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Earwig

Drama. Intriga En algún lugar de Europa, a mediados del siglo XX, Albert (Paul Hilton) trabaja cuidando de Mia (Romane Hemelaers), una niña con dientes de hielo. Mia nunca sale de un apartamento donde las puertas y ventanas siempre están cerradas. El teléfono suena con regularidad, y un individuo conocido como "el maestro" se interesa por el estado de Mia. Un día, Albert recibe instrucciones: debe preparar a la niña y salir al exterior. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2021
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo tan buenas críticas por parte de los profesionales .
La vi ayer en el festival de San Sebastián y me pareció un sinsentido rayando a veces el mal gusto.
Si bien su lúgubre y siniestra puesta en escena y la iluminación funciona, son las dos únicas cosas que considero que valen la pena.
La historia no engancha porque no tiene ni pies ni cabeza. El público salió del cine bastante contrariada.
Marta
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22 de septiembre de 2021
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Bucle personal

Earwig cuenta la historia de Albert, un hombre que cuida a una niña llamada Mia. Todos los días le pone una dentadura hecha con la propia saliva congelada de la niña, que nunca sale a la calle. Un día la voz del teléfono de su casa indica al protagonista que debe preparar a Mia para salir al exterior. Una cinta experimental con toques de terror, que se disfruta en el apartado audiovisual, pero que, en su vertiente narrativa se queda a medio gas.

En la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián está presente esta obra que ha generado mucha controversia por su estilo, unos la aman porque sacan diversidad de lecturas y otros la odian, al no comprender absolutamente nada. Cuando nos adentramos en el film debemos centrarnos en sentirla con todo nuestro ser, para poder experimentar el dolor, el sufrimiento y en ocasiones, lo gore.

Earwig representa a la perfección el sufrimiento del ser humano, que cae una y otra vez en los mismos conflictos, inicialmente sin experiencia alguna, pero que, tras varios errores acaba siendo consciente de su propia realidad. El dolor físico y psicológico no nos permite avanzar y limita nuestros actos, todo ello lo sentimos a través de los personajes, la visceralidad de sus imágenes nos transmiten estas energías en forma de experiencia física.

*La omnipresencia del silencio

Earwig presenta carácter experimental, pero también narrativo. El mayor fallo de la obra es el lío de su trama, omitiendo información y suprimiendo escenas, dejando la historia abierta en todas sus secuencias. La directora está ciertamente confundida con lo que quiere contar y lo transmite a los espectadores, dejándonos como ‘’inútiles’’ ante una historia tan enigmática.

Durante la primera media hora de la obra no existen los diálogos, todo lo sentimos a través de un sonido ambiente excepcional. Lucile Hadzihalilovic tiene muy buenas ideas de dirección, sabe que su historia debe sostenerse por imágenes, por ello juega tanto con su espectacularidad de forma intimista y oscura.

Earwig está plasmada a través de planos detalle y numerosos primerísimos planos que muestran el sufrimiento de los cuerpos humanos con poca profundidad de campo. Una belleza con ciertos toques gore inunda todo, apoyando la teoría de que el cine también puede ser una experiencia vital y no necesita de tramas narrativas. En cierto sentido esta afirmación es cierta, pero en esta obra la experimentación se queda a medias y no es satisfactoria.

*Conclusión

Earwig está dirigida por Lucile Hadzihalilovic. El universo que crea la directora no es suficiente para engancharnos, pero consigue que nos quedemos obnubilados con las imágenes detalladas de espacios y cuerpos. La cinta podría dejar a un lado su parte experimental y continuar con su fundamento experimental, ya que la hibridación no acaba resultando favorable.

Earwig es una apuesta valiente del Festival de Cine de San Sebastián, por un cine que se salga de los márgenes de lo convencional, rompiendo los esquemas de la narratividad. La valentía del festival para algunos ha funcionado, en cambio yo dejo pasar a este torbellino de imágenes que me tienen alucinado, pero no enamorado.

Escrito por Santiago Varela Antúnez
Cinemagavia
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1 de noviembre de 2021
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No la vi en el Festival de San Sebastián ante los comentarios del público que salía de los cines alarmado diciendo que era un rollazo de aupa. Decidí verla en Sitges ante las magníficas reseñas de los críticos especializados y ya con la idea de ver algo raro. Tengo que decir que se me hizo bola desde el primer momento y no pude entrar en la historia que me estaban contando.

Una lentitud en las escenas alargadísimas que termina con tu paciencia es la tónica dominante del film, por lo que hay veces que cuestiono si mis gustos cinéfilos van al revés o nos invade otra ola de gafapastismo y culturetismo ante "obras" que dejan mucho que desear.

La película comienza en algún lugar no identificado de Europa a mediados del siglo XX, donde una niña con dientes de cristal vive encerrada en un apartamento siniestro y lúgubre bajo la estricta vigilancia de un hombre que, llegado un momento, deberá entregarla a un no menos misterioso castillo.

Una atmosfera de terror enfermizo está presente durante todo el metraje y eso es uno de los grandes logros del film, pero un guion tan denso y los pocos diálogos que tiene, no ayudan a comprender a donde quiere llegar la directora con esta extraña historia difícil de entender.

La directora Lucile Hadžihalilović tiene dos largometrajes anteriores "Innocence" y "Evolution" que no he visto, y que después de ver este film se me han quitado las ganas. Esta narrativa de tipo contemplativo esquivando dar respuestas a lo que estás viendo no me resulta nada convincente y creo que comercialmente estamos ante un film de nulo recorrido.
Destino Arrakis.com
videorecord
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30 de septiembre de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película de mi primera jornada del Festival de Cine de San Sebastián, y me topo, a las cuatro de la tarde, después de comer, con el nuevo trabajo de Lucile Hadzihalilovic, que regresaba al festival donostierra tras haber ganado el premio New Directors con su primer largometraje, Innocence, y el Premio Especial del Jurado con su segundo, Évolution. Con este tercero compite también en la Sección Oficial de este año.

En un lugar indeterminado de Europa, mitad del siglo XX, un misterioso hombre llamado Albert cuida a una niña llamada Mia. La labor del hombre es atender todos los días su boca, ya que la niña tiene dientes de hielo, y alimentarla. Periódicamente atiende las llamadas telefónicas del Maestro, que se preocupa por el estado de la niña, hasta que, llegado un día, debe prepararla para que salga al exterior.

Desde el comienzo, con los títulos de crédito, la película nos intenta adentrar en una especie de cuento gótico, en el que los silencios (la primera palabra suena pasados los veinte minutos de proyección), la oscuridad que inunda todo, las texturas sonoras que acompañan el relato y la sobriedad de los actores, ayudan a crear un denso y claustrofóbico ambiente.

Tengo que reconocer que esta adaptación de la novela homónina de Brian Catling no logró engancharme del todo: el rompecabezas que la directora crea con los variopintos personajes que pueblan la historia me deja tan descolocado que salgo con una sensación extraña del cine, por un lado apabullado por su oscura puesta en escena, pero por otro sin acabar de desentrañar su esquiva trama.

A pesar de todo, es de reseñar y agradecer que un festival como éste dé visibilidad a películas como la que ahora nos ocupa, que apuestan más por las sensaciones que por la narrativa.

www.sudandocine.com
Cangurito78
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9 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Earwig (2021) de Lucile Hadzihalilovic

Nota: 8

Una película de atmósfera, de las que si te atrapa no te suelta. Una historia genuina, un valor a la baja en la actualidad, que se imbrica perfectamente con la narración visual y puesta en escena de reminiscencias góticas creando extrañeza y desasosiego tras la aparente seguridad de lo congénere y lo conocido. En este sentido, la ambientación, escritura de personajes (o seres) y manejo de la intriga que consigue la directora durante toda la primera parte de la cinta es admirable. Hay algo que está ahí aunque no podamos acceder a ello. Hay secuencias que se apilan sin un tiempo como inventario.

Destacar un tratamiento del sonido sublime y de vital importancia debido a la ausencia de diálogos en gran parte de su metraje. Consigue meternos de lleno, no sé si en la piel de los protagonistas porque siempre hay un distanciamiento, pero sí en la diégesis. Buen diseño de producción y localizaciones. Magnífica fotografía en cuanto a color, luz, sombra, encuadre, desenfoque… Lucile y Jonathan saben a qué juegan para hacer que nos perdamos en el frío y oscuro mundo que esbozan, siempre estético, algo así como un melancólico y enquistado estado de ánimo que todo lo inunda.

Un cine con peso. Una obra para saborearse lentamente y aprender a mirar de nuevo.

@laquimeracultural
Andreu Todo
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