El mundo en moto con Ewan McGregor (Miniserie de TV)

Se le pueden echar muchas cosas en contra a esta especie de aventura que nos brindan Ewan McGregor y Charley Boorman: que si las facilidades estropean las sorpresas de la andanza, que a pocos se les regala una moto, que la seguridad que le brindan en los países estropea el riego de estas empresas… pero lo cierto es que hay que tener un par de huevos muy grandes para embarcarse en algo así.

Hace ya algo más de un lustro, pude ser espectador de la alegría desbordada de llegar a la meta soñada. Me encontraba en el P.N. de Ushuaia, en la Bahía Lapataia. Aquí acaba o empieza la ruta Panamericana que une el continente americano de norte a sur. Desde Alaska, hasta la Tierra de Fuego argentina. 25.750 kilómetros de indómita naturaleza en su mayor parte. Yo, me dedicaba a caminar por el parque nacional y al llegar a ese punto donde la carretera termina un grupo de moteros, polvorosos y sudados festejaban el término de su particular obsesión. Se me quedó como un nudo en la garganta, una especie de gusanillo que bien sabía lo que significaba. Esa tarde, ya en la ciudad me acerqué a una librería. Compré “Cien años de soledad” en edición bolsillo para aguatar el viaje de vuelta a Buenos Aires y me quedé como quince minutos observando un mapa atlas bien grande y hermoso que costaba una burrada. Ojeé con excesivo celo el continente americano y vislumbré esa ruta panamericana que se extendía desde casi cada polo y que sólo es cortado por un canal artificial que separa ese continente tan extraño y diverso. Repasé con el dedo índice sobre el papel la ruta a seguir e imaginando conforme mi dedo recorría el mapa los lugares que vería.
-Algún día –me dije.

Muchos moteros dicen que ir en moto es lo más cercano a volar. Hoy en día puedo decir que lo más cercano a volar es volar: tirarte de una avioneta y planear a cien quilómetros por hora surcando el cielo antes de tirar de la anilla para que se abra el paracaídas. Eso es volar. Así que quizá ir en moto no sea volar, pero da una libertad y un acercamiento a las gentes que no da ningún otro vehículo (no animal).

Subirte a lomos de una moto y recorrerte el mundo en ella es una experiencia que creo implicará cambiar tu forma de ver la vida. El sólo hecho de atreverte, ya tiene todo mi respeto. Y con esta aventura, Ewan McGregor y Charley Boorman la tiene y de sobra. Que un actor de primer nivel decida, no sólo participar en esta sana locura, sino en un video-diario es para quitarse el sombrero. Pocos serán los actores del mainstream que se atrevan a salir tan desfavorecidos como lo hace Ewan: despeinado, derrotado, herido, sucio, con picaduras que le deforman la cara, con malas pulgas, con temores… eso es una aventura… por muchas facilidades que se tengan.

(sigo en el spoiler por falta de espacio)

Nos encontramos ante una serie documental que está contada de tal manera que en algunos momentos parece más una película de aventuras que un documental sobre viajes y naturaleza al uso.

Su principal acierto radica en que resulta muy entretenida de ver, sobre todo porque frecuentemente los dos protagonistas se encuentran con obstáculos en el camino que deben superar con sus motos, muchas veces usando la imaginación y la pericia y en otras ocasiones teniendo que recurrir a la ayuda de los habitantes locales. Otro de los alicientes que a mi entender, atraen al visionado del film, es cuando atraviesan zonas poco pobladas o apartadas de la civilización, como ocurre en gran parte de Siberia y Alaska, en los que se trasmite lo duro que debe ser la vida en estos lugares.

Tres meses necesitaron los actores Ewan McGregor y Charley Boorman, que se interpretan a sí mismos, para realizar el viaje entre Londres Y Nueva York en moto, atravesando Francia, Bélgica, Alemania, República Checa, Eslovaquia, Ucrania, Rusia, Kazakstán, Mongolia y Canadá para llegar a su destino final en Estados Unidos.

Si te gustan los paisajes de naturaleza salvaje, los viajes y las aventuras, estoy seguro de que esta serie documental, que finalmente puedes visionar como un solo documental, te gustará y te darán ganas de coger la mochila y salir a conocer mundo.

Espectacular, me trague todos los episodios de una sentada, aventura en estado puro, como motero se me caía la baba de envidia con las andanzas de estos dos motards, te transmiten el febril entusiasmo que asicoban. Grande Ewan McGregor y entrañable Charley Boorman, (hijo de John Boorman, con el que rodo de niño La selva esmeralda, quedándose luego estancado en producciones de medio pelo, sospecho que a causa de una vida turbulenta, lo lleva escrito en la cara). Se nota la mano en la producción del creador de Arma letal, (Joel Silver). Ahora me estoy enchufando, Un largo viaje al sur, ( de Escocia a Ciudad del Cabo), que es otra joyita, para completar la trilogía hazte con El rally Paris-Dakar 2006, que cuenta la accidentada participación de Charley Boorman en solitario en dicho raid, (que triste se ve a Charly sin Ewan).

Esta serie está inspirada en los viajes del motero aventurero Ted Simon ("Los viajes de Júpiter"), que de hecho sale en uno de los capítulos. Los dos amigos, Ewan y Charley, repiten aquí el recorrido del primer viaje de Ted.

A pesar de hacerlo con muchos más medios, motos más potentes, equipo de apoyo, etc., no deja de tener su mérito.

A mí que me encanta viajar me ha hipnotizado esta serie, ya que con ella he sentido que visitaba algunos sitios a los que sé que nunca iré. Y lo que es peor, casi dan ganas de comprarse una moto para dedicarse a viajar por ahí.

Lo mejor de la serie, nos descubre al auténtico Ewan, que es tan sólo un chaval escocés que ha tenido éxito, pero que no se le ha subido a la cabeza. Para mí, Ewan es el Steve McQueen de nuestro tiempo.

Gran recuento de los viajes de Ewan McGregor y Charley Boorman.
Dan ganas de hacerse motero e irse a recorrer el mundo, sentir el viento en la cara, unirse a la Madre Naturaleza y disfrutar del paisaje. Excelente documental y excelentes protagonistas que nos recuerdan que lo importante no es la meta, sino el camino.

Lo mejor: Transmite emoción
Lo peor: Nada