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Alejandro Magno

Aventuras Alejandro Magno (336-323 a.C.) tuvo como preceptor a Aristóteles y a los veinte años sucedió a su padre como rey de Macedonia. Fue un general excepcional, capaz de conducir inmensos ejércitos. Sus numerosas y brillantes victorias le permitieron crear un gran imperio que se extendía desde Grecia hasta la India. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
4 de febrero de 2009
45 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la reducida pero excelente filmografía de Robert Rossen, “Alejandro el Grande” es la película que tiene peor prensa entre los cinéfilos. Disiento totalmente. Puede que el problema está en lo que la gente espera encontrar y no encuentra.

El Alejandro de Rossen no es una película de batallas nigrandilocuente, es más bien una historia humana y filosófica con toques épicos, más cercana al cine europeo que al norteamericano, y por supuesto al teatro que a las grandes producciones.

La película empieza lenta, y se centra en las complejas relaciones entre padre e hijo, o lo que es lo mismo entre Filipo y Alejandro, magníficamente encarnados por dos actorazos como Fredric March y Richard Burton. Particularmente me alegro que fuera este último el que diera vida al macedonio ya que en un principio iba a ser Charlton Heston, y aunque este es un actor soberbio, no cabe duda que para el tono que quería Rossen, Burton queda mucho mejor. Tendremos la ocasión de ver unas actuaciones con sentimiento pero no sentimentales y unos diálogos verdaderamente poéticos. Los secundarios, entre ellos Peter Cushing, también rayan a alto nivel.

La película se filmó en España, y tiene por tanto esa luz mediterránea que nos acerca al mundo de la antigua Hélade. En ese momento el director, Robert Rossen se encontraba “en la nevera” en Estados Unidos investigado por la comisión de actividades americanas por lo que se vino a Europa a rodar una larga temporada.

En el último tercio la película gana ritmo y espectacularidad, y nos acercamos al Alejandro más megalómano, demostrando una evolución del personaje muy correcta y veraz. Toda la parte de los persas es no sólo entretenida sino visualmente preciosa.

Ya digo que muchos la considerarán aburrida, tediosa y la ignorarán o despreciarán como ocurre en nuestros días, pero si no la han visto, les puedo asegurar que mientras no se demuestre lo contrario estamos ante el mejor acercamiento fílmico que existe de uno de los mayores conquistadores de todos los tiempos y que además protegió como pocos a la cultura. Evidentemente la película “Alexander” de Oliver Stone es infinitamente peor.

No se dejen llevar por la nota que tiene y denle una oportunidad, ya verán como les gustará.

Una recomendación literaria sobre el tema. “Alejandro Magno” de Gisbert Haefs, gran novela, sin duda.
vircenguetorix
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21 de septiembre de 2006
26 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es increíble que esta película sea tan desconocida y tan poco popular. No es ninguna obra maestra, pero si una película más que digna, interesante y entretenida.

Ahora que estos últimos años se ha puesto de moda sacar películas de aventuras históricas rememorando viejos tiempos y que precisamente se haya producido una nueva versión de la vida de Alejandro Magno (y parece que saldrá una más), podemos empezar por hacer una comparación entre ambos filmes.

La obra de oliver Stone cuenta con algunos elementos en los que puede que supere a esta versión más antigua y esto la hace, desde mi punto de vista, una película aceptable. Ahora bien, al mismo tiempo se dan en la cinta de Stone algunos elementos que, en mi opinión, derrumban el film. Val Kilmer lamentable, Angelina Jolie prece una furcia actual con los labios inchados en una película histórica, lo cual no termina de cuajar, y Oliver Stone está más preocupado por generar polémica y morbo (como siempre) con el tema de la homosexualidad de Alejandro, que en abordar la cuestión com más seriedad y en el contexto de lo que sería una gran película. Tampoco me gusta nada cómo está narrada la Hª por Aristóteles, interpretado por un Anthony Hopkins algo mediocre. Sin embargo la película cuenta con unos escenarios y una calidad de imágenes más que aceptables y el desarrollo de la historia está bastante centrado (a destacar la entrada en Babilonia).

El film de Alejandro el Grande de 1956 es un poco más superficial y la historia está narrada con menor profundidad y mayor velocidad. Sin embargo, la calidad de los escenarios, el vestuario y la atmósfera en su conjunto es espectacular, está realmente lograda, rodada toda la película sobre paisajes, rios y pueblos mediterráneos reales. La actuación de Richard Burton es lo mejor de la película y el Alejandro que interpreta es mucho más serio y grave que el de Stone. Las escenas de batalla no son muy destacadas sin embargo hay que decir, por contra, que éstas se ven dotadas de un mayor relaismo al estar rodadas de forma poco habitual en películas del mismo tipo (más bien parecen escaramuzas en zonas complicadas para que se produzcan batallas, lo que se aproxima más a la realidad).

También hay que partir de la idea que llevar la historia de Alejandro Magno a la pantalla es muy complicado dada, sobre todo, la amplitud de los hechos y también por su complejidad.

La banda sonora es buena y adecuada, sin llegar a ser espectacular (Mario Nascimbene). En definitiva una pelicula muy entretenida, digna y bonita de ver, aunque no llegue a ser una gran obra.
The Big Dipper
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14 de mayo de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La figura mítica de Alejandro Magno siempre ha sido un tema de atención para los motivos artísticos (recordemos el mítico mosaico romano, o el cuadro del pintor Altdorfer que representa la batalla de Isos), y el cine no podía ser menos. Quizá las nuevas generaciones tengan en mente la película de Oliver Stone, sobre el legendario héroe macedonio, pero ya el cine ya hizo caso anteriormente a esta figura. La película se encuadra dentro del mítico género del Péplum, que por aquella época estaba muy en boga. Así se puede comparar la película con otras como “Los diez Mandamientos” “Espartaco” o “Ben-hur” aunque sin llegar a la excelencia de las citadas.

Y Robert Rossen tuvo entre ceja y ceja el proyecto de configurar una película acerca del mito. El mismo dirige, escribe y produce en el año 1956 un interesante acercamiento tanto a la parte histórica de la figura como de la leyenda. Hemos de recordar que Rossen no es un cineasta menor, pues dirigió “Cuerpo y Alma” y años después de Alejandro Magno rodaría la magistral “El Buscavidas”, un fenomenal retrato acerca de la soledad y el dolor en los bajos fondos.

Pero al igual que otros grandes directores como Elia kazan, Edward Dymytrik o Charles Chaplin, también Robert Rossen fue investigado por el comité de actividades norteamericanas, en ese ambiente conocido como la segunda caza de brujas norteamericanas. Por este motivo, después de rodar “Mambo” (una película que ha pasado sin pena ni gloria en la historiografía), Rossen se aposenta definitivamente en Europa para realizar Alejandro Magno. De hecho no es sólo que el elenco de actores forma una plantilla que demuestra una heterogeneidad de actores de diferentes países europeos, sino que además gran parte de la película fue rodad en España.

Sin embargo no se trata ni mucho menos de la obra definitiva de Rossen. La película no se centra en la exploración más lógica, es decir, en los hechos que hicieron pasar a la gloria al gran líder macedonio, al derrotar al rey del mundo, Darío y llegar hasta las fronteras de la India, sino que la película se convierte en una reiterativo esquema de tejemanejes de conspiraciones y enfrentamientos entre padre e hijo, que atan a la película totalmente. Una relación por otra parte que podríamos definir casi con seguridad como Edípica, y por eso la sibilina madre de Alejandro juega un papel importante también en el film.

El problema es que la película, tiene tantos temas por centrarse (al ser Alejandro Magno una figura tan y tan compleja) que al intentar tocar todos los polos, la película se queda en nada. Sus repetidas escenas de batalla no nos demuestran una evolución en las conquistas de Alejandro, sino que dan sensación de continuación. El tono teatral de la obra tampoco ayuda a que la película muestre cierta vitalidad, sino que todo al contrario, la obra se muestra como una película encarcelada en su propia estética. Este tono de dramaturgia no sólo se comprueba en la puesta en escena (que sigue al pie de la letra las vías que otras películas ya habían explorado mucho antes y con mayor éxito), sino especialmente en el personaje de Alejandro magno, que se revela como un personaje altamente indescifrable. Sus discursos en voz alta y su mirada perdida confunden al espectador, y no precisamente por cuestión de misterio o enigma, sino por la indecisión de Rossen de dotarle un alma real al personaje, que se abandona a los discursos petulantes sin concretar nada. Sólo hace falta ver la peluca que le pusieron al pobre Richard Burton para que uno se quede a cuadros.

Por romper una lanza a favor de Rossen hemos de decir que la productor metió bastante mano en el proyecto y el montaje se quedó en una idea bastante diferente a la pensada por Rossen. De hecho, pese a que en un principio intuimos que la película puede mostrarnos ciertos debates acerca de la comparación entre modelos de estado, como lo era la democracia ateniense y la monarquía férrea macedonia, el debate se acaba arruinando en el mar de la superficialidad y esplendor de la guerra.

Sin embargo la película tiene sus virtudes. Que ya no se hacen películas como estas es un dicho que se acerca perfectamente a la realidad, precisamente porque la película no recurre a unas técnicas digitales (que evidentemente aún no existían), sino que al igual que otros péplums se construye y se crea exclusivamente para la película un mundo propio. Así podemos observar gran cantidad de escenarios, objetos y sobre todo soldados con sus propias decoraciones, que elevaron altamente el presupuesto de la película. El vestuario no es que sea precisamente el más realista de la historia del cine, pero consigue evadir al espectador de que lo que está viendo es una ficción y por momentos consigue meterle en la piel de la época.

http://neokunst.wordpress.com/2013/05/14/analisis-filmico-alejandro-magno-1956/
Kyrios
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31 de julio de 2013
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
He podido leer críticas que comparaban este tostón de película con Los Diez Mandamientos de Cecil B.De Mille, incluso con Ben-Hur de Wyler...en fin, sobre gustos no hay nada escrito. Una película lenta y sin ritmo, los cortes narrativos están hechos a puro tijeretazo lo que hace imposible que el filme tenga ritmo alguno. La pretendida introspección de la primera parte, donde aparece Aristóteles entre otros, no salva la película de una segunda parte con unas batallas pésimamente filmadas. Por salvar algo, el vestuario. La interpretación de Burton...pues Burton es Burton y éste es casi imposible que esté mal, pero hasta él se pierde en el magma de la mediocridad general. Decepción absoluta.
Iker
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1 de agosto de 2012
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay tostones peores más conocidos. Es la primera idea que quería anotar, todos hemos pasado por delante de alguna de romanos con mayor reconocimiento que este Alejandro Magno, hay muchas mejor reconocidas, más largas y no precisamente de mayor calidad. Hay de todo, eso está claro, pero las aventuras de este emperador en la Historia han quedado. La película de Robert Rossen es muy entretenida por momentos, que es lo que me importa a mí y de la forma que la valoro. Que las aproximaciones al personaje histórico sean más o menos veraces para mí es lo de menos, al ponerme delante lo que buscaba lo he encontrado, la historia de un hombre, de Macedonia para ser exactos, que reunificó los intereses de un pueblo hace unos cuantos siglos y arrasó hasta no poder más. Me han aburrido según qué tejemanejes de la corte pero la verdad es que cuando habla, tanto él como su padre, con esa planta poderosa sobre las conquistas, entonces consigo olvidar que lleva una faldita algo sospechosa y soy capaz de asumir su grandeza. A caballo, con el espadón, con ese rubio pelucón y la faldita, está muy mono, las cosas como son, y aunque poco aporte este último comentario, pues ahí queda igualmente. La verdad es que tiene bastante interés y que la manera como acaba todo, aunque lo sepamos de antemano, supone un final poco definido, exactamente como indican las enciclopedias. Qué le vamos a hacer, tal como fue aquí queda, incluido lo de la faldita.
Luisito
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