Haz click aquí para copiar la URL

El signo de la muerte

Drama. Terror. Intriga El periodista Carlos, del diario Excelsior, y Lola, reportera de la Nación, tratan en vano de entrevistar al sabio doctor Gallardo, director de un museo precortesiano, que habla en una conferencia del perdido códice Xitle. El códice trata de un sacrificio ceremonial de cuatro jóvenes a las que se arranca el corazón con un puñal de Obsidiana. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8 de junio de 2023
Sé el primero en valorar esta crítica
Museos y crímenes han constituido el argumento de numerosas películas de terror ... y cómicas.
Ahí esta la famosa serie "Noche en el museo" (2006, 2009, 2014) heredera en cierto modo de la televisiva "Belfegor el fantasma del Louvre" (1965) y, sobre todo, "Los crímenes del museo de cera" (De Toth, 1953).
Con esta ultima emparenta más "El signo de la muerte", de hecho estuvo a punto de llamarse "El crimen del museo". En la misma intervienen dos intrépidos periodistas enamorados que compiten por alcanzar con sus artículos la primera página de sus respectivos periódicos.
Se trata de la bella Lola Ponce (D'Orgaz) que se ocupa de la crítica cinematográfica y que lo tiene difícil por su condición de mujer, "No publicamos recetas de cocina en la primera plana", "La esposa en la cocina". Y de Carlos Manzano (Perrín), cronista de sucesos de "El Excelsior" que no tarda en reconocer el carácter sacrificial de algunas muertes, "¿Cómo puede relacionar crímenes pasionales con asesinatos de apaches emplumados?"
El Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía de la ciudad de México constituirá un magnífico fondo. Al frente del mismo el Dr. Gallardo (Orellana), un estudioso del viejo códice prehispano Xilitla que anuncia la vuelta del mundo azteca tras el sacrificio de cuatro doncellas predestinadas que presenten "El signo de la muerte", a las que hay que arrancar el corazón con un cuchillo de obsidiana.
La parte cómica descansa en Cantinflas (Moreno), un joven estudiante de Arqueología que hace de guía en el Museo pese a su habla dificultosa, y en Medel (Medel) una especie de inspector que va de un lado a otro sin mucho sentido. Es sin duda la parte más floja que lastra irremisiblemente la cinta.
La historia es interesante, el guion se sostiene, pero la realización es muy mediocre. Demasiados personajes pululando por allí, narrativa muy confusa, ritmo irregular con momentos interesantes siempre en escenas rituales en el interior del Museo que alternan con otros francamente bufos. La mejor cuando el sacerdote descubre a su hija en la mesa de los sacrificios al retirarle la máscara de oro.
Drama tragicómico con toques gore y de terror de cierta calidad, pero echado a perder por una comicidad escasamente graciosa de la que tienen poca culpa los cómicos.
Cinta que no pasa de regular. Aun así gustará a los seguidores de Cantinflas o a los que disfrutan con el terror de los museos. Con reparos al resto.
Lafuente Estefanía
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de abril de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Lo que uno comprueba viendo películas de Cantinflas de esta primera época en que aún no era protagonista absoluto y que están temporalmente inscritas en la llamada "Edad de Oro del Cine Mexicano" es el vigor de aquella industria hoy olvidada, palpable incluso en películas del montón como esta.

Y cómo se trataba de adaptar e imitar con frecuencia modelos hollywoodienses: si el otro día comenté aquí "Aguila y Sol" (Arcady Boytler, 1938), para decir que me parecía claramente deudora del musical 'backstage' de la Warner o la RKO, esta "El Signo de la Muerte" parece, por su parte, una copia de tantos clásicos de serie B a mitad de camino entre el terror, el misterio y el policial producidos algo más al norte por, por ejemplo, la Universal

Y es que el argumento y la ambientación podrían ser muy intercambiables, amén de que quienes lleven el peso de la trama y de la investigación sean periodistas, los insertos de primeras planas para hacer avanzar la acción o la tópica imagen de la rotativa en la transición entre escenas.

Y si el personaje del profesor de Arqueólogía (Carlos Orellana) parece claramente una versión de Boris Karloff, el de su inquietante ayudante (Max Langler) es claramente devoto de otros interpretados por John Carradine o Irving Pichel en aquellas películas.

Lo que desentona bastante en comparación con esas otras películas son los segmentos de comedia absurda y astracanada, protagonizados por Cantinflas y Manuel Medel, su habitual pareja cómica de entonces. Sobre todo, porque el filme no es predominantemente nunca una comedia o una parodia, ni tiene ese tono, como sí sucedería años más tarde, volviendo a los referentes estadounidenses, en las cintas de Abbott y Costello que parodiaban los clásicos de la Universal o, ya puestos, en algunas de "The Three Stooges".

O sea que el problema de la peli y lo que choca bastante es esa indefinición en el tono, ese agregado y superposición algo tosca (no una hábil mezcla) de géneros. Porque en cuanto a su centralidad argumental, la película pretende ser otras cosas (hay quien incluso la ha calificado como un 'slasher' de los años 30 y, de hecho, su director, Chano Urueta, sería algo después uno de los directores de terror mexicanos más célebres y prolíficos), a mitad de camino entre el terror, el misterio y el policial, y hasta con sus dosis de romance en plan 'screwwball comedy', con periodismo y mujer empoderada por medio, al modo de "Luna Nueva" (Howard Hawks, 1940).

Por tanto, hay que ser un poco indulgente con esta película si se quiere disfrutar de ella. Pero les aseguro que, siquiera sea a ratos, y pese a su decurso un poco a trompicones, es posible, pues hay momentos en que se convierte en un despendole bastante divertido. Y entrañable pese a sus incoherencias.
Echanove
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow