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El coleccionista de cadáveres

Terror Con la ayuda de su esposa, un escultor ciego comete asesinatos para utilizar los cadáveres como moldes para sus esculturas. Un periodista será el encargado de investigar el caso. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
3 de agosto de 2010
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Santos Alcocer, entusiasta del cine, que usó el pseudónimo de Edward Mann, inició su carrera como director con películas de escaso mérito y centradas en el mundo de la copla. Con Antonio Molina, etc.
De repente, le vinieron aires novedosos, una Nueva Ola, cambió el género e hizo esta coproducción en Torremolinos. Al año siguiente dirigió El enigma del ataúd, al parecer según investigaciones personales, de mayor éxito que el coleccionista de cadáveres.

Para El coleccionista de cadáveres contó con los servicios de Boris Karloff.
Boris Karloff interpreta a un artista ciego. Debido a ello aparece continuamente con unas enormes gafas negras que no se quita en todo el rodaje, nada más que en un momento dado y durante un segundo, porque le pican los ojos.

La película tiene un carácter dinámico apreciable con una pelea muy buena, típica de los telefilms policíacos de aquellas épocas, y mezcla en la trama muy bien a gitanos, franceses, artistas y lugareños. Además tiene una fotografía muy interesante en los anocheceres.

La pega es que la película carece de intriga a pesar de esos detalles técnicos que tan bien se podían haber aprovechado y de un argumento tan a propósito. Santos Alcocer no sabe crear ni un instante de expectación que realmente acojone al espectador, aunque no sea una mala película.
floïd blue
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26 de abril de 2019
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un planteamiento interesante y un desarrollo inicial atractivo -por pausado y sugerente- despierta la curiosidad de un espectador que poco a poco siente que se va desvaneciendo su atención.
Enseguida se empieza a percibir cierta decepción porque las tramas no siempre están tan bien coordinadas como debieran.
Apenas el hilo conductor de una fotografía excelente -F. Sempere- consigue mantener la esperanza de que el argumento gire en algún momento para salir de los círculos concéntricos a que parece abocado.
Pero eso no llega a suceder.
Y también el desenlace resulta afectado, su elaboración es escasa y su contenido carece de convicción y de rigor cinematográfico.
ABSENTA
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10 de septiembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos de los 70 Torremolinos es una ciudad que empieza a atraer turistas. Al principio proceden del mundo snob, artistas extranjeros sobre todo, aunque ya está en marcha la especulación inmobiliaria como se aprecia en la cinta.
Sobre este fondo se dibuja una trama de intriga cuando un hombre con gabardina asesina a una serie de personas, cuyos cadáveres recoge cuidadosamente.
La intriga se diluye rápidamente cuando vemos que van a parar a la casa de un famoso escultor ciego, Franz Badulescu (Karloff), que está componiendo una obra sobre los esqueletos de las víctimas. Todo con la ayuda de su enigmática esposa, Tania (Lindfors). Excelente las interpretaciones de ambos.
Pese al tema morboso que se aborda y a la presencia de estos actores, la película no tiene nada de terrorífica. Hay que dejar esto bien claro para evitar decepciones. Si el director lo intentó en algún momento, hay que reconocer que fracasa.
Falla también el guion cuando muy pronto empieza a dar pistas de su desarrollo evaporándose la intriga y restando interés sobre el desenlace.
Después de un inicio muy esperanzador la acción decae enseguida. Los personajes, hay bastantes, se describen con cierta superficialidad, sin profundizar gran cosa.
Tiene asimismo la cinta cosas interesantes, como por ejemplo conocer la fauna de "artistas" que llegan del norte de Europa para instalarse y parasitar en la costa malagueña, un poco al hilo de "El turismo es un gran invento" (1968) o "Torremolinos 73" (2003).
Lo mejor para nosotros es la referencia al mundo de los gitanos que viven en las inmediaciones con sus organillos por las calles y sus críos desarrapados. Impresionante el "entierro" del jorobado que alquila las sombrillas de playa, por la noche con antorchas en medio de una emocionante saeta, o la zambra nocturna donde la Reina de los gitanos predice el desenlace, "Los gitanos sabemos cuando viene el diablo".
Nos gusta este toque tan carpetovetónico y racial en medio del mundo de la farándula snob de la época.
Sin ser de terror, la discreta intriga y las referencias sociológicas a lo que unos años después será la costa de los millonarios convierten a este "Coleccionista" en una película que tiene su interés.
Lafuente Estefanía
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