El arte de volver

La introspección del personaje que propone Pedro Collantes, parece haber seducido a la mayoría de críticos y espectadores... algunos de ellos muy generosos con el voto.

Yo me he encontrado con una película sencilla en apariencia, pero sofisticada en el fondo, con esa mirada engañosa que se cubre con diálogos poco reconocibles en ambientes comunes... o cotidianos.

Macarena García entrega su alma en la interpretación de Noemi, y lo hace con convicción, aunque debo admitir que me ha faltado algo... un estímulo, tal vez más auténtico, menos cinematográfico.

Pedro Collantes escribe y dirige su primer largometraje, acompañado en el guion por Daniel Remón (Intemperie).

La pluma y la cámara se rinden a la idea del paseo y la deambulación meditabunda. Con el leitmotiv ya habitual en nuestro cine contemporáneo del joven que regresa de una migración profesional, El arte de volver se presenta como ligera y grave o ligeramente grave.

Es decir, la protagonista aparece buscando el apego en quienes dejó y a quienes no parece haber cuidado suficiente en la distancia. Y en ese apego, ahora no siempre correspondido y en varios casos dolido, quiere encontrar una respuesta a sus dudas; deja que opinen sobre sus decisiones y ella opina sobre sus opiniones, sin generar un discurso propio, revelando así su realidad líquida.

Al hilo de esto, resulta antológico y una gran metáfora del carácter de Noemí la secuencia del taxi, donde la vida como representación se expresa con tanta lucidez como tristeza.

Este alarde tan posmoderno deja espacio para momentos de verdad, en medio de otros un tanto forzados. Hay que hablar (hacer hablar a los personajes) para iluminar el rostro de una actriz (uno de los temas de la película).

Y, en este sentido, destaca la cámara serena de Collantes que saca lustre al rostro de Macarena García y de sus compañeros de reparto, dejando que la lucha entre el tono nostálgico y el egoísmo amargo construyan un castillo de naipes de peligroso equilibrio.

Esta ópera prima funciona como espejo parcial de una generación y como ensayo de las incertidumbres de una profesión que hace, de por sí, muy vulnerable a sus intérpretes.

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No existe nada más complejo en el cine que encontrar el punto justo en una tragicomedia, ser capaz de extraer del público la misma dosis de sonrisas que de lágrimas, demostrar que justo así es la vida y conmover al espectador acompañando el viaje catártico de su protagonista. El gran maestro contemporáneo de ello es Alexander Payne. Sin la menor duda, Pedro Collantes se demuestra un discípulo aventajado del cineasta norteamericano con su ópera prima “El arte de volver”.

Sostenida de principio a fin en todas sus escenas por la mejor interpretación en la interesante trayectoria de Macarena García, la extraordinaria actriz interpreta a Noemí, una chica aspirante a actriz que vuelve a Madrid procedente de los USA para hacer un casting para una serie que podría cambiar para siempre su errática e incierta carrera. Pero retornar a la ciudad que dejó seis años atrás es un ejercicio funambulista de alto riesgo porque sus padres ya no son los mismos (maravillosa elipsis que hace que jamás aparezcan en pantalla), su hermana menor ha atesorado demasiadas quejas por su ausencia física y mental, su abuelo está viviendo sus últimos días en la residencia, su ex novio cuya ruptura nunca superó es una presencia fantasmal, su amiga ya no tiene la conexión de entonces y un chico que perpetuamente estaba enamorado de ella se ha rebelado. Hasta el conductor de un taxi es capaz de sorprenderla y sorprendernos a todos en una escena inolvidable.

Nada es como era, todo se desmorona a su alrededor. La vida misma contada mirando a cámara de una manera magistral por Macarena García que está perfectamente arropada por un elenco actoral en estado de gracia: desde el abuelo interpretado por el imprescindible Celso Bugallo hasta su amiga (antes) del alma encarnada por la diosa andaluza Ingrid García-Jonsson, pasando por un siempre inquietante Nacho Sánchez y una sutil y delicada Mireia Oriol.

Todos se entregan en hacer creíbles los constantes vaivenes del drama a la comedia que jamás chirrían y que son precisos y certeros gracias a un extraordinario guión del propio cineasta coescrito junto con Daniel Remón, apoyado en una dirección de fotografía preciosa de Diego Cabezas y una buena partitura musical de Yuri Méndez que siempre sabe acompañar los diferentes tonos del film.

Porque la vida es eso, una inesperada mezcla de drama y comedia, y Pedro Collantes ha sabido plasmarla magistralmente a la primera. Tenemos cineasta para rato.

El primer largometraje dirigido por el montador y cineasta español Pedro Collantes es una película sencilla, en una historia de reencuentros que gira en torno al personaje de Noemí, una actriz que regresa a Madrid después de muchos años viviendo en Nueva York, debido al delicado estado de salud de su abuelo Marcos.
El proyecto se presentó hace un año en la Biennale College Cinema del Festival de Venecia, y en ese mismo escenario es donde ha tenido lugar el estreno de la película, que unos meses después se presentó en nuestro país en la pasada edición del Festival de cine europeo de Sevilla.

La propuesta cuenta con un guion, escrito por el director en colaboración con Daniel Remón, muy bien trabajado y que tiene unos diálogos interesantes que cuentan muchas cosas en poco tiempo, y que se mueve bastante bien en diferentes géneros ya que, siendo una historia dramática, los personajes tienen mucha ironía y no se cortan a la hora de expresar sus sentimientos. El principal problema es que todas las escenas son interesantes y funcionan muy bien de manera aislada, pero se quedan cortas a la hora de desarrollar a los personajes secundarios, y me quedé con más ganas de conocer algo más de Laura (la hermana de la protagonista), Ana (la artista amiga de Noemí que inaugura una exposición de arte moderno), de Carlos (el joven que está enamorado de la actriz), y de Marcos (el abuelo de Noemí y Ana, que está postrado en cama en un hospital madrileño, debido a su delicado estado de salud). Aunque en el fondo esas dudas sobre lo que será el futuro de los personajes tampoco está mal, ya que una vez finalizada la proyección es perfecta para un coloquio posterior en donde cada uno exponga su punto de vista sobre la posición de unos y otros, y cuál puede ser su futuro.

La película tiene un buen inicio, con una escena en donde la protagonista está esperando para hacer un casting, y tiene que aguantar a otra aspirante llamada Sara, que no se calla e interrumpe el repaso de los apuntes que está haciendo Noemí. Esta situación es el ejemplo de lo bien que funcionan cada una de las conversaciones de la película, y lo bien que están insertadas las situaciones de humor en la historia dramática. Hay más cosas positivas, además del guion, ya que la dirección de Pedro Collantes es bastante buena, ya que sabe colocar la cámara en el lugar adecuado para dejar libertad a los personajes para que expresen sus opiniones, sin necesidad de enfoques extraños. En las escenas en movimiento, como la larga conversación entre Noemí y Carlos en un parque, filma muy bien a la actriz y el escritor en esos diálogos tan sencillos y al mismo tiempo con una gran profundidad, teniendo en cuenta que tienen muchas cosas que contarse por llevar mucho tiempo sin verse.
También es divertida la escena en la sala de exposiciones con la protagonista y su amiga Ana, y una de las iniciales en donde la hermana pequeña de Noemí la reprocha muchas cosas, entre ellas que no haya venido antes teniendo en cuenta la enfermedad de su abuelo. Pero si hay una escena emotiva, y que al mismo tiempo me sacó una sonrisa es la de nieta y abuelo en el hospital, en donde se nota el cariño que se procesan ambos. Por último, tampoco es mala la situación vivida en el interior de un taxi conducido por Radu, un hombre de nacionalidad rumana.

El otro punto fuerte del proyecto son las interpretaciones, en especial la de Macarena García, en una de las mejores actuaciones de su carrera, que está creíble en cada una de las situaciones que suceden a su alrededor.
Completan el reparto Ingrid García Jonsson en el papel de Ana, Nacho Sánchez como Carlos, el veterano actor y ganador de un Goya Celso Bugallo que interpreta al abuelo de Noemí, Luka Peros en el papel del taxista, Mireia Oriol como Laura y Lucía Juárez a la que vemos en la escena inicial interpretando a Sara.
Una película que demuestra el gran nivel del cine español actual, con unos proyectos pequeños en cuanto a presupuesto, pero que cuentan historias sencillas, y que recomiendo a ese público que disfruta con las historias de encuentros personales y familiares, que recuerda a otra película nacional estrenada hace poco: "Una vez más (2019)" (cambiando Londres por Nueva York y Sevilla por Madrid).

LO MEJOR: El guion. La actuación de Macarena García.
LO PEOR: Me hubiera gustado conocer algo más de algunos personajes.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net, http://habladecine.com y https://www.estrenosdecine.online/

Hay gente que echa la vista atrás quizás demasiado pronto, en un momento en el que solo debería mirar hacia adelante. A Noemí, la protagonista, las circunstancias la llevaron fuera de España, persiguiendo un sueño que desde aquí parecía alcanzable, pero que solo ha podido tocar con la punta de los dedos.

Y es en ese momento en el que Noemí, protagonista casi absoluta de la obra, decide volver, como bien reza el título de la película, para encontrarse con una vida que dejó atrás. Es entonces cuando se da cuenta de que el mundo ha continuado girando y ella, persiguiendo ese sueño, quién sabe si también huyendo de una vida monótona, se ha quedado algo anclada. Las cosas cambian, las situaciones evolucionan y las personas también lo hacen.

Collantes permite que el espectador forme parte de este viaje de vuelta, tan melancólico como catártico. A través de las historias que componen la película, el espectador puede ver las reflexiones que se exponen desde diferentes puntos de vista según varía el interlocutor. La propuesta del director, también guionista junto con Remón, consigue transmitir emociones de manera contenida y concisa, aunque a veces peca de dar más vueltas de las necesarias a alguna idea.

Desde el principio se ve cómo “El arte de volver” pretende ser una película pequeña e intimista, de esas que atrapan desde el primer momento gracias a la cercanía y naturalidad de unos diálogos que no buscan el artificio. De hecho, éstos son los otros grandes protagonistas de la película, y con ellos compone Macarena García un personaje realmente bueno. La actriz es el alma de la película y trasmite veracidad y tristeza a partes iguales.

Pero no hay motivos para ver el vaso medio vacío cuando puede verse medio lleno. La conclusión también se reserva una dosis de esperanza sobre la que reconstruir, un final en el que volver al origen no se ve como un fracaso sino una manera de reinventarse y cerrar heridas para seguir creciendo como persona.