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La escuela de la vida

Drama. Comedia París, 1927. Paul, un niño que vive en un orfanato de un barrio obrero de París, es adoptado por Celestine, una criada de un conde, y su marido, el guardabosques, que trabajan en una gran finca en Sologne. Acostumbrado a la vida en la ciudad, el chico llega a un mundo misterioso e inquietante, una región salvaje con un inmenso bosque, estanques y cultivos. Todo pertenece al conde de La Fresnaye, un viudo taciturno que vive solo en su ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
30 de junio de 2019
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia más o menos simple, pero bonita y con mucho sentimiento. Transmite muchas cosas y da para reflexionar sobre otras. Por lo que no hace falta grandes artificios (efectos, mucha acción...) para hacer una película realmente buena.

Un niño huérfano es acogido por una mujer que vive en una zona rural. Rápidamente se adapta a su entorno de naturaleza, animales y sobretodo con Totoche, un cazador furtivo. Entre ellos se forja una bellísima amistad, donde Totoche le enseña a vivir de la naturaleza y en definitiva todo tipo de trucos para manejarse en los bosques, olvidando las comodidades de la gran ciudad.
ariakan
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14 de febrero de 2019
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desembocadura de los ríos

Se puede decir sin ningún miedo que La escuela de la vida es dos películas unidas por eje en común como si se tratase de la desembocadura de dos ríos. Lo impresionante es que se ha realizado de forma coherente y con una construcción enriquecedora. Por un lado, la primera parte es la presentación y la entrega a la propia naturaleza. Una muestra de la vida rupestre, a lo salvaje. Un oda a la fuerza de la tierra. Con pequeñas pinceladas que crean el suspense, se va poco a poco desarrollándose hacia la segunda parte del film. En la segunda “película” se desvela el secreto que esconde la trama y da un giro de 180º. Pese al melodrama al que tiende durante el principio de la resolución del problema, consiguen alejarlo de este género telenovelesco para dar pie a algo que va más allá: la humanidad del perdón.

Por lo tanto, se puede ver un guion bien realizado que está pensado de manera en el que no sea una película feel-good pero tampoco una telenovela al más puro estilo ‘El secreto de puente viejo’. Se ve la intención de enfatizar el espacio de la historia, para poder convertirlo en objeto principal del conflicto y desenlace. La creación de la personalidad de los personajes no se queda en un plano superficial, sino que ahonda en la propia naturaleza humana. Hay una sensibilidad que consigue emocionar al espectador en su visionado por la posibilidad de acercar a este espectro de emociones al público. Empática sin caer en el cliché fácil de la lágrima fácil. Positiva y esperanzadora, a la vez que cruda y sin florituras inútiles.

El paisaje como personaje

No se puede hablar de La escuela de la vida sin mencionar los espectaculares escenarios en los que transcurre la acción. La realidad es que la dirección artística consigue que los bosques salvajes franceses se conviertan en otro de los grandes protagonistas de la historia. La manera de plasmar ese amor por la naturaleza hace que se evoque a la metáfora de la libertad, de la pasión y sobre todo, de vivir. La manera de jugar con estos espacios tan reales, permite que se coloree la emoción del espectador de una manera natural y efusiva. De esta forma, el escenario se convierte también en partícipe de la acción y no únicamente como expresión artística. Un gran acierto convertirlo finalmente en el talismán principal del film. Enamora la puesta en escena.

La unión de trabajo entre el departamento artístico con el hallazgo de estas impresionantes localizaciones y beneficiarse del sentido artístico que se le puede dar, junto con el director de fotografía, a cargo de Éric Guichard, que a través de los movimientos de cámara, el cuidado de la iluminación y la planificación de los propios planos del film, otorgan un resultado que se puede considerar brillante. Hay que destacar el juego de colores que se presentan, que permiten llevar al espectador a los años 20 en una Francia distinta, alejada de la gran ciudad. Es un homenaje en toda regla a la vida campestre y desde un prisma nada ñoño e infantil. Un ejemplo de la importancia de los recursos técnicos y visuales más allá de la interpretación y ejecutar la acción del guion.

La nostalgia positiva

La estructura técnica se ve reforzada por un buen trabajo del elenco, en especial, sobre sus protagonistas. El pequeño Jean Scandel se estrena con La escuela de la vida. Pese a su corta edad, muestra una madurez interpretativa necesaria para su personaje. Se aleja de querer mostrar un niño inocente, para dar una cruda realidad de la visión de los más pequeños de una posguerra de los años 20. Tiene un ángel visual que consigue brillar durante todo el film, combinado con una picaresca que le da un toque llamativo a su forma de actuar. François Cluzet, su partenaire en escena, demuestra una vez más porque es uno de los actores franceses mejor valorados del cine. Una interpretación fascinante con una profundidad escénica que se convierte en una clase magistral de actuación. Esos claroscuros que rodean a su Totoche le permiten dar un juego interpretativo que se lleva de calle.

El reparto coral en su esencia es bastante destacable. Un reparto coral que termina teniendo bastante fuerza en su mensaje, todo tiene un por qué y la historia juega bien sus cartas. La historia de los gitanos encumbra a la joven Carolina Jurczak, pero acaba desinflándose su actuación por momentos. La química entre Jurczak y Scandel es bastante irregular. No consiguen terminar de encontrar una compatibilidad emotiva. Por lo cual, en ciertos momentos, la riqueza de personajes se percibe en la segunda parte de la cinta. Se debe hacer una mención especial a Valérie Karsenti, que a través de su naturalidad, se convierte en una buena cómplice para los espectadores y a Eric Elmosnino, Borel en el film, que aunque resulta su personaje a veces odioso, eso es sinónimo del buen hacer interpretativo del actor. Por último, nombrar a François Berléand, emotivo y cercano.

Conclusión

La escuela de la vida es un homenaje a la naturaleza en sí, una oda a la vida en su estado más puro. Una metáfora visual que se ve acompañada por la fuerza de la utilización del espacio. Una dirección artística y fotográfica excelente. Un canto a la nostalgia y a la emoción de la vida sencilla, a la par que cruda y complicada. Un reparto principal que brilla con luz propia acompañados por un reparto a su altura. Una conexión bien pensada entre las dos trama principales. La delicadeza bucólica de la importancia de aprender a vivir sin miramientos y con el sentido de la libertad por delante.

Escrito por Diego Da Costa
https://cinemagavia.es/la-escuela-de-la-vida-critica-pelicula/
Cinemagavia
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12 de febrero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nicolas Vanier todo un amante de la naturaleza y la vida silvestre como ha demostrado en casi todas sus películas. Nos enseñó la belleza de las montañas rocosas de Canadá en "El Último Cazador"(2004), Siberia en "Lobo"(2009), Los Alpes en "Belle y Sebastian"(2013), ahora le toca a Sologne (Valle de Loire) lugar de nacimiento del realizador.

Toda esa belleza y como de un cuento se tratara lo descubrimos a través de los ojos de un pequeño huérfano parisino en la década de 1920, para quien el campo es lugar muy exótico. Adoptado por la esposa de un guardabosques al servicio de un marqués, el pequeño Paul no tarda en crear una amistad con el cazador furtivo Totoche (François Cluzet), quien le enseñará la vida salvaje del bosque de la cual se enamorara. Pero como todos los cuentos nos depararan otras sorpresas de la vida del joven Paul.

Las secuencias con animales, desde zorros, venados, salmones y aves, son absolutamente magníficas muy bien fotografiadas por Eric Guichard (Belle y Sebastian) que consigue introducirte muy bien en esta oda a la infancia y la naturaleza.

El niño está interpretado por Jean Scandal  siendo este su primer papel en el cine, François Cluzet es Totoche un poco irreconocible y pintoresco gruñon marginal con un gran corazón. El Conde Fresnay está impecablemente interpretado por François Berléand y Valérie Karsenti brilla como Celestine un papel muy tierno.

Un retrato nostálgico de la Francia rural entre las dos guerras mundiales con bastantes dosis de sentimentalismo que como una bonita fábula puede resultar una gran película familiar.
Destino Arrakis.com
videorecord
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7 de octubre de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acaba de terminar la película.

Es la primera crítica que escribo. Antes de verla no he mirado nada, ni criticas, ni argumento, ni puntuaciones. Me he dispuesto a disfrutar de lo que veía y me he llevado una gratísima sorpresa. Muchas veces te condiciona lo que lees sobre el próximo visionado, te informas leyendo su sinposis e indagas en lo que los demás espectadores opinan de ella.

Si escribo esta crítica, es para alabar lo bien hecha que está esta película. Sin contar nada, te lleva a todo. Sin nada que te ate a seguir, es muy simple pero te atrapa. Te emociona todo lo que pasa, te lleva a vivir lo que cuenta, y sin esperar nada disfrutas.
Es de la películas más preciosas que he visto nunca. Te deja un sabor de boca delicioso, de haber disfrutado algo que era tan natural que ni siquiera te das cuenta de estar viendo algo. Lo vives. Te empapas. Y al final parece un capítulo más de tu vida, algo precioso que recordar.
Liv87
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26 de septiembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gustará, como en mi caso, a todas las personas que amen la Naturaleza y los animales y las historias sentimentales y la inocencia de la infancia.
Rodada sin pretensiones, pero con un gran acierto en la fotografía e interpretada maravillosamente por el niño no se ahorra, aunque con sencillez, la vertiente lacrimógena.
La trama no es original (¿qué lo es a estas alturas?) pero está tratada con una buena sucesión del tiempo y con detalles delicados.
Lo único que no me cuadra es por qué meter en esto a una tribu de gitanos, cosa que no viene para nada a cuento y es tratado con un falso folklorismo.
yoparam
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