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Loquilandia

Comedia Dos estrellas del vodevil están rodando una película, pero el director no está satisfecho con ella. Para contentarle, deciden contratar a un guionista joven de desbordante imaginación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
30 de enero de 2011
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrada por la puerta grande y caída hacía la genialidad. Incluye un gag sobre “Ciudadano Kane” cuando ni existían: encuentran la tabla de trineo con Rosebud y se extrañan que no esté quemada.

El control viene desde la sala de proyección (el cámara se ha suicidado) y el punto de vista nos lo da el primo (no reconocido) de los protagonistas… Comienza la lluvia de detalles: inicio musical donde las escaleras se convierten en resbaladizas rampas cómicas hacía títulos de crédito… La iniciales digresiones empapan a la obra de locura a golpe de planos y director: metacine sobre metacine… Se ve la película y se interactúa con el público…

“Hellzapoppin” navega por un territorio inédito hasta entonces: el de la comedia surrealista a base de sketches. Ole Olsen y Chic Johnson nunca volvieron a dar un patinazo de tal magnicidio cómico. Es de un gran estudio y aunque adapta un musical homónimo, con enlaces y momentos incrustados en la película, alcanza el equilibrio entre la falta de ridículo y la genialidad.
Efectos especiales a babor y risas desopilantes a estribor. Los efectos especiales llegan para epatar y su eslogan es prometedor: ‘Si esto es una buena película ¡es un milagro!’. Obviamente estamos ante una locura de película que convierte lo chiflado en risas, lo lunático en acertado, el slapstick un arte, el gag en pintura que destila aroma a talento. Incluso resulta surreal que estuviera nominada al Oscar a la mejor canción por una que no aparece en la película. ¿Un chiste de complicidad de la Academia?

“Loquilandia” es tan loca y barroca que te hará delirar carcajadas.
Maldito Bastardo
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2 de julio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
245/45(26/06/21) Sorprendente comedia muy adelantada a su tiempo en surrealismo, meta-cine, humor absurdo, ruptura de la cuarta pared, todo un akelarre de risas disparatadas, cual film de los hermanos Marx pero multiplicando por infinito sus delirantes gags. El cine es tan grande por cosas como esta, nunca deja de sorprenderme que una cinta con 80 años sea tan moderna es asombroso. Film dirigido por HC Potter para la Universal, en lo que es una adaptación de un exitoso musical-vodevil de Broadway, Hellzapoppin, que estuvo en cartel entre 1938 y 1941, 1.404 representaciones (récord histórico de espectáculos musicales de Broadway), recaudó más de $ 4.000.000 y enloqueció temporalmente a casi 5.000.000 de clientes. Inicialmente previsto el elenco de Broadway apareciera en la película, a excepción de Olsen y Johnson (productores del musical en Broadway), y Lindy Hoppers de Whitey, nadie más de ninguna de las producciones teatrales apareció en la película. Una obra en la que donde parte del humor era interactuar con el público, esto lo proyectaron en cine a romper la cuarta pared, o con los momentos en que los protagonistas en la pantalla se relacionan con el proyeccionista Shemp Howard (este entretenido en quehaceres amorosos). Ello en medio de farsa, gamberradas, travesuras, absurdeces, un caos aparentemente estrafalario que busca única y exclusivamente la complicidad del espectador para sacarle sonrisas de placer blanco.

Un despliegue descacharrante de sketches que se encadena unos a otros de modo electrizante, por supuesto que hay cierto desequilibrio, pero s que es imposible mantener el nivel durante todo su alocado metraje. Cine dentro del cine, riéndose del Séptimo Arte, cohabitando con él de forma desternillante, una explosión incandescente que ha influenciado a posteriores comediantes como Mel Brooks, los Monty Python o al trio Zucker & Zucker & Abrahams. Un maremágnum de sin sentidos puestos en medio de una anarquía propia del hermano demente de Groucho Marx, donde los fenomenales efectos especiales (epítome de esto es ver a los protagonistas medio invisibles) sirven para atomizar el humor irreverente. Todo esto donde la trama resulta una excusa, y de ello por supuesto hacen bromas nuestros protagonistas, pues esta le es impuesta por el productor, con lo que se hacen chanzas de tener que meternos siempre una historia de amor cursi (algo muy de los Marx), donde incluso los números musicales sirven para meternos más bromas.

El comienzo es ya toda una declaración de intenciones, con un proyeccionista, Louie (Shemp Howard), mirando su proyección sobre una pantalla de un musical clásico entonando un tema sobre el Paraíso, entonces las escaleras clásicas de estos números se pliegan y hacen que todos los del escenario desciendan cual tobogán n caída libre sobre unas llamaradas que les llevarán al Infierno, ello mientras pasan los créditos iniciales que acaban con un sobreimpresionado que pone “Cualquier parecido entre Hellzapoppin y una película es pura coincidencia”. Estamos en un caótico Averno donde todos cantan el tema central ‘Hellzapoppin’, poblado por acróbatas, multitud de diablillos con sus tridentes, afilándolos pinchando a incautos que rien al ser torturados, hay gente que es girada en una parrilla cual pollo al’ast, gente que empaquetan en bidones de modo industrial.

Entonces tras unos rayos aparece un taxi, se abre la puerta y salen todo tipo de animales domésticos, con perros, gansos, patos, o cabras, siendo el último u can pequeñito con una larga cuerda y tras él los protagonistas arrastrados por este, uno de los hombres le dice al otro ‘Es la primera vez que un taxi me lleva directamente a donde le digo’. Aparece una mujer desesperada buscando a su pequeño, entonces vemos a un tipo grande buscando a su mami, se tira de un altillo y rompe el suelo, la madre se tira a por él, hay una explosión y sale petróleo del agujero. El taxista pide le paguen la cuenta, vemos es un enano (¿?) que saca una extensa cuenta, Olson (o el otro) le hace una pedorreta que hace estallar el taxi. Entonces los protas se encaran con la pantalla llamando al proyeccionista (entrará más adelante para redoblar la apuesta en un juego de edición de falsa proyección tronchante, donde se mezclan mitades de proyección una película del oeste con indios), uno le dice al otro que eso no puede hacerlo, pero le responde que sí, él le consiguió el trabajo, es el primo Loui, vemos a este cortejando a una rubia. Se da cuenta de que lo llaman, le piden rebobine, este lo hace ante nuestros ojos. Y vemos que la pedorreta ahora convierte al taxi en un caballo con el enano de jockey, y este es elevado para ser sacado del escenario. Un tipo sale queriendo a completar un tres en raya sobre el muslo del caballo, lo hace y vuelve a correr, entonces vemos que estamos en el plató de rodaje de la película y el director (Richard Lane) grita horrorizado ‘Corten!!!’. Y solo han pasado con los créditos 6 minutos, arrollador carta de presentación.

Tras esto viene una discusión de los protas con el director reclamándoles una historia de amor para su film a regañadientes los lleva el productor a ver al guionista, ello mientras aparece uno de los grandes running gag del film con un tipo buscando con una planta a cuestas a Miss Jones, le echan en cara que está en medio del rodaje de una película, a lo que este responde ‘Es cuestión de opiniones’. Entre medias a hay un gag sobre autógrafos y otro sobre elección de fresas. En el camino a ver al guionista pasan por diferentes set de rodaje y por arte de birlí birloque se mimetizan con ellos, desde presos a elegantes del SXVIII (le toman un retrato ¿?), son esquimales (hay un genial gag sobre ‘Rosebud’ de “Ciudadano Kane”), hasta que llegan al guionista (Elisha Cook Jr.), este es un debilucho al que el doctor le ha recetado tres platos de comida (y los ha tomado), aparece otro genial running-gag con una mujer buscando a Oscar,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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16 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque recordaba haberla visto, el siglo pasado, en un ciclo en la 2, su revisión me ha resultado de lo más sorprendente y gratificante. La película es un gozo de humor, lleno de gags visuales, completamente surrealistas, al más puro estilo de los Hermanos Marx, que no tienen desperdicio. Un humor y unos gags que posteriormente retomarían los Hermanos Zucker en "Aterriza como puedas", como el de "¿Puedo tomar una foto? -dice un periodista, y cuando le contestan afirmativamente, se lleva una de las de la pared".

Con un inicio completamente hiperbólico y delirante, una recreación de los cuadros de "El Bosco" pasados por el tamiz de un musical de Broadway, un director de cine trata de convencer a los protagonistas de que un filme ha de tener una historia, y romántica, a ser posible. Y en la historia que le plantea reconoceremos a "Mucho ruido y pocas nueces" de Shakespeare, una comedia de amores no correspondidos y confusiones entre amantes. Pero llevado a la exageración y al absurdo, con momentos antológicos del humor. Nos puede recordar a algunos filmes de los Hermanos Marx, que partían de la misma premisa. Tenemos alguna referencia cinéfila, como a "Ciudadano Kane", "Frankenstein" o "Robin Hood".
Gag tras gag, a ver cual más sorprendente y divertido, es imposible aburrirte y no sonreir con este filme. Incluso los intérpretes parecen pasárselo de fábula con las barbaridades que protagonizan, en especial Mischa Auer, como el timador que se hace pasar por noble ruso y que en realidad sí es un noble ruso. Y el último tercio final es una maravilla, hilarante al máximo, con gags imaginativos y descacharrantes, siempre visuales. No hay nada que sobre en el filme, todo está bien encajado.

De todos los números musicales, hay uno que sorprende. Prácticamente se rueda en muy pocas tomas, de tirón, con unos bailarines afroamericanos- los Harlem Congeroo Dancers- con una precisión absoluta y una velocidad endiablada. Espectacular. También es triste que todos los personajes afroamericanos que aparecen son miembros del servicio.

La realización también sorprende. Incluso emplea imágenes ralentizadas para los saltadores en la piscina, algo que no había visto en películas hollywoodienses de aquellos años. Se juega muchísimo con romper la cuarta pared, e incluso con el formato de la pantalla, como ver sombras de espectadores que se van de la sala o cuando el fotograma se queda atascado. Gags de este estilo los hemos visto en los maravillosos cortos animados de "Looney Tunes".

Sorprendente e injustamente olvidado. Por favor, véanlo. No les dejará indiferentes.
Quinto Sertorio
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17 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película rodada en plena Segunda Guerra Mundial, es importante este dato para analizar lo adelantada que estaba a su tiempo.
Es una comedia alocada y divertidísima sobre Cine dentro del Cine y es antecesora de lo que décadas más tarde Harían Mel Brooks, los Zucker y Compañía y también tiene cierta influencia de los Hermanos Marx.
Una pequeña joya un tanto olvidada en nuestros días y completamente reivindicable.
Saludos
Juan Lopez
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9 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial comedia alocada lanzada hace más de 80 años. Y a pesar de ello se la ve como un producto fresco, de esos que no les afecta el paso del tiempo, emanando una energía arrolladora en el uso del humor. Desde su electrizante arranque triunfa combinando diferentes sketches de (aparente) manera caótica pero resultando orgánico en su desarrollo, todo sucediendo a un ritmo frenético, jugando con el surrealismo y el humor absurdo, rompiendo la cuarta pared o manipulando el film desde la sala de proyección. Cine dentro del cine e innumerables trucos, todos los que uno se pueda imaginar para que el film fluya en este mar de locura, personajes delirantes y escenarios variopintos.

Explota de manera formidable todos los recursos posibles para generar la risa, desde el running gag hasta el slapstick, tocando temas como el sexo, la muerte, el amor… todos ellos con diferentes filtros humorísticos. Y uno puede ver la semilla de un humor que después desarrollarían los Monty Python, los creadores de la pistola desnuda o Mel Brooks por nombrar algunos. También explota el humor cartoon, viniéndome a la mente los Looney Tunes a lo largo de la cinta. Brilla en la puesta en escena, en su variedad y en las complejas secuencias (por ejemplo, en la que van cambiando de escenario y vestimenta con solo cruzar puertas). Y comentar los modernos (para su época) efectos especiales, utilizados de manera funcional, que impulsan aún más la obra a la genialidad.

Remarcar el baile realizado por el grupo “The Congaroo Dancers”, rompedor por la performance en sí y por dar un momento de protagonismo en la pantalla grande a artistas afroamericanos, que no era tan común en aquellos días. Irónicamente en la trama comentan que es una lástima que no están en el programa.

Cinta adelantada a su tiempo que utilizó todos los trucos conocidos (más otros en los que seguramente fue pionera) para provocar la carcajada en el cine. Para todo aquel que disfrute de productos disparatados.
piensaenotracosa
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