Masterson de Kansas

Permitid que os hable un poco de William Castle, un tipo de lo más peculiar. Empezó a dirigir películas de bajo presupuesto hacia 1943, preferentemente de intriga, que encadenaba como morcillas. A partir de los 50, le dan más dinero y reparte sus esfuerzos entre cintas de aventuras y westerns. Pero lo que realmente le dio fama fueron sus películas de terror, que aderezaba con trucos fuera y dentro del cine, "marca de la casa". Le hacía la competencia al propio Hitchcock. Sus extravagancias le granjearon el aprecio de los cinéfilos, pese a que dichas obritas dejaban bastante que desear. Recordemos Macabre, Mr. Sardonicus, Homicidio o El caso de Lucy Harbin, en la que contó con una decadente Joan Crawford.
Masterson de Kansas es una muestra de su estilo económico y lacónico. Bat Masterson (un rocoso e inexpresivo George Montgomery) ha de evitar que ahorquen a un inocente, porque además de no haber cometido el crimen del que le acusan, los indios se pondrán como una moto si le tocan un pelo. A tal fin deberá contar con la ayuda de su eterno enemigo Doc Holliday (un contenido James Griffith), tuberculoso y propenso a desenfundar con celeridad. Para colmo, ambos compiten por los favores de la vivaracha Amy Merrick (una apetitosa Nacy Gates), hija del tipo al que quieren linchar los malvados ganaderos. Todo esto lo cuenta Castle sin perder demasiado el tiempo, con los tiroteos, peleas a puñetazos y miradas torvas de rigor. Con 70 minutos da por finalizado el espectáculo, bien apañadito y empaquetado para consumo de sesiones dobles. La hemos visto mil veces, pero no nos hemos aburrido ni un momento.
Para amantes del western poco exigentes.

Película de serie b donde aparece un correcto reparto encabezado por el especialista del género George Montgomery.
La acción puede que sea previsible pero no por eso dejamos de estar ante un correcto, ameno y entretenido western de serie b donde se narra una versión de la vida del legendario Bat Masterson.
No esperen una obra maestra pero para pasar el rato bien vale.
Un saludo.

No hay más alternativas en Dodge City a la altura de 1870. Rápido con el revólver, duro con los adversarios ... o el cementerio.
Destino final de las grandes manadas de reses que llegan de Kansas para embarcarlas en vagones con destino a Abileene para ir de allí a los mercados del Este, en las praderas de Dodge se dejaba al ganado unos días para recuperar peso antes de venderlo y pagar a los vaqueros.
Y ahí estaba el problema, que estos pastos eran propiedad de los indios en virtud de uno de tantos tratados de paz que incumplían por sistema los poderosos ganaderos, "Leyes blancas defender mentiras blancas". Pero ahí estaba ayudando a los débiles Amos Merrick el Pacificador (Maxwell) y su bella hija Amy (Gates).
Naturalmente, al olor del dinero fresco Dodge había desarrollado toda una industria para hacerse con él a base de cantinas, garitos, pistoleros y mesas de juego. Y ahí estaba para ello Doc Holliday (Griffith), con su gran enemigo el sheriff Bat Masterson (Montgomery) y, para templar gaitas entre ambos, un discreto Wyatt Earp (Cowling).
Personajes bien conocidos todos ellos. Lo que ya no lo es tanto es que el trasfondo histórico es real, pues tanto Masterson como los Earp y Holliday coincidieron en Dodge y en Tombstone.
En cualquier caso nos encontramos con una cinta dotada de un ritmo trepidante, de continua acción. Ya desde el comienzo asistimos a un enfrentamiento vibrante entre Doc y Bat con frases como cuchillos que parecen conducir al inevitable duelo que, finalmente, consigue aplazar Wyatt como amigo común. Sigue un juicio con falsos testigos y la correspondiente condena a la horca de un inocente ante el enfado del gran jefe Halcón Amarillo, "Demasiadas mentiras no dejar oír verdad".
En fin, cantinas, tahúres, pistoleros, indios, ataques a diligencias, soldados de Caballería ... amor. Todo en poco más de una hora. No se puede pedir más en menos tiempo. Deberían aprender estos nuevos directores que necesitan dos y hasta tres horas para no decir gran cosa.
Guion bien trabado, sólido, creíble, desarrollado con una dirección solvente, acostumbrada a salir a flote con presupuestos modestos. Buenos paisajes y excelente ambientación de interiores, pero sobre todo personajes interesantes, coherentes. Lo mejor sin duda junto al ritmo dinámico.
Una vez más Doc se erige como el gran protagonista de la historia. Con su tuberculosis a cuestas, su as de picas predilecto y sus manías de jugador. "Nunca mato por dinero, rompe la buena racha en el juego. Ahora si la suerte me es esquiva ..."
Cinta poco conocida pero muy interesante, con un trasfondo histórico real bien tratado. La recomendamos, aunque solo sea por ver de nuevo a Doc Holliday.