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Nuestro tiempo

Drama En una ganadería de toros bravos en el campo sobrio de Tlaxcala vive una bella familia cosmopolita; en cada rincón de este planeta se siente agonizar el mundo viejo, aunque los niños, las visitas frecuentes y la tecnología de la comunicación contraponen con modernidad la existencia diaria. Esther lleva el rancho con poder y gracia; Juan, escritor reconocido, se da a la crianza de las bestias. Cuando Esther se enamora de otro hombre, ... [+]
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2018
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
A continuación, se proyectó a las 20:30 una de las películas que más rabia nos dio perdernos en San Sebastián: la grandiosa Nuestro tiempo, nueva película de Carlos Reygadas que se estrenó en la Sección Oficial de Venecia. El escritor Juan gestiona un rancho de toros bravíos con su bella mujer y su familia, cuca y urbanita. La reposada existencia campestre se antepone a la angustia tecnológica de su vida laboral y de la realidad de sus hijos. Esta paz se verá trastocada sin remedio cuando su mujer Esther tenga un romance con Phil, tras lo cual él nunca será capaz de superar esa infidelidad pese a múltiples intentos. Un excesivo, desgarrado e introspectivo melodrama de desencuentro y rencor. Una película de conflicto pequeña pero dimensiones pantagruélicas. Intimismo familiar y romántico exaltado por la grandeza del escenario. Una película pausada pero visceral en su sensualidad y emoción. Un filme que pone a sus personajes en tesituras incómodas y exige al espectador a adaptarse a un viaje intenso e intrusivo. Tan terrenal como lírica y evanescente. Malickiana en su tono y en el planteamiento del diseño sonoro y del uso de voces en off. El formato panorámico del filme es su mayor virtud, en una película realizada como los ángeles. Panorámicas, travellings de acercamiento, tomas áereas en avión, seguimiento de lejos y de cerca de los bovinos…la fascinación estética que entra por el ojo es continua. Igualmente, la naturalidad y verdad que transmite unos personajes interpretados, con libertades narrativas, por sí mismos (Reygadas interpreta al protagonista) capta nuestro interés por la trama y lo mantiene pese a los meandros y tropiezos. Pues hay unos excesos narrativos y una divagación que hace flaquear el conjunto, estancándose en reiterativas broncas de pareja y recalcando su nociva sexualidad. Y su excesivo metraje no siempre queda justificada. Con todo, una estupenda película, la mejor de la semana.
Néstor Juez
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4 de octubre de 2018
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El quinto largometraje del mexicano Carlos Reygadas es, como es habitual en su cine, una película que busca salirse de las convenciones, llena de riesgos y que interpela directamente al espectador.

De casi 3 horas de duración, ‘Nuestro tiempo’ es quizá su película más accesible, narra la historia de una pareja de esposos, él de nombre Juan, (el propio Carlos Reygadas), es un reconocido poeta que además vive en un rancho donde tiene una ganadería que cría toros salvajes. Juan vive con su mujer, Ester (Natalia López, esposa en la vida real de Reygadas), y sus hijos, ella se encarga de la operación y tareas administrativas del rancho.

Ambos han formado lo que parece una sólida relación, basada en el respeto y confianza mutua, con la libertad de tener encuentros sexuales con terceros, siempre y cuando se le informe al otro de lo sucedido, pero todo empieza a desestabilizarse cuando Esther tiene un encuentro con Phil (Phil Burgers), un socio de su marido entrenador de caballos, y es Juan quien descubre que ella le ha omitido contarle lo sucedido.

Para esta película, Reygadas se pone también delante de la cámara y es junto a su esposa quienes protagonizan esta historia intimista en la que un hombre supuestamente liberal se consume por dentro ante lo que el cree una acción deshonesta de su cónyuge, por lo que se obsesiona para tratar de descubrir eso que el plantea como un engaño, espiando y recriminando ante el natural desgaste de la situación, pero lejos de la mirada machista que algunos han querido insinuar.

Quizá la película no termina por justificar su excesiva duración, pues son varios los momentos que se perciben reiterativos, pero a pesar de ello, la narración resulta hasta cierto punto ágil, a pesar de los conocidos largos planos que Reygadas suele rodar, el relato no deja una sensación de ser largo y pesado, sino lo contrario.

Si bien, algunas secuencias no consiguen ser lo pretendidamente profundas e incluso alguna raya en lo superficial, en términos generales ‘Nuestro tiempo’ alcanza ciertos momentos notables, donde se mezclan imágenes de una fascinante incomodidad con otras plenas de una innegable y poética belleza.

http://tantocine.com/nuestro-tiempo-de-carlos-reygadas/
Quique Mex
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8 de septiembre de 2019
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro tiempo

Desde “Roma”, la última y laureada realización de Cuarón, no había visto cine mexicano. Pero hace un par de días, “Nuestro tiempo”, el último trabajo del chilango Carlos Reygadas, director y autor del guion como ya es habitual en él, me sorprendió gratamente por el poder de sus imágenes y la fuerza que imprime a algunas de sus escenas. Me resultan sobrecogedoras y de inigualable belleza al punto de que pocas veces antes había sentido esa sensación de íntima y turbadora emoción ante una pantalla de cine.
Reygadas abre el filme con una larguísima secuencia en un día luminoso ante una gran charca cenagosa en algún lugar del campo mexicano. Un numeroso grupo de niños de todas las edades, algunos adolescentes, se divierten retozando en el lodo, lanzándose barro o persiguiéndose por la tierra reseca y cuarteada que rodea la laguna. La cámara se mueve nerviosa, de un lado para otro, como si batallara por unirse a la algarabía. Nuestro director consigue contagiarnos esos momentos de espontánea y despreocupada felicidad vividos en nuestra infancia. Esa primera escena justifica ya el precio de la entrada. Y es impresionante y de un realismo sobrecogedor cómo un toro bravo embiste a una mula y después de cornearla con saña durante un tiempo que se hace interminable, se aleja con las vísceras de la víctima colgadas de una de sus astas ensangrentadas. Y no es menos estremecedora cuando el mismo animal ataca a otro miembro de la manada hasta despeñarlo por un acantilado. En otro momento, Reygadas coloca la cámara en la tripa de un avión de pasajeros que en plena noche sobrevuela la ciudad de México abriéndose paso entre nubes mientras abajo un fabuloso mar de luces aparece y desaparece ante nuestros ojos.
Una fotografía algo brumosa capta con admirable verosimilitud la brega diaria en una ganadería de toros bravos. Descargan su furia lluvias torrenciales, zimbrean los matorrales sacudidos por el ímpetu del viento y el incesante berrido o el relincho de las bestias son testigos ineludibles de este agreste escenario durante las casi tres horas de metraje. Filma con maestría y a veces a gran distancia, panorámicas que magnifican la inabarcable majestad del paisaje en las que personas y animales quedan intencionalmente empequeñecidos.
Sin embargo, ni la historia que nos cuenta Reygadas, ni las petulantes pretensiones de sus personajes, ni los enrevesadas lazos de amistad, amor y odio que supuestamente les encadenan y ni mucho menos, la absurda y contradictoria realidad sobre la que se articula su existencia, logran involucrarme en un relato que no solo me resulta quimérico sino decididamente extravagante. El principal conflicto sobre el que pivota todo el argumento está tratado de forma recurrente y pretenciosa, gira en círculos, me agota y no encuentro motivos que justifiquen tanto hilo para tan poco zurcido.
El propio Carlos Reygadas y su esposa Natalia López -muchísimo mejor intérprete que su marido-, junto a algunos de sus hijos, conforman la columna vertebral del reparto aportando así, imagino, un sustancial ahorro al presupuesto.
Celebro haber visto esta película, hay mucho de buen cine en ella y es de agradecer el loable esfuerzo del mexicano por distanciarse de los modelos tradicionales para experimentar nuevas fórmulas cinematográficas que sin duda habrán de procurarnos en el futuro grandes satisfacciones.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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22 de junio de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Carlos Reygadas no es sencillo, aunque tiene su público y es muy apreciado por los festivales europeos y gran parte de la crítica. A nivel personal lo considero un cineasta con estilo propio y que, pese a sus excesos, me había convencido en "Luz silenciosa ( 2007 )" y "Post tenebras Lux ( 2012 )", que son las dos películas del director mexicano que había visto, y por lo tanto tenía bastantes ganas de ver esta propuesta que se presentó en el pasado festival de Venecia y posteriormente en la sección Horizontes latinos del de San Sebastián. La película es más convencional que las otras películas del director, y se inicia con una larga escena en donde los protagonistas son unos niños y niñas que se encuentran en una actividad escolar pasando un día en el campo al lado de un río cubierto de fango. Ese inicio tan interesante y prometedor se mantiene cuando la historia se traslada al que será el escenario central, el de un rancho situado en el estado mexicano de Tlaxcala, en donde se desarrollan unas historias de infidelidades, celos y envidias, que afectará a la convivencia en ese lugar y a la relación personal de los protagonistas y de otras personas que se encuentran en la capital del país.
El asunto central tiene un buen planteamiento inicial, pero con el paso de los minutos se va transformando en un culebrón con un tercio final decepcionante y con un guion bastante mejorable.

Es una películas más convencional y asequible, si la comparamos con las películas anteriores del director ( al menos con las dos que he visto ), y aunque sigue teniendo elementos habituales de su cine, que son sellos de identidad de Reygadas, pero que no se explotan suficientemente en este caso, y se van diluyendo con el paso de los minutos. Me refiero a esa dirección en donde busca enfoques originales, uno movimientos de cámara naturales que funcionan bien y saber retratar bastante bien el cielo y sus atardeceres y la esencia de las localizaciones naturales principalmente en ambientes rurales. Reygadas vuelve a tener un protagonismo interpretativo, pero a diferencia de otras películas en un papel más importante, el del escritor Juan Díaz, el marido de Esther, y que tiene que lidiar con una difícil situación cuando se entera de un engaño o omisión ( ese es tema importante de debate en la segunda mitad de la película ).

A nivel interpretativo no me convence su actuación y lo mismo me ocurre con el otro actor protagonista, el de Phil Burgers, en el papel del gringo que trabaja en el rancho. Lo mejor a nivel interpretativo es Natalia López que tiene el personaje protagonista central, el de Esther, y que exceptuando una escena en la parte final, en donde está exagerada con unas sillas de por medio, está creíble en sus momentos de más alegría y en los más dramáticos. El problema principal es que el guion es bastante flojo, y con unos giros difíciles de entender, y con un tercio final que termina aburriendo y se hace pesado, teniendo en cuenta que además la duración de casi tres horas es excesiva. La ausencia casi total de música me parece un acierto, y el proyecto puede tener su público, aunque no tengo tan claro que guste a los incondicionales del director mexicano.

LO MEJOR: La actuación de Natalia López. Las imágenes de los aterdeceres.
LO PEOR: El tercio final. Su excesivo metraje.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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28 de octubre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reygadas sorprende en todas su películas creando un cine nada convencional. En esta película sobrecoge ver al director-actor interpretándose a a sí mismo en escenas en las que, en algunos casos, prescinde de la interpretación para mostrarse en una situación documentalmente real: al menos a mí me dio la impresión de que no interpreta a alguien "embriagado" sino que está realmente "embriagado", que no interpreta un llanto desconsolado, sino que estalla en lágrimas reales. La escena final de las reses de ganado es de un prodigioso e incomprensible alarde técnico y poético. Benditas tres horas de duración.
juanpejim
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