La primera vez que nos vimos

Una buena película que da un nuevo elemento a la trama aunque sea la moda de estos tiempos. Una comedia romántica entretenida.

Netflix continúa adentrándose en el género cinematográfico buscando productos que le den el ansiado respaldo de la crítica más allá de sus exitosas series y que, de paso, atraigan a más suscriptores a su cuenta. En su intento ha tocado géneros diferentes para ver cuál funciona mejor, pero por ahora las dos más recientes “Bright” y “The Cloverfield Paradox” no han logrado su objetivo.

Ahora llega “La primera vez que nos vimos” con una táctica diferente a la exhibida anteriormente. Sin el envoltorio mediático de otras ocasiones, Netflix presenta esta comedia romántica lejos de los focos, buscando más un producto para su fondo de armario que una película que marque diferencias. Pero ir de tapada en un catálogo tan extenso corre el riesgo de ser olvidada, así que la película tira de un género que casi nunca decepciona porque da lo que ofrece, siendo casi siempre una apuesta segura. “La primera vez que nos vimos” narra el típico personaje prendado de su amiga, el chico-conoce-a-chica en el que le ocurre todo tipo de situaciones que se tuercen hasta ese final tan convincente como esperado.

La película tiene como protagonistas a DeVine y Daddario, dos apellidos que no suelen ser cabeza de cartel pero que resultan convincentes y creibles, siempre dentro de las características del producto. Vistos en otras muchas películas siempre a la sombra de los principales, se adaptan a lo que sus papeles les piden, y sobre todo DeVine sabe sacar provecho de su vis cómica y de su capacidad de improvisación para ser algo payaso y siempre entrañable. Sin embargo es Hennig el vértice refrescante y muy optimista, encargada de dar réplica y de robar planos. Ella no aparece en el cartel promocional, pero su importancia es capital.

“La primera vez que nos vimos” no reinventa el género, no aporta un punto de vista original y no arriesga con las personalidades de los protagonistas, pero limitándose a seguir las normas hace justo lo que uno espera de ella, siendo una película entretenida. Es una de esas películas que al catálogo de Netflix pueden venirle bien para seguir sumando.

La película es la típica tontuna para pasar el rato, pero que se aprovecha de una idea original que pueda dar juego para ser un buen producto de entretenimiento.
Solo usa unas muy buenas interpretaciones, una fotografía bastante cuidada (que parece ser parte del toque de netflix, que suele esforzarse mucho en sus producciones originales en que todas tengan una buena fotografía y diseño visual), el sonido es más ambiental que otra cosa. Está muy bien pensado que así sea, pues se siente natural. La única excepción en la naturalidad es cuando el protagonista empieza a hacer deducciones aleatorias para hacer avanzar la trama, pero al menos son pocos estos momentos que pierden algo de naturalidad y los pocos momentos que pierden naturalidad aportan fluidez a que la trama pueda desarrollarse.
La trama es ligera, el ritmo se siente adecuado, la duración se siente cómoda de visionar.

Con esto, netflix nos regala a los usuarios de la plataforma una producción muy agradable y entretenida que nos hace pasar un buen rato. No es la gran cosa, pero es buen contenido para disfrutar y está por encima de películas similares que se estrenan en las salas de cine.

Quizá la alta gama a la que nos tiene acostumbrados el presente cinematográfico nos hace esperar demasiado de pequeñas obras que no pretenden dar más que un leve concierto de entretenimiento con algunos condimentos cliché en el camino que se corrigen a partir del ingenio por hacer de lo trillado algo sensato y hasta original. En este caso, Ari Sandel recoge en When We First Met todo lo conocido de su género y lo reúne en esta interesante y pintoresca aventura que nos posiciona en el rol de un joven enamorado de una muchacha que hará lo posible e imposible por reconquistarla una y otra vez, incluso si a ello se le suman los viajes en el tiempo. Es entretenida y muy digerible, con un humor sumamente sano y familiar que no necesita recurrir a las obscenidades y entiende que el plato fuerte de su menú está en la apertura de una trama común y sencilla que regala aperitivos poco frecuentes en este tipo de películas como algunos giros de tuerca inesperados y que, analizados a profundidad, dictan un valioso mensaje. Su carismática simpleza le vale de ser una divertida comedia romántica con pinceladas de ficción que no es ni demasiado cómica ni exageradamente amorosa, sino que cuenta con lo justo y necesario del "de todo, un poco" para regular y pulir satisfactoriamente el resultado de esta ágil y fugaz historia.

Existe un cine que aún siendo en blanco y negro, posee color, un claro ejemplo: Luna de Papel, y otro cine, que aún siendo en color, no destaca más que por sus fríos tonos grises: La Primera Vez que Nos Vimos.

La vi la semana pasada, y me olvidé de hacer una crítica, porque no me acordaba de ella. Lo de hacer una crítica es simplemente para que, si de algo sirve, no perdáis el tiempo. La mayor parte de críticos profesionales, han acertado al calificarla de la manera que lo han hecho. Yo os digo que es malilla, flojona, y lo peor... Tan despersonalizada que ni siquiera entretiene. No la recomiendo.

Un 2