Haz click aquí para copiar la URL

Los chicos terribles (Les Enfants terribles)

Drama Dos hermanos adolescentes, que alimentan una insana obsesión el uno por el otro, crean un mundo privado en la desordenada habitación que comparten. La intrusión del mundo exterior los llevará a una dramática situación. (FILMAFFINITY)
1 2 >>
Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
11 de agosto de 2009
40 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juegos prohibidos, hermanos incestuosos, cuartos contenidos dentro de sí mismos, amores secretos, tesoros escondidos, homosexualidad soterrada: "Les enfants terribles" pasa por ser la versión perversa y enfermiza de aquellos ingenuos "Soñadores" de Bertolucci. El modo en que afloran las turbias vetas psicológicas de los hermanos protagonistas es, paso a paso, el compás de espera de una película que se introduce como el vapor de algún oscuro veneno por las narices, para hechizar lenta y maliciosamente el lado más vulnerable de nuestro cerebro.

Entre juego y juego, nuestros hermosos y turbios hermanitos avanzan hasta el punto sin retorno de la extraña obsesión que sienten el uno por el otro. Son como dos siameses ciegos, pero al mismo tiempo dolorosamente conscientes de estar unidos por las caderas del alma. Se aman, se envilecen, se traicionan: ella se casa con otro, él construye una ciudad dentro de su habitación para huir de ella o quien sabe, recuperarla. El vaivén asfixiante de su relación te mantiene en un vilo no del todo sano: y cuando llega Aquello, la escena parece los restos de un mundo petrificado: nunca un piano de Bach sonó tan lúdico...tan macabro.

El modo en que están plasmados los interiores es cosa de otro mundo. Te lleva de la mano sin esfuerzo a los fuertes y a las ciudades construidos durante la infancia para esconderse, sin saberlo, de la muerte. Refugios para contener la sensación que te provocan las estancias con techos demasiado altos y suelos demasiado extensos. La cámara literalmente interroga al escenario y sólo obtiene una respuesta: "Miedo".

Terrible es esta historia, como terribles son sus protagonistas: cruzar el umbral requiere armarse de inconsciencia. Pero proporciona algo que no dan otras películas: la certeza de haber visto algo más que cine. ¿Es ese algo bueno, o malo?

...todavía no estoy muy segura...
Neathara
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de julio de 2010
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
El propio Cocteau (autor de la novela homónima) será el encargado de grabar la tediosa e insufrible voz en off que durante toda la película podemos escuchar; novelando, aún más si cabe, el trabajo de dirección de Melville. Pomposo y, sobre todo, prescindible recurso que no ayuda ni avanzar la historia.

Melville, sin saber desembarazarse de la sombra de Cocteau, sólo consigue ciertos planos (casi todos picados o con grúa) de gran calidad como la guerra de bolas de nieve del principio o la primera vez que los chicos suben a la gran sala de suelo ajedrezado de la mansión. En esta misma sala, también encontraremos la mejor escena de la película, cuando Paul (Edouard Dermithe) decide separarse del grupo y montar una réplica de su habitación en esa sala llena de eco.

Contradicciones físicas imposibilitan creerse la historia. La elección de los actores fue uno de los muchos puntos donde Cocteau y Melville chocaron. Cocteau impuso a Edouard (pariente del artista). Elizabeth (Nicole Stéphane) y Paul interpretan personajes de dieciséis años pero la realidad era muy diferente. Nicole tenía 27 años y Edouard 24. Unido a una belleza fría, muy de Cocteau, y al registro teatral que usa sobretodo Nicole, terminan por dar una sensación artificiosa e inverosímil.

Existen dos puntos fuertes en “Les enfants terribles”. Uno es el empleo de la música que Melville usa como un personaje más, acentuando la obsesión y el juego sexual entre ambos hermanos. El otro punto es la estupenda escenografía de los interiores (sobre todo de los dormitorios), creando fortalezas donde el exterior nunca pueda herir. Se percibe la muralla que separa al mundo de estos dos hermanos, y ni siquiera los invitados (Agatha y Gerard) son capaces de poder entrar. Es más, la entrada de estos invitados, subraya ese mundo de juegos privados. Melville sabe captar muy bien esta intimidad perturbadora cerrando mucho los planos de forma que percibimos el aislamiento de los hermanos. Consigue una atmósfera amarga y libidinosa pero entonces llega Cocteau y se la carga en el momento en que se pone a hablar.
Chagolate con churros
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de noviembre de 2009
26 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda película para la época. Tengo la impresión que no se le ha dado el lugar que se merece en la historia dada la temática fuerte y poderosa y a los vericuetos psicológicos que presenta. Yo la descubrí a raíz de una critica excelente de Neathara que me despertó curiosidad. Dos hermanos obsesionados hasta el delirio el uno por el otro. Sus vidas transcurren odiándose y lastimándose constantemente, pero tanto sentimiento negativo esconde una extrañísima relación perversa y oscura. Es sobrecogedora la manera de celarse el uno con el otro, en un vínculo desquiciado donde no queda lugar para un tercero. Nicole Stéphane como la hermana está descollante poniendo cuerpo y alma a su personaje, dándole un matiz andrógino y de enfermiza locura que provoca escalofríos. Edourard Dermithe a su vez como el hemano cumple una labor sobresaliente y porta un aspecto feminoide casi similar a su hermana, y hay momentos en los que se los confunde por el parecido físico que tienen. Una película absolutamente divergente y arriesgada que no teme tocar temas tabúes como la homosexualidad y el incesto, con un final pavoroso.
Srita davidlynch
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8 de enero de 2012
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elisabeth, extrañamente obsesionada por proteger a su hermano Paul del mundo exterior y Paul, debilitado por la influencia perversa de los juegos y abusos de su hermana, comparten el mismo cuarto en su avanzada adolescencia, la misma placenta protectora, alimentándose el uno del otro, aislados de un mundo completamente ajeno a sus peligrosos juegos, mientras desvarian y enferman juntos.

Almacenan grotescos tesoros, siempre en ese cuarto desordenado en el que guardan la colección de su vida entera, todo tipo de insólitos trastos; un síndrome de Diógenes prematuro de dos seres abandonados y aislados por voluntad propia o ¿quién sabe? Quizás hayan desarrollado juntos esa demencia desde niños.

Aparentemente ella es más fuerte, más dominante, intimida y doblega la voluntad de todo el que se le acerca. Pero su mundo es su hermano y de él depende toda su entereza. Ambos se confunden, -el parecido físico es asombroso- existiendo una simbiosis enfermiza entre ellos.

Nunca abandonan la casa hasta que Elisabeth se casa, llevándose consigo a su hermano. No crecen, no maduran, no han socializado y cuando lo hacen ambos se despeñan al fondo de la locura y de los celos –ella, fantástica actriz-, y al del miedo e inseguridad –él, una especie de Tánatos, tan atraído por la muerte y la autodestrucción-.

No logro imaginar la reacción de público y cineastas en el año 50 ante esta obra, homónima de la novela de Cocteau -empedernido fumador de opio-, “Les enfants terribles”. Pero si 60 años después crea absoluta perplejidad –las insinuaciones incestuosas son una constante-, la que seguramente montó entonces Jean Pierre Melville con esta turbadora historia debió ser de órdago.

Un resto a la película es la narración en off del mismo Cocteau, que parafrasea la prosa de su propia novela. Por lo demás, es brillante e inquietante donde las haya.
Valkiria
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
19 de noviembre de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
275/05/08/11/10) Claustrofóbico y enfermizo drama galo realizado a la limón por Jean-Pierre Melville y Jean Cocteau, basado en una novela de este último. Es la turbadora historia de dos jóvenes hermanos Elisabeth (gran Nicole Stéphane) y Paul (excelente Edouard Dermithe), entre ellos hay una insana relación de amor-odio que roza lo incestuoso, una relación que en cuanto se entrometen elementos ajenos deriva en alienada, en la que uno se devora al otro, y donde el uno no puede vivir sin el otro. La atmósfera de la cinta es su punto fuerte, la mayor parte de la trama sucede en interiores, muchos pasa en un pequeño dormitorio donde juegan a molestarse y a adorarse, transmitiendo una sensación de perversión dolorosa, también importante es una gran casa semivacía donde el clima de sombras deriva en el expresionismo, esta puesta en escena acentúa la asfixia de los hermanos, una falta de aire que les empuja sin remisión a la tragedia. La historia es una valiente reflexión sobre las obsesiones, sobre como el roce hace el cariño y de ahí a un amor prohibido la línea es muy fina, fue una adelantada a su tiempo al tratar temas tabús para mediados de Siglo XX, y es que a Melville se le podrá acusar de muchas cosas, menos de ser un remilgado cursi, en sus trabajos lo prohibido es solo la antesala de lo que va a realizar. Su defecto es que su ritmo decae conforme avanza, enroscándose en una reiteración de lo que cuenta, apareciendo el tedio, para volver a levantar el vuelo en su tramo final. Los protagonistas Nicole Stéphane y Edourard Dermithe rayan a gran altura sabiendo transmitir lo retorcido de sus psicologías. Recomendable a los que gusten de obras inquietantes valientes. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow