Inspector Gadget (Serie de TV)

Esta serie es de las más gratas de todas aquellas que marcaron mi infancia. Era una de esas sin historia y de capítulo único rollo Simpson sin mucha trama pero la verdad es que el Inspector Gadget enganchaba.

Trataba de un personaje bueno y otro malvado, en esta el bueno es el inspector Gadget y el malo es MAD, un hombre al que nunca conseguí verle la cara.

Gadget era algo especial ya que es por dentro como de chatarra ya que tiene desde helicópteros o por piernas y brazos como chicles que se estiran hasta llegar a paraguas, patines, esquís, mazo, pistola de agua... y una infinidad de cosas más que me puedo hartar de decir.

Él tiene que conseguir en todas sus misiones desbaratar los planes de MAD y si puede ser, capturarlo, pero él es muy torpe y se equivoca siempre, por eso su sobrina Shopie y su perro Sultán le ayudan en todo, ella es una chica muy lista con los ordenadores y el perro en la serie es más que inteligente.

Gran serie.

No entiendo por qué tiene tan poca nota.

Me encantaba verla por los gadgets que tenía el inspector que eran la caña y porque era detective pero resuelve siempre sus casos por pura suerte y con la inestimable ayuda de su perro y su sobrina, con quienes convive.

Hay mejores series pero está te hacía pasar buenos ratos. Aún sigo queriendo que mi coche se convierta en furgoneta y luego a deportivo... supongo que todavía sigo siendo un niño a veces...

Una serie que ha formado parte de infancia. Todavía me acuerdo de algunos gags protagonizados por este peculiar personaje, de cuando mi madre me gastaba bromas con eso, del perro y de la niña con su libro-ordenador ( o lo que fuese ), del gato del doctor Gang, etc. Qué bellos recuerdos, dios. Una serie recomendada para todos, cualquiera que desee pasárselo bien. Recuerdo además que siempre al final sacaban una moraleja o una enseñanza para la salud y seguridad del sujeto y del entorno en sí. Aún conservo algunos vídeos de la serie. El único problema son las películas sacadas en carne y hueso, que destrozan la serie tela. Deberían de sacar alguna película de dibujos ( no en 3-D como ya han hecho, sino en 2-D, que las empiezo a echar de menos ) para recordar viejos tiempos. La canción a veces la taraneo, el doblaje en castellano me encantaba. A veces, eso sí, podía resultar repetitivo, pero al menos iban cambiando de contexto. Ojalá todos tuviésemos un perro como Sultán. En total, un 8.

Todos tenemos un primer recuerdo, el principio de nuestra historia, ese que con los años está más que adornado, una especie de espejismo si sucede de muy pequeño, pero sin duda, ese que podemos marcar como el número uno. El mío está ligado a mi tío Gadget, ese hombrecillo que salía por la tele, muy delgado, con una característica nariz, sombrero y gabardina, y que por unas cosas u otras siempre sacaba cachivaches de cualquier lado en el momento más oportuno.

Siempre me han dicho que lo que más me fascinaba era ver cómo se desmontaba, yo sé que lo que me encantaba era la cabecera y esa cancioncilla repetitiva... el dedo-cepillo de dientes, su avispada sobrina y el perro mágico, por lo menos a mi me lo parecía, tan resuelto siempre en toda ocasión. Además, quién podría presumir en esta vida de salir victorioso de cualquier situación con esa torpeza unida al cuerpo.

Por supuesto, este no es mi primer recuerdo, era muy pequeña, tendría tres o cuatro años y corría por los pasillos de un hospital como si la estancia allí no fuera conmigo. Recuerdo que mi compañera de habitación tenía el pelo muy largo y me parecía enorme, tendría por lo menos nueve años, sin duda toda una niña gigante para mi percepción de tamaños por aquella época. Y por último recuerdo a un hombre adherido a un bigote, en realidad recuerdo un bigote que acompañaba misteriosamente a aquel señor, era el padre de la otra niña, con el que un día vimos todos juntos en aquel frío lugar al Inspector Gadget. Yo no podía parar de hablar del tío Gadget, mi tío Gadget por aquí, mi tío Gadget por allá, supongo que ya tan pequeña me imaginaba sacando de todo tipo de líos a un hombre, aunque no tuviese coletas rubias ni perro.

Lo que ocurrió fue que conseguí encandilar a aquel bigote, le hacía tanta gracia esa niña perpleja ante tanto metal, que me regaló un cómic del mítico Gadget, mi preferido. A esto va unida la parte mala, la que en realidad aviva el recuerdo, pero es para tenerme envidia, porque admitimos todos tener un primer recuerdo, pero cuántos como yo podrían afirmar que tenían a un genio detectivesco tan divertido como familia.

Si le sumas una niña gigante, un bigote y una cabeza llena de ricitos, la mía, puede surgir un gran recuerdo, y una pequeña promesa, cuando consiga ver en algún niño ese brillo que surgía de mis ojos cuando disfrutaba con Gadget, le pongo un diez a esta serie.

Este tío era de goma. Un despiste total, un desastre andante con extremidades de alambre y muchos cachivaches e inventos, que tenía la gran suerte de contar con una sobrina inteligente y competente que le resolvía el trabajo sucio.
Ocupó un lugar de honor durante numerosas semanas en la sobremesa de los domingos, y supongo que se ha quedado como uno de los personajes más entrañables de la historia de los dibujos animados.