un orificio ubicado en contra de la lógica y puesto a conciencia para que los rayos golpeen la grumosa tela y la cara del Cristo, ahora bañada en oro, y acabe mostrándose como una aparición divina.

También nos sirve la figura del tranvía, la cual está presente en toda la trama y constituye una analogía de la vida: pasa deprisa y al margen de él (por delante suyo y de su tienda y, sin embargo, al margen de él) y cuando retoma su relación familiar y empieza a quitar el polvo bajo el que estaba sepultada su vida, aparecen planos de él dentro de la cabina. Lo mismo hará su hija más tarde; y la cámara enfoca los paisajes que se ven desde las vías como si nosotros también estuviéramos subidos. Otro ejemplo, bastante visible, el cambio melódico después de que reciba la llamada del museo contándole a qué se debe la ausencia de firma. En ese mismo instante, es cuando el protagonista comienza su ascensión, y así lo demuestra la música sacra.

Técnicamente, el filme es un conjunto de cuadros más que de fotogramas, en los que la fotografía y la disposición de personajes y decorado es minuciosa. A parte, tiene un tempo muy marcado e irregular que, sin necesidad de grandes efectos ni estímulos, puede llegar a atraparte y ponerte en tensión. Por ejemplo, las primeras secuencias son lentas, con una luz amarillenta, y primeros planos de índole costumbrista; no obstante, la secuencia de la búsqueda del retrato se compone de planos cortos y rápidos, poco iluminados, y con el sonido del paso de las páginas creando tensión.

Para terminar, evidenciar que es una película que habla sobre arte, usando el mismo arte: Hacia el atardecer de Hugo Simberg es el resumen visual perfecto del relato. Hay mil cuadros y se escoge ese: pura narrativa visual. En general, no será ni mucho menos el mejor título del año, pero sí una buena excusa para despertar emociones y reflexionar. Para nosotros mismos.

www.contraste.info
Revista Contraste
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25 de mayo de 2019
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joya del cine nórdico, es este caso Finlandia que condensa en una hora y media, la realidad de la era digital, pero todo mezclado y texturado con gente que ya vivió toda una vida y otra gente nueva que asomó la cabeza al mundo en una época totalmente diferente y con otros valores. Muchas locaciones acogedoras, llena de cuadros de autores que no han trascendido tanto en la modernidad, pero que fueron iguales de buenos. Muchos libros de papel, catálogos de pinturas, investigaciones. Un joven adolescente que con su indolencia en un principio le pone a la obra el toque fresco y juvenil que se requiere para aflojar un poco tanta solemnidad, un descubrimiento, una investigación por tablet incluida, una hija que pasa factura a un padre que en algún momento no estuvo todo lo presente que se requería, una ilusión por haber descubierto una piedra preciosa a la que no se le habia dado trascendencia por estar cubierta de polvo, un malentendido, un cliente coleccionista desconfiado o más bien caprichoso y como resultante una de las mejores peliculas de cine sobre cuestiones familiares "reales" que vi en los últimos tiempos
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lassie
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21 de febrero de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profundamente equilibrada, se ofrece sin precipitación. La historia surge en apariencia decadente, y esto, lejos de ser negativo, le otorga ese lustre que con frecuencia acompaña a las obras clásicas de calidad.

Fluctúa entre la emoción, el egoísmo, la supervivencia, el enfrentamiento generacional... Posee tensión e intriga y aunque fría en gran medida, lo que la acompaña nos llega e invade como si de una obra de acción se tratase; acción que se encuentra en lo que no muestra, aunque pueda sentirse.

Continúo en spoiler, revelando algunos datos del argumento.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LEUGIM
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21 de febrero de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película, magníficamente interpretada, con un guion que se ofrece sólido, armónico... bien medido. Un lienzo es la base del argumento que se desarrolla prestando atención a esa tensión sostenida que pocas veces se da en este tipo de género.

Sus pilares son: la afectividad, el egoísmo, la ausencia de compromiso, la ambición, el gusto por el trabajo bien hecho. Debo admitir que me sorprendió, por su producción cuidada, incluso suntuaria.

Profundamente creíble la relación entre abuelo y nieto, la cual enraíza hasta que ambos (casi unos desconocidos) se descubren... Y es en ese instante cuando la realidad se hace presente.

Es sutil, desde una total ausencia de sentimentalismo inútil, sus valores se encuentran bien expuestos, carentes de afectación. Una pequeña joya que pasará por las plataformas streaming, totalmente desapercibida.
ALIENTO
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