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Otra ronda

Drama Cuatro profesores de instituto se embarcan en un experimento sociológico en el que cada uno de ellos deberá mantener la tasa de alcohol en su cuerpo al mismo nivel, durante su vida diaria, intentando demostrar de esa manera que pueden mejorar en todos los aspectos de su vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 146
Críticas ordenadas por utilidad
26 de septiembre de 2020
476 de 515 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve el placer de verla en el festival de San Sebastián, y antes de empezar con la crítica quiero agradecer a quienes han contribuido, ya sea como espectadores o trabajadores, a dar un empujón a una industria que está viéndose muy afectada por la pandemia actual, y animar a los cinéfilos a desplazarse, ver cine y disfrutar, pues así conseguiremos oportunidades para las personas del mundillo y, consecuentemente, una vida más plena para este sector que tanto queremos. Dicho esto, vamos allá:

Durante la vida de una persona consumidora de alcohol, independientemente de la frecuencia del consumo de este, es muy usual que juegue un papel determinante en la toma de decisiones y en las formas de actuar en momentos concretos. Uno es más propenso a decir lo que piensa, a centrarse en el acto sin pensar en la consecuencia; el introvertido pasa a ser extrovertido, el arisco reparte abrazos y te quieros, el vergonzoso se convierte en osado, y así.

En Druk se plantea el uso del alcohol con consciencia para provocar estos actos:
Cuatro profesores amargados con su vida se plantean, basándose en un estudio de dudosa credibilidad, tomar una pequeña dosis diaria para tener el cuerpo "a tono" y dar una versión mejor de sí, más motivada y acogedora para los demás, más feliz y productiva con el objetivo de encontrar algo de vida en sus días.

Las actuaciones de los cuatro son impecables, en especial en las escenas de embriaguez; ni son forzosas, ni sobreactuadas. Y eso que abarcan desde el mínimo síntoma de la primera copa hasta el descontrol provocado por el no-sé-cuántas-llevo. Mención especial a Mads Mikkelsen ("Hannibal"), un actor que generalmente hace de malo (bueno, porque tiene cara de malo)... Excepto aquí, donde el papel de padre y amigo bonachón le sienta de lujo. A los cuatro los vemos contentos, enfadados, borrachos y bailando (coreografías de las que se quedan en la memoria)... Y no flojean en ninguno de los estados.

La película tiene muy buen ritmo, ya que hace avanzar la historia sin entretenerse y con toques de humor que sacan varias sonrisas fáciles. El principal ejemplo se encuentra en la escena de la cena, donde se expone la loca idea que llevarán a cabo: Con conversaciones largas pero divertidas, arranca con felicidad y humor y avanza poco a poco hacia la decaída, esperada desde el inicio. Y es genial porque, sin tratar de sorprender, consigue mantener la expectación hasta el final -que pone los pelos de punta y comento en la zona spoiler- gracias a los altibajos constantes en el transcurso del metraje.

Es espectacular cómo consigue, en sus dos horas de duración, hacernos empatizar con los cuatro profesores. Con todos. Conocemos sus debilidades y sus fortalezas dentro y fuera del trabajo, y eso permite a "Druk" ser más profunda de lo que aparenta. Temas tan delicados como la soledad, la desmotivación o el hecho de hacer lo que apetezca hacer, dejando atrás las responsabilidades y lo que es políticamente correcto, son tratados con muchísima elegancia y realidad.

Y es tan fácil sentirse identificado que asusta. La gran mayoría nos hemos pasado alguna vez y hemos hecho cosas que no deberíamos haber hecho por la influencia del licor. La presión social, la normalización del consumo de una droga diferenciada de las demás por ser legal es un problema que requiere mucha concienciación, y muchas veces no la tenemos. Pero no es una película para eso: "Que se encargue otro, de educar", debió pensar el director Thomas Vinterberg, así que hizo una película sobre la vida y la amistad muy bien escrita. Mejor no perderlo de vista.

Antes de comentar el ya mencionado final voy a remarcar el buen trabajo de la dirección de arte. La construcción de los planos y escenarios es bonita y el movimiento de cámara es crucial; dominante en el desenfoque y el plano en movimiento. La música, además, tiene personalidad y el tema principal ("What a life") nos traerá el recuerdo de la película cada vez que se escuche.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Josep
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30 de septiembre de 2020
151 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contra todo pronóstico, la nueva película de Thomas Vinterberg (Celebración, La Caza) es una propuesta más cercana y amable de lo que nos tiene acostumbrados el director danés. De hecho se trata de una comedia dramática bastante divertida y con posibilidades comerciales; un poco al estilo de aquellas comedias británicas de los 90 a lo "Full Monty", pero con coartada intelectual y una pátina de cine de autor.

Presentada con sello Cannes en sección oficial del Zinemaldia, la película obtuvo el premio Feroz de la prensa cinematográfica y, en el palmarés oficial del certamen, el reconocimiento a la mejor interpretación masculina compartido entre sus cuatro actores protagonistas, entre los que destaca por méritos propios un Mads Mikkelsen absolutamente pletórico y entregado a su personaje, quien tiene una escena de baile que es ORO y demuestra que a sus cincuenta y tantos años está más ágil que todos nosotros.

La película cuenta la historia de cuatro profesores quienes, siguiendo la hipótesis de un filósofo que defiende que el ser humano nace con un déficit de alcohol en sangre del 0'05%, deciden llevar a cabo un experimento sociológico: beber durante el día para mantener una tasa de alcohol constante en sangre y evaluar los efectos que tiene en sus vidas, tanto en su desempeño laboral como en su vida personal. A un primer nivel, el film muestra cómo se ha normalizado y se tolera el consumo de alcohol en nuestra sociedad (impagable el montaje de videos de políticos ebrios que interrumpe la narración arrancando carcajadas entre el público, que a estas alturas de la película ya está fantaseando con echarse una copa nada más salir de la sala) y más concretamente en la sociedad danesa, punto que subraya Vinterberg con la inclusión del himno nacional danés en determinados pasajes de la trama.

A un segundo nivel, aún más interesante, "Drunk (Another Round)" habla de la crisis de la mediana edad de un grupo de hombres cada vez más grises e invisibles para sus propias familias. La cinta comienza con una cita de Kierkegaard: "Qué es la juventud? Un sueño. Qué es el amor? El contenido del sueño", y desarrolla esta idea por medio de esos cuatro amigos profesores que encuentran en el alcohol y la ebriedad la oportunidad de reconectar con su yo más joven y con una alegría vital que creían perdida, aunque sea un sentimiento engañoso y adictivo. Y finalmente peligroso.

Lo que no es peligroso en absoluto es recomendar esta película, un equilibrio perfecto entre cine de autor y cine comercial, comedia hilarante y drama, que gustará hasta a los abstemios. Citando a Los Simpson: "¡Por el alcohol! Causa y a la vez solución de todos los problemas de la vida".

driveincine.blogspot.com
JRB
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24 de enero de 2021
68 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
25/25(22/01/21) Sugestivo dramedia danesa dirigida por Thomas Vinterberg, a partir de un guión del propio director junto a Tobias Lindholm, teniendo entre sus alicientes que estos dos junto al protagonista Mads Mikkelsen nos regalaron en 2012 la impactante “La caza”. La película se basó en una obra de teatro que Vinterberg había escrito mientras trabajaba en Burgtheater (Viena). La inspiración adicional provino de la propia hija de Vinterberg (Ida), quien había contado historias sobre la cultura de la bebida en la juventud danesa, esta había presionado originalmente a Vinterberg para que adoptara la obra en una película, y estaba programada para interpretar a la hija de Martin (Mikkelsen). La historia fue originalmente "Una celebración del alcohol basada en la tesis de que la historia mundial habría sido diferente sin el alcohol". Sin embargo, cuatro días después de la filmación, Ida murió en un accidente automovilístico. Después de la tragedia, el guión fue reelaborado para convertirse en una afirmación más vital: "No debería tratarse sólo de beber. Se trataba de despertar a la vida", afirmó Vinterberg. Tobias Lindholm se desempeñó como director la semana siguiente al accidente. La película estaba dedicada a ella y fue filmada parcialmente en su salón de clases con sus compañeros.

Comienza con una cita sobreimpresionada de Søren Kierkegaard, ‘Qué es la juventud? Un sueño. Qué es el amor? El contenido del sueño’. Hablándonos en su metraje de temas como la amistad, la crisis de la mediana edad, la soledad, la rutina, el aburrimiento existencial, la liberación de tus ataduras morales, las segundas oportunidades, ello en el marco del consumo de alcohol como deux machine. Donde cuatro amigos profesores intentan encontrar en el consumo de alcohol la forma de dar vitalidad a sus ordinarias existencias y volver hacer salir su yo alegre y juvenil, aunque sea con algo tan artificioso como el alcoholismo pretendidamente controlado, porque después siempre viene la dura resaca. Ello apoyándose en personajes históricos para apoyar la tesis que el alcohol puede ser motor de grandes personajes como Winston Churchill, Ernest Hemingway, o F.D. Roosevelt.

El director juega hábilmente con la ambigüedad moral de su historia, no teniendo un mensaje claro, haciendo que sea el propio espectador el que saque sus propias conclusiones, unos podrán decir que loan al Dios Baco (el consumo de alcohol), otros que es conservadora, yo entiendo que viene a contar, que como casi todo en la vida el tomarlo con moderación puede ser bueno, pero en exceso puede destruir, pero esto puede ser demasiado simple en mis conclusiones. Todo ello en un desarrollo que atrapa en las vidas de estos protagonistas, para desembocar en un final absolutamente impactante, donde brilla el tema "What a Life" de Scarlet Pleasure, pero sobre todo un Mads Mikkelsen apoteósico. Film seleccionado para las nominaciones a Mejor Largometraje Internacional en los Oscar.

Partimos de una idea central de este pseudo-experimento entre amigos que parece puede devenir en una comedia facilona, pero sus senderos resultan ingeniosos en su deconstrucción del alcoholismo como placebo para escapar de nuestra rutina a un mundo creado solo en nuestra tambaleante y drogada mente etílica, se adentra en ese flash de lucidez artificioso. El problema es que los ‘conejillos de indias’ creen poder controlar la Caja de Pandora que han abierto, y ante el éxito de las primeras pruebas, conectando con sus alumnos y parejas en sus desinhibiciones, llenos de energía electrizante de la que contagian a la gente a su alrededor en su entusiasmo, por lo que deciden subir la apuesta.

El centro del relato es Martin, profesor de Historia en el instituto al que sus alumnos ven como monótono, es su desarrollo el que marca el sino de la historia, al principio es un tipo monocorde, hastiado, cansado, aburrido, apático en sus clases, letárgico con su familia, emitiendo indiferencia, y decide dar un vuelco a su vida con el mencionado ‘experimento’ (en realidad una excusa lo de llamarlo experimento científico para adornar lo que es ganas de encontrar una válvula de escape a su vida indolente). Haya en el alcohol esa puerta de huida de su rutina, ahora es impulsivo, divertido, didáctico, mordaz, ágil, un torbellino contagioso. Martin a través de la ingesta de alcohol navega en la máquina del tiempo para volver a ser joven y despreocupado. Y todo esto lo encarna Mads Mikkelsen de modo fascinante en su interpretación majestuosa, haciéndonos empático su rol desde el inicio, humanizando a su imperfecto y vulnerable Martin, sentimos su zozobra, alborozo, frustración, melancolía, una intensa expresividad en lo íntimo (como cuando abatido lagrimea en la cena de modo sutil), en un arco de desarrollo fabuloso. Y encima nos obsequia con un final antológico.

Es un análisis de las fragilidades humanas, de la búsqueda de algo que de sentido a nuestras vacías vidas, sobre nuestras ansias de disfrutar, frente a la solemnidad impostada de ser mayor, nuestra búsqueda de flotadores que nos salven de hundirnos. El consumo de alcohol como escudo par protegernos de nuestras amarguras del día a día, para huir de nuestra personalidad encorsetada, para escapar por nuestra falta de pasión.

Hay dos partes bien marcadas en la película. En la primera se da un tono de comedia más ligero, fluida en la presentación de personajes y de situaciones, con giros ingeniosos (esa clase sobre como nuestros prejuicios pueden nublar lo importante), ese ‘épico’ partido de futbol infantil, la conexión emocional con sus entornos; En la segunda mitad sale a relucir el Vinterberg más crudo, donde hay que ‘pagar’ las consecuencias de la fiesta de ebriedad, cual símil de lo que es una borrachera, pasamos de la felicidad mental a los estragos dejada por esta, pero ello sin entrar a remarcar una moralina, tratando al espectador de adulto.
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TOM REGAN
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23 de diciembre de 2020
118 de 191 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Otra ronda, cuatro profesores de secundaria que ya han cumplido los cuarenta deciden poner en práctica la teoría de un psicólogo noruego, según la cual mantener un nivel moderado de alcohol en sangre te hace ser más creativo y desenvuelto.

Thomas Vinterberg, uno de los directores europeos de cine de autor más reconocidos —y sobrevalorados para quien esto escribe— vuelve a poner sobre el tapete un tema incómodo que contraviene los valores de la sociedad occidental (el consumo excesivo de alcohol) como ya hiciera en La caza (la acusación de abuso sexual a un menor) y La comuna (la vida en una comuna en los años 70). En los tres casos, el danés comete el mismo pecado: en vez de explorar su propuesta hasta el final, se pone moralista y recula para virar hacia el melodrama más convencional (ver spoiler), tan del gusto de los dadores de premios.

En una escena, Martin (Mads Mikkelsen) propone a sus alumnos elegir entre tres candidatos a presidente, dos de los cuales beben y fuman en exceso, gozan de mala salud y tienen comportamientos reprobables, mientras el tercero no. Y escogen al tercero, claro, sin tomar en consideración su capacidad, experiencia, proyectos, ideología... Un perfecto ejemplo de lo tramposa que resulta la película, desde el estudio tan poco científico que llevan a cabo (una misma cantidad de alcohol afectará de manera diferente a un individuo según la edad, constitución física, hábitos, alimentos ingeridos, etc.) hasta el uso del alcoholímetro justo después de la ingesta, como si el organismo asimilara el alcohol ipso facto. Y así hasta perder el control.

Dos aspectos evitan que el desastre sea absoluto: la dirección, cámara en mano, con predominio de planos medios y cortos y tomas de poca duración, logra así implicarnos con los personajes y dar ritmo a la narración; el elenco, con Mads Mikkelsen a la cabeza, cumple con holgura.

Como los protagonistas de Otra ronda, Vinterberg y su colega Von Trier —con Nymphomaniac y La casa de Jack— parecen atravesar también una crisis de la mediana edad en la que se dedican a provocar por provocar. Brindemos por que se les pase pronto.
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Oflineuk
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16 de marzo de 2021
55 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Protagonizada por el gran Mads Mikkelsen y nominada a mejor película de habla no inglesa (tanto en los Globos de Oro como en los Oscars), Otra ronda (Another Round/Druk) es una película danesa que ha llamado la atención de la crítica especializada, elogiándola hasta límites insospechados, de ahí su presencia en dichos premios. El film presenta una peculiar premisa, en la que cuatro amigos y profesores deciden realizar un experimento en el que cada uno de ellos deberá mantener la tasa de alcohol al mismo nivel. La verdad es que el punto de partida es tan llamativo como interesante, pareciendo que estamos ante una producción transgresora y gamberra. Pues bien, nada más lejos de la realidad, ya que estamos ante otro drama con moraleja social, que desaprovecha su hilarante punto de partida y que acaba siendo más convencional de lo que pretende ser.

La verdad es que me chirría tanto elogio y crítica positiva a una cinta que todos sabemos cómo acabará desde el minuto uno, siendo rudimentaria hasta decir basta. Una vez finaliza, deja la sensación de que no nos han contado nada que no supiéramos con anterioridad, apostando por un mensaje conservador, el cual se ve venir de lejos. Nada nuevo luce bajo el sol, en un producto que muchos aplauden con fervor, pero que estoy seguro que pocos recordarán en un par de años, por mucho que haya elementos que sí funcionan, aunque la dirección no sea uno de ellos.

Y no digo que el trabajo tras las cámaras del director (por cierto, el mismo de la muy superior La caza, que sí es un clásico a reivindicar) sea mediocre y endeble, pero de ahí a nominarlo a los Oscars por su labor, como que no, siendo un caso bastante cuestionable, por decirlo de alguna forma. Ya os digo yo que han habido directores más inspirados y con películas mejor realizadas, pero supongo que la academia habrá querido premiar a un director europeo, por aquello de la diversidad (lo que para los académicos es cualquier persona que no sea americana). Ni idea, pero la dirección no es nada del otro aquel, eso seguro.

En cuanto al guion, nos venden la película como si fuese muy canalla y desmelenada, pero basta con rascar un poco en la superficie para comprobar que se trata de otro melodrama aleccionador, que intenta ofrecer algo fresco y rompedor durante su primera mitad, pero que se derrumba sin remedio antes de lo esperado. Tampoco ayuda que los secundarios estén tan desdibujados, notándose que su misión es la de complementar al personaje principal y conformar el grupo de amigos, para que la trama tenga algo más de sentido. Y es que la película no está demasiado bien escrita, siendo lo más indignante el ver cómo se desaprovecha la idea inicial de una forma tan decepcionante, decantándose por lo convencional y lo esperado.

Y llegamos al mejor apartado de la cinta, que no es otro que el reparto, en el que destaca un Mads Mikkelsen dándolo todo con un personaje nada sencillo. Él sí debería haber sido nominado por su gran entrega, pero nos tendremos que conformar con su estupenda actuación, siendo uno de los intérpretes más infravalorados del momento, demostrando, una vez más, de lo que es capaz gracias a su talento. Con un intérprete menos inspirado, la cosa no habría sido lo mismo, estando seguro de que la película habría llamado menos la atención.

En conclusión, estamos ante una producción que ha sido elogiada en exceso, siendo una cinta sobrevalorada (sigo sin entender esas nominaciones) y que casi todos habremos olvidado en breves, tirando por la borda la oportunidad de ofrecer algo diferente, siendo finalmente un film conformista que jamás va más allá. Me quedo con la interpretación de Mikkelsen, que no es poco, pero el resto… Una más.

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Javi McClane
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