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Tres páginas de un diario

Drama Tres páginas de un Diario, estrenada en septiembre de 1929, fue la segunda versión cinematográfica de la novela "Diario de una Perdida" de Margarethe Bohme. Curiosamente, la primera fue interpretada en 1918 por Erna Morena, actriz que un año antes había protagonizado "Lulú", adaptación de la obra de Frank Wedekind que fue, también, el título que unió por vez primera al realizador alemán G.W. Pabst y a la actriz norteamericana Louise ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
21 de octubre de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres páginas de un diario adapta una novela escrita por una mujer, que transcurre en la época del káiser Guillermo II, inmediatamente anterior a la de la república de Weimar en que se rodó la película; lanza una mirada crítica hacia el pasado reciente, con una visión descarnada de su hipocresía social y de la doble moral sexual reinante, que permitía casi todo a los hombres y nada a las mujeres.

Desde esta perspectiva, la película retrata un mundo en el que, por encima de las diferencias sociales, un mismo destino unifica la condición de la criada seducida por el señor, de la hija de éste seducida por un empleado, y de la viuda precedida en el derecho de herencia por un familiar en primer grado del difunto: todas ellas deben abandonar la casa en la que viven, lo que las conduce a las opciones del suicidio, el burdel o la caridad.

Los oportunos desmayos de la protagonista Thymian en los momentos de sus “caídas” sexuales pueden verse como una concesión a la moralidad de la época (era problemático que una película mostrara el deseo de una mujer fuera del matrimonio manteniendo una mirada positiva hacia ella), pero también expresan una verdad más profunda: la imposibilidad de que las mujeres pudieran tomar decisiones, decir “sí” o “no”. Thymian, tal como la película nos la muestra, está a la vez cerca (en su mezcla de inocencia y desenvoltura) y muy lejos de Polly, que canta la balada del sí y del no en la Ópera de cuatro cuartos de Brecht y Weill (que Pabst llevaría al cine dos años después):

Lo que hay que hacer es abandonarse
No se puede ser fría como era yo.
Tantas cosas pueden darse
La respuesta no es siempre “no”.

(Traducción de Miguel Sáenz)

Frente a Erich Von Stroheim, a quien podría hasta cierto punto compararse, Pabst no parece especialmente interesado por la polémica y el escándalo (su visión de las relaciones sexuales resulta por ello mucho más moderna), y su representación de los momentos de redención moral carece de sentimentalismo.

La película retrata con frialdad y lucidez un mundo implacable, en el que los débiles (no necesariamente mujeres) se convierten irremediablemente en víctimas. El dinero resulta omnipresente, y los personajes lo cuentan chupándose los dedos. La denominada erótica del poder pocas veces habrá sido retratada de forma tan transparente como en la escena en que la directora del reformatorio dirige los ejercicios de gimnasia de las reclusas.

Fiel reflejo de una época que se proyecta mucho más allá de su época, la película destaca por encima de todo por la precisión en la caracterización de sus personajes, incluso los más secundarios, que se convierten en figuras inolvidables: el guardián calvo del reformatorio y el vendedor callejero de salchichas; los finos labios del afeminado conde Osdorff y la mirada triste de la implacable ama de llaves Meta. Es como si los personajes registrados de forma tan certera por el objetivo de August Sander, por el lápiz de Georg Grosz, cobraran movimiento para inscribirse en un retrato sociológico nada favorecedor.

En ocasiones la película avanza hasta la caricatura, pero el tono predominante es de contención expresiva, en el espíritu de la nueva objetividad. La narración, intensa y elocuente sin necesidad de intertítulos, resulta de una modernidad sorprendente -al igual que la belleza intemporal de su protagonista, Louise Brooks.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el pastor de la polvorosa
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3 de abril de 2009
23 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iba bastante entusiasmado por haber encontrado esta película de la preciosa y genial actriz Louise Brooks. Esa actriz que conquisto el corazón de Jolivú, y huyo de él para rodar en Europa. Desgraciadamente, llego la censura, y ella, una mujer libertina (se acostó con Chalin o Aldous Huxley, entre muchos otros) y bastante moderna (Otra cosa que nunca se le perdono), fue condenada al olvido por el Star System, terminando como cajera de unos grandes almacenes.

En la dirección tenemos a uno de los pesos pesados del cine mudo; G.W. Pabst. Actriz y director ya habían trabajado en la estupenda y muy sensual "La caja de Pandora", donde Louise Brooks hace el papel que tanto le caracterizo (venía haciendo ese tipo de papeles desde hacía años) y tantos amores y odios creo.

Pero cuando llevo 15 minutos de película ya he fruncido el ceño en más de tres ocasiones. La historia es torpe, y tontorrona. Mi amada Louise Brooks hace el papel de una inocente y angelical chica que se desmaya cada 10 minutos, y los hombres aprovechan para violarla. Intuyo que pretende ser una crítica a la sociedad, porque la familia resuelve que la culpa es de la chica (iba con un vestido blanco inmaculado precioso) y la mandan a un internado. Nuestra heroína va dando vueltas por el mundo, sufriendo mil problemas (con desmayos y violaciones varias) y a la que todo el mundo le da la espalda. Su padre ahora se casa con una mujer que la odia, la busca la policía, su familia da su hijo en adopción, ella trata de encontrarlo...

Un drama en toda regla pero fallido, porque la historia no resulta creíble en ningún momento. Y sorprendido descubro que esta película ya no se puede ver con los ojos actuales, hay que ponerse las gafas de 1929 para comprenderla y entender su crítica a la doble moral del momento. Y aún así, me cuesta seguirla por momentos.

G.W. Pabst por otro lado, no está por la labor de mantener su merecida reputación de genial director con gran puesta en escena. Se centra en nuestra heroína, la muy brillante Louise Brooks, que salva los muebles gracias a cada gesto de su cara. Sólo ella consigue hacer creíble que una mujer con un sorbo de champán se desmaye.

La música (es una película restaurada, por tanto la música es bastante actual) tiene partes preciosas que consiguen transmitir la tragedia que vive nuestra heroína.

En fin, Louise Brooks tan preciosa y buena actriz como siempre. Poco más.
The_End
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17 de septiembre de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada en 1905, “Tagebuch einer Verlorenen” (Diario de una Perdida), fue la sexta novela de la alemana, Margarete Böhme (1867-1939), y el éxito fue tal que vendió millones de ejemplares, fue traducida a 14 idiomas, se hicieron de ella varias adaptaciones teatrales… y ha sido llevada dos veces al cine: la primera en 1918, dirigida por Richard Oswald, con el título: “Das Tagebuch einer Verlorenen”, y con tan solo una hora de duración.

Al considerarla una “reformadora social” por promover la emancipación femenina y pretender que cada mujer sea dueña de su propio destino, en la Alemania nazi su novela fue censurada… y es muy probable que haya estado entre los libros que, en su crasa ignorancia, alguna vez pusieron en la hoguera. Pero, como lo ha demostrado la historia, toda protesta y toda censura contra el arte y la información objetiva, al final fortalecerá y dará permanencia a lo que se quiere prohibir.

24 años después de su publicación y 11 desde que fuera llevada por primera vez a la pantalla grande, la novela de la señora Böhme fue trasladada de nuevo a guion por Rudolf Leonhardt, y sería el prominente director, Georg Wilhelm Pabst, quien la convertiría en una obra cinematográfica imperecedera. Desde Adán y Eva nos venimos comiendo todo lo prohibido… ¡pero los censores jamás aprenderán!

La escritora, como luego lo harían otros escritores (y no sé si antes) se vale del recurso del diario encontrado, para revelar así que su historia tiene mucho de verdadera (o de autobiográfica); pero, Pabst, prefiere contar la historia de manera directa, dispuesto a dejar bien plasmada la falsa moral y la hipocresía de ese siglo XX que venía avanzando con pasos retorcidos manteniendo a las mujeres a merced de la prepotencia masculina.

La historia nos habla de una adorable jovencita, Thymian Henning (en la novela, Gotteball), quien, acabando de cumplir 16 años, resulta abusada y embarazada por el asistente de su padre en la farmacia de su propiedad. Tras negarse a contraer matrimonio con Meinert (su abusador) con el contundente argumento: “No lo amo”, a Thymian le será arrebatada la bebé que será entregada a la partera para que haga de madre sustituta… y enseguida será entregada, ella, a un reformatorio donde se espera quitarle su rebeldía.

La falta de carácter de su padre -a quien, contra todo, Thymian ama-, y su actitud seductora y complaciente con las amas de llaves a quienes convierte en sus mujeres, quizás sirva de acicate para el próximo sendero que pronto recorrerá la muchacha. Era una época donde a la mujer que, soltera quedase embarazada, se la llamaba puta o perdida; y si brindaba sexo por dinero era puta o prostituta… pero, lo que veremos en esta historia de avanzada; lo que, sin duda, revolucionaría las rancias ideas de la época; y lo que hizo que, tanto el libro como la película obtuviesen el sello de la permanencia contra todo intento de censura, fue que demostraron de dónde, realmente, brotaba el mal, y exaltaron los inmensos valores y la gran dignidad que puede haber entre aquellas mujeres a las que la sociedad discrimina, cuando fue, ella misma, la que las forzó a seguir ese triste camino.

Louise Brooks, una americana socialista, o si se quiere, liberal de izquierda, desde los años 20’ personificó con muchos méritos a la joven rebelde (flapper) y también demostraría que podía ser una gran actriz. Al verla en las magníficas películas que hizo junto a G.W. Pabst: “Die Büchse der Pandora” y “Tagebuch einer Verlorenen”, no queda ninguna duda.

Título para Latinoamérica: <<DIARIO DE UNA PERDIDA>> / Diario de una muchacha perdida
Luis Guillermo Cardona
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19 de septiembre de 2019
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Esta película silente aborda un fragmento vital de la protagonista, encarnada por Louise Brooks. Ella termina luego de ciertas viscicitudes internada en un reformatorio junto a mujeres delincuentes. Su paso por el estrambótico lugar, sus secuelas y las posibilidades de una eventual redención son los ejes temáticos del film. El lugar es bastante siniestro y quienes lo administran no ahorran vejámenes para las internadas. Por estar inscripto bajo la férula del expresionismo del momento, las caras significativas y la gestualidad elocuente tienen un rol prioritario. El film en conjunto no está mal, tiene sus notas de humor pese al trasfondo más bien trágico y con interrogantes morales que le otorgan bastante sustancia. Algo más de 7.
elneon
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