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Una segunda madre

Drama Val es una asistenta interna que se toma su trabajo muy en serio. Sirve a un adinerado matrimonio de São Paulo día y noche, y cuida a su hijo adolescente, al que ha criado desde su infancia y con el que tiene una relación muy especial. El orden de este hogar parece inquebrantable, hasta que un día llega desde su ciudad de origen la inteligente y ambiciosa hija de Val, Jessica, a la que había dejado al cuidado de unos familiares en el ... [+]
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
28 de junio de 2015
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribía Charles Dickens que encontraba más meritorio que unos padres pobres fueran capaces de atender debidamente las necesidades de sus hijos. Le parecía encomiable el hecho de que alguien desahogado económicamente fuera generoso e hiciese sacrificios por los suyos, pero estimaba mucho más cuando estos sacrificios venían de gente que apenas tenía nada y que era capaz de quedarse sin comer para ver a su familia bien alimentada. Eso es algo que sucedía en el siglo XIX, que sucedía antes y que se sigue produciendo hoy día, porque las clases sociales siempre han existido y lo seguirán haciendo, no todos nacemos iguales. Tradicionalmente, en las clases pudientes era común tener a mujeres que se encargaran de la crianza de los hijos, incluso desde los primeros tiempos de lactancia, caso de las nodrizas. De este modo, personas importantes en los destinos de muchos países, dinastías de reyes y nobles, pasaron sus primeros años teniendo a otras mujeres haciendo el papel de madre, generalmente mujeres humildes que se las vieron y se las desearon para criar a sus propios hijos al tener que hacerse cargo de los ajenos. Y sobre esa relación entre madres “de iure” (las biológicas) y las “de facto” (las sirvientas) nos habla la película brasileña ‘Una segunda madre’.

Para muchos, Brasil es ese país de Sudamérica donde se juega al fútbol, se baila samba (especialmente en los carnavales), hay playas de ensueño y las mujeres son hermosas. Pero aunque algunas de esas características se produzcan, también es un país con una desigualdad social tremenda, con ciudades cargadas de barriadas pobres (las célebres favelas) donde se hacinan miles de personas con pocos recursos. Esa visión menos paradisíaca de Brasil ya nos la han mostrado en los últimos años películas como ‘Ciudad de Dios’, ‘Tropa de élite’ o ‘Carandiru’. Algo que en cierto modo también hace ‘Una segunda madre’, aunque su tono es más amable. Val es una buena mujer, que trata de hacer su labor lo mejor posible y que también coge cariño por el retoño al que cuida, aunque eso le reporte estar lejos de su casa y de los suyos, algo que se pondrá en cuestión cuando llegue su verdadera hija, Jessica.

Jessica pertenece a otra generación y no acepta el estado de las cosas. Si la madre es una mujer resignada y de cierta manera está satisfecha con su destino de servir a otros, la hija se opone y exige que se les trate como iguales, a pesar de las diferencias de clase. Unas diferencias que no tardarán en hacerse sentir por parte de los señores de la casa, que a pesar de su apariencia amable y desinteresada no tardarán en dejar patente quiénes son los que están al mando y en poner en su sitio a los que consideran sus sirvientes.

La directora Anna Muylaert mantiene un acertado tono entre lo cómico y lo dramático para que no se le escape de las manos una trama que podría haber dado lugar a un melodrama social y que se queda en una interesante radiografía de la sociedad de su país. Una radiografía que también pueden ser aplicable a las relaciones humanas a nivel general (incluso las amistosas o las amorosas), tantas veces fundamentadas en el gregarismo, donde unos adoptan el papel de mandamases y otros el de súbditos, sin plantearse un cambio o una ruptura de ese orden. A ello ayuda especialmente la labor de su actriz protagonista, Regina Casé, que sabe encarnar a esa mujer con el corazón dividido, que desarrolla con humildad su trabajo y se ve envuelta en toda una lucha de clases en la que le toca tomar partido.

‘Una segunda madre’ empezó el año con fuerza, siendo reconocida con el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance y el Premio del Público en la sección Panorama del de Berlín y es una película que merece una oportunidad, a pesar de que a muchos les pueda dar pereza ver cine que no proceda de los grandes centros de producción. Esperemos que pueda hacerse un hueco por nuestros lares este verano, en medio de las grandes apuestas de temporada, que siempre tiene más mérito hacerle un poco de caso a estas cintas de repercusión más humilde pero de un interés fílmico muchas veces mayor que el de los grandes trasatlánticos de Hollywood.
travis braddock
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3 de julio de 2015
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brasil, ese país exótico de fútbol y mujeres hermosas bailando en el carnaval, pero también de grandes desigualdades. Aunque el interés desde el resto del mundo se centre en el primer aspecto, esta vez se nos muestra la segunda; y lo hace a través de la relación de una criada y sus jefes, pero especialmente las de estos con sus respectivos hijos, y con los del otro. Los expertos dicen que una de las pruebas más fiables para comprobar el nivel de desigualdad de un país es comparar el salario de los padres con las de sus descendientes; si los hijos de los ricos tienen por general sueldos muy altos, y en cambio los vástagos de los menos favorables siguen recibiendo los salarios más humildes, el resultado es un país desigual en la que el puesto de siervo o amo se hereda, de la misma forma que se hacía en la no tan lejana Edad Media. La humilde criada de esta película lo ve con naturalidad, pero no su hija. Ella no se ve como la sierva de nadie, y con un gran esfuerzo hará todo lo posible para no serlo nunca. Un esfuerzo que no es solo suyo, sino de todos los hombres y mujeres de Brasil y del mundo, que quieren cambiar el mundo por uno más justo.

Aunque la protagonista a primera vista sea la madre, el gran peso de toda la trama recae sobre los hombros de su hija: sin ella, simplemente, no habría historia. Antes, en esa mansión todo estaba en su sitio, cada pieza estaba colocada exactamente en su sitio, parecía un paraíso aislado de las miserias de las calles de su país. Pero con la llegada de la hija de la criada, todo cambia, el orden que parecía inquebrantable se cae como un castillo de naipes. Esa familia burguesa no es tan perfecta como parecía. Al principio, los tres miembros de la misma tratan de alagar a la recién llegada, pero poco a poco irán mostrando su verdadero rostro, cuando la careta de las buenas intenciones caiga para mostrar las verdaderas intenciones que tienen cada uno de ellos para con la hija de su criada. Además, se va haciendo más palpable lo que se intuye desde el primer momento (y que da nombre al título), y es que el hijo de la familia adinerada se siente mucho más cómodo con su criada (y niñera) de lo que jamás ha estado o estará con sus progenitores.

La directora brasileña Anna Muylaert acierta con el tono, entre el drama y la comedia, con el que cuenta la historia; consiguiendo un gran equilibrio en el que no cae en ningún momento en el melodrama, ni se queda en lo superfluo. Destacando también en su trabajo, la muy acertada elección de encuadres, que “atrapan” a los personajes dentro del escenario, mostrando cuál es el sitio que le corresponde a cada uno, del cual no deben salir. La trama se desarrolla con un buen ritmo, mostrándonos de forma completamente creíble la evolución de sus personajes; donde también influye la labor de todo el reparto. En este aspecto hay que destacar la gran actuación de Regina Casé, dando vida a la servil y sumisa criada, que consigue dotar de un gran humanismo al personaje.

Una película que acierta al plantear y ejecutar su crítica social, y que cuenta con ciertos toques buñuelescos, como cierta similitud con “Diario de una camarera”, y especialmente “Susana, demonio y carne”. Al mismo tiempo, sirve para recordar al público (o al menos, a todo aquel que le conceda la oportunidad) que se puede hacer cine de calidad fuera de Estados Unidos y Europa.
Time Bandit
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13 de septiembre de 2015
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desvivirse por los demás y que todos te den por descontado… pocas veces se ha retratado tan bien, con tal primor y amor al detalle cotidiano la perseverancia entregada, la inmensa ternura de una madre abnegada, sacrificada, trabajadora y ausente, que dejó a su hija, allá en el pueblo, al cuidado de una amiga para poder sacarla adelante entrando como empleada doméstica al servicio de una familia burguesa adinerada y pudiente de la gran ciudad. Hablamos de Brasil y si bien reproduce con verosimilitud y calado una realidad local, esta historia ha ocurrido en muchos lugares y en muchas épocas de similar forma y personajes análogos. Tiene una validez universal.

Al servicio de los demás. Con paciencia, callado desprendimiento, renuncia expresa a los placeres cotidianos para poder ofrecerle a los demás una atención, un cuidado, un acompañamiento sin huecos ni fisuras, sin desfallecimientos ni olvidos. Vivir para los demás y encontrar como válvula de escape a tanto amor al hijo de la casa a quien ella cría como un hijo propio. Como trasunto de su alejada y distante hija que no comprende su ausencia, no entiende su lejanía, no comparte su visión del mundo ni su escala de valores. Y que crece extraña, ajena, con una ilusión sin servidumbres ni ataduras, con una cotidianidad que no por saludable tiene mucho de ceguera voluntariosa de la realidad y de los sacrificios que implica mandarle un dinero a casa todos los meses del año.

Pero el amor y la abnegación no implican ofuscamiento de la mente ni extravío de la voluntad. Cuando hay un motivo para retomar la convivencia o ponerse – de nuevo al servicio – a apoyar a su hija en su difícil encrucijada vital, no lo duda y aunque pocas veces se ha movido por el propio bien, le mueve ahora el llamado de la sangre, del amor postergado, de tantos años de renuncia, sueños y quimeras. Dar el paso para liberarse implica decir a tiempo un no y abrazar a pecho descubierto un sí, con la vulnerabilidad a flor de piel y al amor como estandarte. Sacar adelante desde la cercanía y en un acto de voluntad suprema marca la libertad de una mujer que nunca ha ido libre ni ha vivido como tal.

Quizás demasiado blanda y esquemática, algo simplona y de una ñoñería tópica y estereotipada, pero en todo caso eficaz, se ve con sumo agrado y simpatía y reconforta comprobar que en todo momento podemos tomar las riendas de nuestra vida. Solo hace falta dar un paso. Y chapotear.
antonalva
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19 de julio de 2015
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anna Muyalert: Gracias por hacer algo tan maravilloso, único y a la vez transmisor de esperanza.
Regina Casé: Gracias por tu naturalidad, tu frescura, tu cercanía, todo lo que tocas lo conviertes en alegría y lo bordas.
Los demás personajes: Desde muy bien, hasta bien.
Debajo de una comedia fresca costumbrista, aparentemente ligera, mil filigranas psicológicas que describen a la perfección los sentimientos de los personajes y su búsqueda personal de la felicidad según lo que debe ser, o lo que debería ser o no ser la relación sirviente/amo.

Uno sale del cine con sensación de que así es la vida: cada uno tiene lo que se merece, pero para encontrarlo hay que ir a buscarlo.

Lo peor: Solo una interpretación no me convenció del todo: el padre, personajes bien delineado por otra parte, pero le falta algunos matices para convencer plenamente al espectador.

No apta para snobs. Todos los demás, os encantará... ir a verla, pero mucho mejor en versión original portuguesa.
saratomatoes
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9 de junio de 2015
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anna Muylaert como directora y Regina Casé como actriz de la peli pasan a ser iconos del cine. A la directora brasileña le ha quedado una película tierna, esperanzadora, social, profunda y ha contado en el papel estelar con una estrella de la gran pantalla: Regina Casé. A esta actriz le sale todo bien, transmite una energía y una felicidad única, tiene unos planos míticos difíciles de olvidar como los de la piscina. En fin, lo borda.

Plantea muchos temas y muy interesantes del universo femenino. El tema de los cuidados de hijos e hijas por madres que han tenido que migrar y dejarlos al cuidado de terceras personas también mujeres para trabajar cuidando a los hijos de otras mujeres. Una realidad que llega a los 10 millones de mujeres en Brasil que se dedican al cuidado doméstico pero que también podemos ver en nuestro entorno inmediato.

En este contexto surge la subversión de clases, pero también de género. La hija llega a la casa donde trabaja la madre y desde luego no se siente sirvienta de nadie. Aquí aparece la labor de empoderamiento que ha realizado la escuela de pedagogía crítica seguidora de Paulo Freire. Incluso la joven cita al maestro que ha introducido esos planteamientos políticos en su educación. De este modo la educación se percibe como emancipadora y lo que es de destacar en esta película es que se ha elegido a una chica para representar esa liberación y superación personal gracias a este tipo de proyectos pedagógicos. La línea de opresión que pasa de madres a hijas, se corta con esta oportunidad que se ofrece a la joven y que en este caso no dejará pasar. Otros temas que afectan a las mujeres se tocan lateralmente como el acoso que el patrón puede ejercer sobre la mujer que trabaja para él.

En fin, papeles estelares para mujeres y una problemática esencialmente femenina que pone el acento en el tema de la sostenibilidad de los cuidados en el entorno familiar así como el valor de la educación como valor emancipador de las jóvenes y esperanza de cambio para sus madres.

https://cineparatodas.wordpress.com/2015/06/08/que-hora-ela-voltauna-segunda-madre/
AFRI
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