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Blues in the Night

Drama. Musical. Cine negro "Jigger" Lane forma una banda que incluye a la cantante Ginger "cara bonita" Powell, esposa del trompetista Leo Powell, Nickie Haroyen y Peppi. Todos ellos se dedican a tocar "blues". Sin dinero, montan en un vagón de carga, donde conocen y traban amistad con un gánster que ha huido de la cárcel, llamado Del Davis. Éste les ofrece un trabajo en un bar de carretera de Nueva Jersey, donde Powell se enamora de Kay Grant, ex-novia de Davis. ... [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anatole Litvak fue uno de esos realizadores europeos que, como tantos otros, se trasladó a Estados Unidos a continuar con su carrera cinematográfica, y también, al igual que otros, fue allí donde logró sus mejores películas, moviéndose con variaciones de talento en todos los géneros: el melodrama musical, la historia de gángsters, films de guerra, comedia romántica… En la década de los 30 y 40 Litvak firmó sus trabajos más interesantes, logrando en 1948 la cima como director, con una de las obras maestras del Film Noir, “Voces de muerte” con Barbara Stanwyck, o con la formidable “Nido de víboras” con Olivia de Havilland.

Pues bien, uno de esos títulos semidesconocidos que todo director posee en su filmografía es “Blues in the Night”, un melodrama con tintes de cine negro, y con la utilización del blues y jazz como metáfora de un modo de vida, de una filosofía. Llama la atención que otro grande del cine, Elia Kazan, aparezca como actor en una de las pocas veces que apareció delante de una cámara de cine; otro realizador, no tan conocido ni tan cualificado, Richard Whorf, dio vida al personaje principal, un alegre y jovial músico, apasionado de lo que hace y que decide montar con ayuda de sus inseparables amigos una banda de blues y jazz con la que actuar en locales, ganándose la vida haciendo aquello que ama. Uno de los pocos elementos negativos de “Blues in the Night” es precisamente la interpretación de Richard Whorf, quien al lado de los secundarios, sobre todo Wallace Ford y Jack Carson, se empequeñece debido sobre todo a la muy evidente falta de expresividad de Whorf. Algo parecido le pasa a la cara de muñeca Priscilla Lane, con un personaje menos importante de lo que aparenta; en cambio Betty Field está fantástica en su papel de "femme fatale", poniendo toda la carne en el asador por resultar odiosa.

Litvak hace un retrato sencillo, con ligeros toques de comedia, sobre la vida del músico viajante haciendo hincapié en la importancia de la unión para sobrevivir. Poco a poco el director va cambiando hacia un drama de corte negro, sobre todo a partir de la aparición de Kay Grant, papel a cargo de la mencionada Betty Field, una muy peligrosa mujer especialista en quitarles absolutamente todo a los hombres que se prendan de ella. Una excelente película en la que litvak coquetea con el melodrama y el cine negro, y nunca se decanta enteramente por uno, pero sí lo baña todo con una muy buena selección de temas musicales, casi todos obra del gran Johnny Mercer, con música de Harold Arlen, destacando entre ellos el que da título a la película.
Juan Marey
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16 de junio de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es ademàs un film intenso,doloroso, como el blues. Tiene una buena historia con personajes bien definidos y bien interpretados todos. Buenos números musicales. Cine negro, fuerte. Betty Field. Buena peli la verè otra vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jules Oldstone
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4 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película comienza con sencilla factura cinematográfica y hace gala de una ágil cadencia para que la acción se acomode sin dificultad al ritmo de blues que delimita los márgenes de una trama que se plantea sin artificios.
Luego un inesperado giro sorprende al espectador porque el argumento decide visitar las sombras del drama y asume una línea discursiva más compleja y ramificada en la que caben el romance, el alcohol, la amistad y otros sentimientos que a veces se tiñen de esperanza y otras de zozobra.
Pero siempre domina la estupenda interpretación de los protagonistas, la perfecta técnica narrativa y la sobresaliente ambientación que acredita a pesar de su precariedad material.
Así es como A. Litvak consigue que la pantalla exhiba una efectividad sin límites que deja prendido en el ánimo no sólo el disfrute de buen blues sino también la conciencia de haber asistido a la representación de una excelente historia muy bien contada.
ABSENTA
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20 de junio de 2011
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una mezcla de musical y cine negro, con más elementos de aquél. La parte de cine negro corre a cargo de Lloyd Nolan, que incorpora un agrio gánster propietario de un garito. En la parte musical un quinteto de jazz ameniza la función. Entre los actores sorprende la rubia de The Roaring Twenties, cuya carrera fue bien breve, y el gran Elia Kazan como incipiente clarinetista: suponemos que tras su poco afortunada intervención decidió abandonar esta faceta artística y dedicarse a concebir grandes películas.
drelles
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24 de febrero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película tiene todos los mimbres para ser una gran película pero, sin embargo, para mí, no lo es tanto.
Con guion a cargo de Robert Rossen y Elia Kazan y con Anatole Litvak al frente en la dirección, podríamos apostar que íbamos a ver algo grande y, desde luego, no podemos dejar de apreciar que posee grandes momentos, tanto en el aspecto musical que, creo, hará las delicias de los aficionados, como en su realización y su trama, que entronca con el cine negro y algo de melodrama social al plantearnos el recorrido de una banda de músicos, desde sus inicios como grupo en medio de la Gran Depresión y sus aspiraciones a encontrar su propio ritmo, mientras se van bandeando por ahí tocando en garitos de mala muerte y viajando en mercancías de un lado al otro del país.

Al mismo tiempo nos relatan los pequeños dramas personales de sus integrantes y la cinta va cogiendo interés en su segunda mitad con la aparición de Betty Field encarnando a la prototípica femme fatal que llegará para fastidiar el cotarro y sembrar la cizaña y es a partir de ahí donde la película adquiere verdaderos tintes dramáticos, menos mal, porque si no, creo, esto no habría dejado de ser una especie de documental de música, sólo apto para los aficionados.
Con escenas de cierta audacia ( los delirios), buena música que no hay que perderse ( en la cárcel, en los vagones, en los garitos...), la plasmación de los dramas personales tienen gran interés aunque se presentan superficiales excepto en el caso del protagonista al que le conceden más importancia, más la buena interpretación de parte de su elenco ( aunque no el protagonista principal y esa es la lástima) hacen del conjunto una labor meritoria y curiosa pero no deja de ser, en mi opinión, una oportunidad desperdiciada en la que he sentido, en más de una ocasión, cierta sensación de atropello por parte de la estructura en la narración, bastantes prisas e incluso cierto sentimiento de improvisación y artificialidad que no se consigue camuflar nada bien.

El final, como cabe suponer y sabrán los que me conozcan, me encanta. Ahí sí que me he quedado a gusto.
Izeta
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