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Juicios mediáticos (Serie de TV)

6,3
339
Serie de TV. Documental Serie de TV (2020). 6 episodios. Esta docuserie sobre crímenes reales examina algunos de los juicios más impactantes de la historia y analiza cómo pudieron influir los medios en los veredictos. Producida por George Clooney y Grant Heslov.
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
16 de mayo de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Examina algunos de los juicios que más repercusión han tenido desde los años 80 hasta la actualidad en USA. Combinando imágenes de archivo de los mismos juicios como entrevistas personales actuales a los abogados, jueces, periodistas y familiares de los implicados en los mismos.

Cada capítulo trata sobre un juicio y no esperen encontrar algunos de los más mediáticos como el de O.J. Simpson o el de Rodney King, porque estos no están incluidos en la serie documental. La calidad de cada capítulo depende del caso a tratar, y en la mayoría de los casos fueron juicios televisados por lo que hay imágenes de los mismos.

La temática es diversa, lo que es de agradecer, aunque eso repercute en la calidad del conjunto. Casos como los de Amadou Diallo, un joven inmigrante guineano muerto por 41 disparos efectuados por policías, Bernhard Goetz el justiciero del metro, Jonathan Schmitz el asesino del show de tv, un caso de delito económico Richard Scrushy, un caso de la violación de Cheryl Araujo (en el que se basaron para hacer la película “Acusados” con Jodie Foster) y finalmente el más reciente y para mí el que más desentona de todos, el del gobernador Rod Blagojevich y su acusación de cohecho y fraude.

La serie sirve para ver las lagunas del sistema judicial anglosajón, aquellos que se puedan permitir el mejor abogado puede ser absueltos y sobre todo lo influenciables que son los jurados populares. En los juicios más mediáticos, los medios de comunicación pueden a llegar a manipular las supuestas decisiones imparciales de los jurados e incluso la sentencia de algún juez como se demuestra en varios de los juicios descritos.

La justicia no solo es ya un televidente más sino que además se ha convertido en un show de la misma, como el ya famoso Court TV, canal dedicado a la retransmisión de juicios. Solo falta que sean los espectadores los que decidan sobre la culpabilidad de los acusados, mandando un sms a los teléfonos abajo indicados.
sulfuman
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20 de mayo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie que analiza en cada episodio algunos de los juicios más mediáticos de las últimas décadas, exponiendo los hechos, mostrando sus implicaciones sociales, los motivos por los que llamaron la atención de los medios, las razones que convirtieron a esos casos en eventos muy seguidos, los testimonios de los implicados, sus repercusiones. Hay capítulos para todos los gustos: emotivos, pintorescos, indignantes, e incluso humorísticos. Los veredictos suelen ser, en ocasiones, desconcertantes, y prueban lo fácil que resulta engañar a un jurado.

El documental viene producido por George Clooney. Sorprende que el caso que se trata en el segundo episodio sirviera de inspiración a parte de la trama de la película del Joker. Estoy de acuerdo con lo que he leído acerca de que el último capítulo, el del gobernador, desentona bastante. La serie no destaca por su profundidad, pero acierta a explicar de forma clara lo sucedido.
Jackie Daytona
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28 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juicios mediáticos - Trial by Media

Resultan a cual más impactantes los seis episodios de la serie documental “Juicos mediáticos”, disponible en la plataforma Netflix. Sin escatimar detalle, cada episodio describe un caso particularmente llamativo en la segunda mitad del pasado siglo relacionado con juicios que tuvieron una gran repercusión mediática entre la ciudadanía estadounidense.
El denominador común de todos ellos es que fueron televisados. Los jueces permitieron introducir las cámaras en los juzgados y los medios se encargaron de convertir estos juicios en un auténtico espectáculo circense, un entrenimiento para un público fascinado de seguir los procesos judiciales como si fueran la trama de un culebrón venezolano o el Talk Show de Oprah Winfrey. Y como todo lo que en este perro mundo acontece obedece al designio de los hombres, tras el colorido telón del jolgorio colectivo se esconde un gran negocio. Tanto la generalidad de la prensa escrita como emisoras de radio y cadenas de televisión ven multiplicarse las audiencias al tiempo que se disparan sus cuentas de resultados.
Desde abogados -conscientes de la influencia que la opinión pública ejerce sobre el resultado y de la lotería que supone la adjudicación de un caso que les proporcianará fama y dinero-, familiares de víctimas y acusados, amigos, testigos presenciales y todo tipo de rarezas terrenales participan con orgiástico entusiasmo bajo la gran carpa nacional del festín gratuito.
Y así es cómo una enfervorecida multitud, en la que la emoción prevalece sobre los frágiles cimientos de la razón, se convierte de pronto en un implacable juez corporativo que dicta sentencia desde el sofá de su sala. Las opiniones se dividen -serán cambiantes a medida que transcurra el litigio- y la sociedad se enfrenta, las calles se llenan de manifestantes de uno y otro bando, mientras organizaciones políticas, civiles y religiosas jalean a la masa para dirigir el agua hacia los cauces de sus respectivos molinos. Nada nuevo bajo el sol, tal como estamos comprobando ahora con la densa polvareda que ha levantado el caso Floyd.
La serie aporta una ingente cantidad documental y lógicamente todo el material televisivo que las cadenas almacenaron en sus archivos. Abogados, fiscales, jueces y expertos en la materia nos ofrecen su testimonio aportando al documental seriedad, veracidad y una sustanciosa información que facilita al espectador la comprensión de ciertos aspectos legales con los que no está familiarizado.
Y permítanme terminar, mis improbables lectores, con una necesaria reflexión: deberíamos tener presente cada minuto de nuestras vidas la insoslayable responsabilidad de discernimiento crítico que como ciudadanos nos concierne. De otro modo estaremos condenados a engrosar las filas de esa incontenible turbamulta que cercena cualquier posibilidad de hacer de este mundo un lugar más habitable.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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21 de julio de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientemente ha llegado una nueva serie documental, cortesía de Netflix (que en el campo de los documentales está sembrado últimamente), y que se diferencia del resto por tratar juicios populares pero teniendo más en cuenta su repercusión mediática. La propuesta ya es llamativa de por sí, pero estamos, sin lugar a dudas, ante una grata sorpresa, que (lamentablemente) apenas ha hecho ruido y que merece ser recomendada, porque se trata de una serie tan necesaria e interesante como fascinante.

La serie se compone de seis episodios, de menos de una hora cada uno, donde se abordan mediáticos casos donde la prensa tuvo mucho que decir y donde el público dio un veredicto antes de que el juez dictase sentencia. Hoy en día las cosas han cambiado un poco, sobre todo debido a las revolucionarias pero temibles redes sociales, pero no está de más comprobar el sensacionalismo con el que se abordaban ciertos asuntos, debido a una televisión y prensa que estaba dispuesta a todo con tal de ganar audiencia y encandilar al público.

Todos los aspectos técnicos de la producción están cuidado al milímetro, conjugando estupendamente las imágenes y vídeos de archivo con entrevistas actuales a las personas que lo vivieron en sus propias carnes, dejando que el público reflexione al final de cada episodio y saque sus propias conclusiones. 

Y es que la estupenda serie no busca dar un veredicto o juzgar la situación (aunque hay casos en los que es imposible no posicionarse y se nota cuando lo hacen), sino más bien plantear el conflicto para que cada uno piense al respecto sobre lo sucedido, al rescatar juicios que quizás sean muy conocidos en los Estados Unidos pero que un servidor desconocía por completo, por lo que eso añade atractivo a la propuesta al desconocer el caso en sí. 

El primer episodio, Entrevista Letal, es de lo más atractivos, al abordar un asesinato que es consecuencia directa de uno de esos programas tan populares en los 90 en los que se daba una sorpresa (a veces desagradable) a algún conocido mientras millones de personas observaban el show y la más que segura humillación. Estamos ante un caso algo similar al que sucedió en la versión bastarda made in spain, que no fue otra que El diario de Patricia, y donde también sucedió una desgracia hace años. 

Seguramente estemos ante el capítulo con más sustancia y cinismo, al ser un ataque indirecto (aunque tengo serias dudas de si es directo) a este tipo de programas donde todo valía y que, afortunadamente, han quedado relegados a un segundo plano, aunque ahí siguen los show de salseo, de los cuales no importa dar nombres porque todos sabemos cuales son. Pocas cosas cambian.

El segundo episodio, El justiciero del metro, es igual de fabuloso, ya que trata un caso complejo y con una verdad oculta, que no es otra que la defensa propia de un individuo (blanco) contra otros cuatro (negro) en un vagón de tren. La verdad es que da que pensar y demuestra que no todo es lo que parece. Una maravilla.

El tercer episodio, 41 disparos, es directamente más dramático y con menos mala baba, pero no por ello menos interesante, ya que nos cuenta la triste historia de un inmigrante que fue abatido en la puerta de su casa por cuatro agentes de policía (todos ellos blancos) con 41 disparos. Obviamente es un asunto de rabiosa actualidad y se puede relacionar sin problemas con lo que está sucediendo ahora mismo en los Estados Unidos en la era Trump. De nuevo, algunas cosas no cambian. Junto al quinto, el más necesario y prácticamente de visionado obligatorio.

Con el cuarto episodio, El rey, es cuando el nivel baja un poco, ya que se nos cuenta el caso de un empresario corrupto que tenía arte para embaucar a la gente. Quizás tuviese repercusión mediática en su momento, pero no lo he visto a la misma altura del resto y creo que desluce un poco el cómputo general, aunque no es un mal capítulo. 

El quinto episodio, El bar, es duro, ya que aborda un caso de violación que recuerda demasiado a la película Acusados, protagonizada por Jodie Foster. Es otro tema que, lamentablemente, sigue estando de actualidad aunque, afortunadamente, se aprecia que los tiempos han cambiado un poco a mejor, ya que se escucha cada cosa en la hora de duración del capítulo, que madre mía. Otro episodio imprescindible y que os dejará pensando.

Por último, el sexto episodio trata sobre un político americano supuestamente corrupto, contándonos como la opinión pública le machacó sin piedad. Un poco superior al cuarto capítulo pero en la línea, aunque tiene elementos interesantes y su final es tan inesperado como hilarante. No sé a qué están esperando en Hollywood para hacer una película con Tom Cruise de protagonista.

Por lo tanto, estamos ante seis episodios donde cuatro son más que recomendables y espléndidos (aunque me quedo con los dos primeros, por su originalidad y cinismo) y dos se quedan un poco más en tierra de nadie, pero tampoco sin desmerecer al conjunto final.

En conclusión, estamos ante una producción cuidada y muy lograda, que está haciendo menos ruido que la muy inferior Misterios sin resolver (más que nada porque la han vendido mucho peor...) cuando es una propuesta más que recomendable y casi de obligado visionado. Espero que tenga una segunda entrega (cosa que dudo), ya que estamos ante una de las mejores series documentales del momento. Imprescindible. 

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Javi McClane
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