Todo por la pasta

Decía Urbizu, que ese Bilbao no existe ya, el Bilbao de la reconversión industrial, donde los 80 eran un cuadro sórdido en el que los barrios repletos de paro, drogas, delincuencia, todo aderezado por el terrorismo en un engrudo infecto.
Es una película muy cruda, donde todos quieren la pasta del atraco, unas para largarse de allí como sea, otros para su lucro propio y otros para operaciones de guerra sucia.
En la línea del mejor cine negro Español.
La alusión más o menos directa al GAL, y las situaciones entre personajes, están muy bien unidas entre sí, el desarrollo de personajes, aunque salgan unos minutos son sólidos y creibles y hay momentos de tensión espectaculares, Resines hecho un energúmeno toda la película y Maria Barranco en un ay! perenne.
Es una obra que da una visión del ambiente social en el pais vasco de el final de los 80 a variados niveles, bastante real y sobretodo, que se atreve en un género en el que el cine Español ha patinado muy a menudo. Una notable incursión, que no deja indiferente, un buen director que una década después un poco más al sur pero en otro ambiente no menos sórdido pese al "glamour", destacó su talento en la caja 507.

Resulta que en este país, aparte de la enésima película sobre la guerra civil, (nuestro Vietnam) sabíamos hacer cine de genero. Bueno, Garci se había sacado de la manga las dos partes de El crack, pero el problema es que en la España de los 80 no podías ser Philip Marlowe, ni pretender seguir los pasos de Dashiell Hammett. Entonces Urbizu toma la inteligente idea de no seguir el modelo americano clásico y hacerlo todo "a la española". O mejor dicho "a la bilbaína". Por que esa Euskadi de los 80, gris, industrial, que parece sacada directamente de El pico (La influencia de Eloy de la Iglesia es palpable) se convierte en un personaje mas de la película.

¡¡Resulta que Antonio Resines es un buen actor ¡¡ Seria una sorpresa para muchos en su momento, para mi desde luego no. La interpretación que hace aquí es antológica, lejos de la mojigatería que muestra Alfredo Landa en El crack. He oído muchas veces que Resines tiene cara de español medio, de vecino de alado y de ahí parte de su éxito. Discrepo. Tiene cara de
poli chusquero de los 80 joder. Y si no me creéis, ver esta película. Es la mejor interpretación de su carrera. Y es que no basta con poner cara de malote para parecer un tipo duro. Recientemente Urbizu, después de varias desastrosas comedias, volvió al genero con La caja 507, y ahí era José Coronado el que hacia de matón estreñido y con cara de cafre, pero las diferencias con el poli hijoputa que hace aquí Resines son notables. Supongo que son tantas como las que ahí entre un buen actor y un mal actor.

Cine negro a la española que por supuesto no tuvo continuidad y permanece como una rareza. ¿Para que meternos en estos fregaos si para esto ya están los americanos? El caso de Urbizu es significativo, después de esta sus dos siguientes películas fueron, atención (redoble de tambores):

-"Como ser infeliz y disfrutarlo".
-"Cuernos de mujer".

Tócate los huevos Pepito.

El cine negro y el thriller son una de las lagunas del cine español. La penuria se hace más evidente dentro de la corriente que abunda en la industria americana: thriller de denuncia, crítica de determinados aspectos sociales, estamentales o políticos.

Según Urbizu "Las redes de corrupcion policial eran conocidas y todos sabiamos lo que estaba pasando, pero tampoco queríamos que esa dimensión estuviera en un primer plano". De ahí que al fondo aparezcan los mercenarios portugueses.

La historia avanza por dos caminos paralelos:

a) la doctora de una residencia de ancianos + una actriz de espectáculos pseudopornos.
Verónica y Azucena funcionan muy bien como figuras antagónicas, su comportamiento desvela facetas escondidas que las enriquecen como personajes: la falta de respetabilidad de la primera y las ganas de respetabilidad de la segunda.

b) 4 policias. Ningún policia es lo que aparenta ser. Todos dejan al descubierto lo más inquietante que llevan dentro. Incluso el único policía no implicado en la corrupción arrastra amargura y tristeza al tiempo que su comportamiento violento y compulsivo parece más propio de un paranoico peligroso que de un agente del orden.

Ambos grupos quieren recuperar el botín robado en un bingo por una banda de atracadores.

Hay alternancia de situaciones resueltas con agilidad, una buena planificación y montaje, dibujada antes por Urbizu.

No faltan las presencias esperpénticas: Macario, El Ruedas, las gitanas, el ciego, la señora que recibe en la fábrica, la hermana y el hijo de Pereda, Casares y la fauna del show porno.
Figuras que no son un decorativo telón de fondo, enriquecen la tipología humana de la ficción, destilan autenticidad. Igual ocurre con los tiroteos, secuencias de acción y las muertes.

Todo por la pasta es una película vasca, filmada en Euskadi, producida y dirigida por vascos, capta un paisaje genuianmente vasco (Bilbao transformada en urbe típica de thriller gracias al trabajo de A. de la Iglesia como dtor. artístico) y atenta a una problemática con derivaciones vascas. Habla sobre el asesinato político y las mafias policiales sin ponerse trascendente, sin concesiones al realismo. Termina siendo amoral, como las mejores películas del cine negro. No juzga ni etiqueta a los personajes.

Para nuestra desgracia, no tuvo continuidad.

La acción nos traslada a un Bilbao mugriento en el que se está cociendo un golpe a la caja fuerte de un bingo. Policía, chulos putas, gitanos, mafiosos de tres al cuarto, todos andan metidos tras el botín. Un ansia, la de hacerse con el dinero, que abrirá un mar de sangre, una trama adictiva y novedosa (dentro del panorama español), en la que los cruces de caminos por los bajos fondos bilbaínos nos mantendrán a la expectativa, viendo que hostias pasa con el dinero, los senderos por los que transita, los cruces y giros a los que se tendrá que enfrentar el botín.

‘Todo por la pasta’ es un producto de alta calidad. Cine español del bueno. Su punto fuerte, sin duda alguna, es la ambientación de ese Bilbao cochambroso, el espacio donde transcurre la ensangrentada acción. Algo que debemos al buen hacer, de un por entonces desconocido, Alex de la Iglesia (dirección artística). La trama, en la que se verán metidos todo tipo de personajes, permite tener un reparto amplio, de gran talla, en la que excepcionales secundarios (Pilar Bardem, Luis Ciges, Álex Angulo) complementarán a una “inocente” María Barranco, una espabilada como Kiti Manver o al honesto de Antonio Resines, el único al que se la suda el dinero.

Peces gordos metidos de lleno en harina, corrupción policial, mafiosos casposos, gente de la noche, sicarios y, qué ironía, hasta un convento de monjas, se verán envueltos en la locura de los cincuenta kilos (kilo por millón) de pesetas. Dejénse llevar, de la mano de Urbizu y De la Iglesia, por los bajos fondos de Bilbao en busca de dinero y poder, de honor y traición, de sangre y fuego cruzado. Gran película.

Hace un tiempo, cierto amigo me dijo: "Le van a dar a Resines un papel en El Capitán Alatriste. Que quieren, que esté todo el día con la escobilla del water?". Me temo que aquel personaje no había visto la auténtica mala leche que Resines es capaz de destilar en pantalla, y de la cual hace gala en esta película. Sin duda, habría sido una gran actuación de no malograrse (por aquel accidente de moto que tuvo).
El principal mal que aqueja este film es el que padecían muchas obras de su tiempo: querían hacer cosas serias, pero no tenían ni un duro (pues por aquel entonces aún había duros) para hacerlo, y no como ahora, que el cine español se basa mayormente en obras subiditas de tono de jovencitos cachondos. Ojalá aquel ansia de tramas serias (que recoge la Caja 507 o El Lobo) volviera a nuestros días.
"Todo por la pasta" es auténtico ambiente barriobajero, es cruda, es bestia y es directa, pero desgraciadamente, todo queda bañado por ese aire cutre de la escasez de medios. Los personajes son buenos: la puta estúpida, los típicos criminales de medio pelo, la trepa capaz de manipular a su madre por conseguir el dinero, el poli violento pero honesto, y los otros polis que no son tan honestos pero son igual de bestias (la escena de Pepón Nieto de las puñaladas es tremenda). Los escenarios son los correctos: mezcla una trama de simple macarrería callejera (reflejada en barrios marginales, calles sucias...) con intrigas terroristas (la obra está ambientada en Bilbao, y la ETA es personaje obligado, aunque logra evitar emitir juicios políticos a la vez que insinúa la presencia de los GAL), sin dejar de ser por ello coherente (es más, da interés a la trama).
Así que esto es una pena. Las interpretaciones son buenas y el guión es lo suficientemente sólido como para ser un thriller entretenido (aunque esté lejos de la genialidad), pero la factura, la música y la falta de medios limitaron el alcance de lo que podría haber sido un buen ejemplo de cine español.