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Círculo rojo

Cine negro. Intriga Mientras Corey, sale de prisión tras cumplir condena en una cárcel francesa, Vogel, un criminal custodiado por el temible comisario Mattei, escapa del tren en el que viajan. Después de robar a un antiguo socio, Corey se encuentra con Vogel y le propone formar equipo para realizar un meticuloso robo de joyas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
16 de septiembre de 2007
100 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El círculo rojo" no puede considerarse una película más que pueda encuadrarse dentro del estilo del género de cine negro del período norteamericano. Jean-Pierre Melville imprime a los tres principales personajes de este film un carácter profundamente dramático, de raíces nietzscheanas, con una moral de "superhombre", donde el honor adquiere una dimensión de tragedia griega y el héroe, al igual que un samurai herido en su dignidad, no tiene más que una salida: la muerte. De nuevo, una vez más, el tándem Melville-Delon funciona a la perfección; como el engranaje de una bomba de relojería, dispuesto para provocar la explosión en el momento más inesperado para el espectador.

La trilogía de J.P. Melville, "El silencio de un hombre", "El círculo rojo" y "Crónica negra", representa la subversión de la ética en el género policíaco y, también, la integración en el cine occidental de ciertos valores morales pertenecientes a la filosofía oriental; y todo ello expresado con una nueva estética en el lenguaje visual de la construcción fílmica: la esencialidad.

En "El circulo rojo" los arquetipos melvillianos crean el patrón impuesto a sus personajes. Una lógica implacable determina sus movimientos: los confidentes cederán siempre ante los chantajes policiales y colaborarán con quienes les extorsionan; los truhanes guardarán mudo silencio; los comisarios e inspectores interrogarán sin ninguna esperanza de éxito a éstos y chantajearán a aquellos; el resto de personajes deberá mentir si quiere seguir viviendo. Nada es fortuito.

Es curioso que, en estas tres películas de cine negro europeo, haya sido Alain Delon el héroe moderno, escogido por el director como hilo conductor, capaz de crear, y transmitir, la ambigüedad y el hermetismo, necesarios en el ambiente. Probablemente, el propio actor francés -- a quien Visconti hizo que riera en "El Gatopardo", y llorase en "Rocco y sus hermanos"; mientras Melville consigue en "El Circulo rojo", que permanezca serio y frío, como el hielo -- no se haya dado cuenta, aún, de las tres joyas melvillianas que ha dejado para la posteridad dentro de la historia del cine. Tampoco la crítica cinematográfica ha reconocido, suficientemente, la sensibilidad y el carisma de Delon. Como ocurre siempre, con el paso del tiempo, la mirada retrospectiva utiliza la objetividad sin prejuicios; y, en la actualidad, tanto el público aficionado al cine, como la crítica más moderna, están situando a este gran actor en el lugar que se merece.

El maestro del cine japonés, Kurosawa, gran conocedor de los códigos y las costumbres de los samurais, también, tendría mucho que decir -- por alguna afinidad, no desvelada todavía -- sobre las extraordinarias obras policíacas de Jean-Pierre Melville. Si el destino no pudo conseguir que estos dos grandes cineastas tuvieran un encuentro en el pasado, ambos están, en mi opinión, sin que lo hayan sabido nunca, dentro del mismo "círculo rojo" conceptual de inspiración artística.
Máximo
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14 de enero de 2009
66 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores largometrajes de Jean-Pierre Melville (1917-73), que lo escribe y dirige. Se rueda en escenarios reales de París, Marsella, Côte d’Or, Saint-Loup-de-Varennes (Francia) y en los platós de Boulogne Billancourt Studios (Francia). Producido por Alain Quefferlan para Films Corona (París) y Selena Cinematografica (Roma), se estrena el 20-X-1970 (Francia).

La acción dramática principal tiene lugar en Marsella y París, a lo largo de unas pocas semanas, en el invierno de 1970. Vogel (Volonté), criminal italiano recién huido de la policía; Corey (Delon), que acaba de ser puesto en libertad condicional tras 5 años de prisión; y Jansen (Montand), antiguo policía, alcohólico con deseos de reinserción, se asocian para cometer un robo en una joyería de la Plaza Vendôme, de París. Anda tras sus pasos el comisario Mattei (Bouvril). Corey es un ladrón de modales distinguidos y formas refinadas, frío y hermético. Es el líder del grupo. Vogel es un asesino de sangre fría, que carece de escrúpulos y cuenta con un extenso historial delictivo. Jansen es un personaje solitario y alcohólico, de pasado oscuro. Mattei, natural de Córcega y amante de los gatos, es astuto, tenaz y perseverante. No tiene reparos en extorsionar a los delatores para obtener la información que busca.

El film, que suma crimen y thriller, es uno de las mejores obras del polar francés (cine negro francés). Se basa en un guión ingenioso, bien concebido y construido con gran sentido del ritmo y la intriga. Destaca su sobriedad, elegancia y precisión. Desarrolla una historia esencialista, depurada y estilizada, de gran fuerza expresiva. Construye unos protagonistas coherentes, bien diferenciados y verosímiles. Crea una atmósfera densa, que envuelve la acción en un clima de fatalismo y tragedia. Presta gran atención a los detalles, sobre todo en la extensa y minuciosa escena del atraco, de unos 15 minutos de duración. Como en otros trabajos del autor, los personajes no se dividen en buenos y malos: todos ellos suman componentes positivos y negativos, lo que permite establecer líneas de equivalencia entre la policía y los malhechores. Llevado de su habitual misantropía, el realizador crea una obra en la que todos los personajes principales son varones. Reserva a la mujer papeles de bailarina, auxiliar, prostituta, amante y similares. Ofrece una escena de desnudo femenino destinada a satisfacer los gustos del público masculino, grata pero innecesaria y que no dignifica a la mujer.

El motor de la acción no es la lucha entre el bien y el mal, sino entre la eficacia del trabajo realizado con rigor y el de quienes se basan en maquinaciones, manipulaciones, abusos de poder, extralimitaciones y el uso ilegal de violencia física, psíquica y emocional. La obra atrapa la atención del espectador. El relato es interesante, se expone con habilidad y presenta un crescendo dramático dosificado con precisión inusual.

(Sigue en el "spolier" sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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29 de diciembre de 2005
46 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y no tengo duda de ello. Son muchos los que dicen que la obra maestra del cine polar (el cine negro hecho en Francia) es ''El silencio de un hombre''(''Le Samourai'' 1967) también de Jean Pierre Melville. Es evidente que el director francés hizo sus mejores obras en los últimos años de su vida y, quien sabe, de haber vivido más tiempo con que nos hubiera deleitado más. Pero en opinión de este servidor, ''El círculo rojo'' le supera con creces. En el apartado técnico se merece un capítulo aparte, con esa alternancia de movimientos lentos de cámara con movimientos más rápidos y con el excelente montaje de la película. Además de ello, tambien están las excelentes actuaciones de Alain Delon, Yves Montand y Gian María Volonté unidas a los excelentes diálogos que exhalan por toda la cinta. Así esta es de esas películas que aunque se puedan analizar todas las características independientemente de la película, son todas ellas juntas las que hacen de esta una película única, de la que espero saquen pronto una edición en DVD. Así los amantes del cine sabrán lo que es una verdadera película de género negro. Simplemente magnífica.
Black Diamond
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11 de mayo de 2010
30 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiel a su estilo sobrio y frio, el maestro del cine negro francés Melville, elabora una trágica historia sobre el honor y la amistad entre tres delincuentes unidos por el destino, representado como un círculo rojo trazado con tiza en el suelo, dentro del cual tarde o temprano han de unirse sus caminos. El motivo de dicha unión no es otro que el atraco a una joyería, recreado este con gran mimo de detalles. Pero por encima de toda la trama policiaca, destacaría ese personaje principal, abocado siempre a un destino fatal y que tan perfectamente interpreta Alain Delon. Con una parquedad en palabras maravillosa, son los gestos y detalles los encargados en transmitir al espectador todas las emociones contenidas en sus rostros petrificados.
Geniales algunas escenas donde el lenguaje cinematográfico roza la perfección. Tras salir de la cárcel, Corey acude a la casa de su antiguo jefe a rendir cuentas con el pasado, dejándole un recuerdo en su caja fuerte, o el primer encuentro entre nuestro protagonista y Voguel.
Corey quiere ayudar a Voguel resentido con las fuerzas de la ley tras cinco años en prisión, pero Voguel no se fía de el y le apunta con un arma, Corey le lanza el paquete de tabaco para que fume con él en un claro gesto de camaradería, Voguel lo atrapa al vuelo pero cuando le lanza el encendedor se le cae al suelo ya que tiene una mano ocupada con el paquete y la otra con el arma, Voguel se lo piensa un segundo, guarda su arma y recoge el encendedor, enciende un cigarrillo y ambos fuman juntos. Nuestros protagonistas ya son amigos para toda la vida sin decir ni una sola palabra.
Filmada con una gama de tonos apagados, el director quería conseguir el blanco y negro por medio del color, destacando las asoladoras y heladas tomas filmadas en los bosques y las carreteras de las afueras de Paris. ¿Tenia razón Rosseau?, ¿todo hombre nace bueno por naturaleza siendo la sociedad quien le corrompe?, Corey sale de la cárcel convencido en querer dejar el camino del mal, pero su pasado le persigue y pierde todo su dinero para comenzar una nueva vida, sin embargo el destino quiere que se cruce con Voguel con quien volverá a su vida delictiva de nuevo. En el caso del ex policía, parece que sí fue la sociedad y su entorno quien le corrompió y le alejó del buen camino. No se llega a saber nunca si Voguel, huido de la justicia, es culpable o inocente, pero el inspector Mattei acaba creyendose las palabras de su superior y decide que si es culpable. Si Rosseau tiene o no razón es imposible de saber, quizás los tres, encerrados en el círculo rojo, estaban abocados desde el mismo día de su nacimiento a su fatal destino.
Ezequiel 25 17
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21 de junio de 2009
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el cine de Melville me replanteo la eterna cuestión: ¿Cine comercial o cine de autor? Reconozco que se trata de un replanteamiento ficticio. Ya hace mucho tiempo que resolví esta cuestión en favor del cine que pretende transmitir ideas antes que el que busca taquillas millonarias, presupuestos cubiertos y cuenta de beneficios. Con Melville me encuentro a gusto, porque siento como si formase parte de su cine. Aunque me engañe, que lo hace, en El confidente (Le doulos), me propine un repaso hiperrealista de la historia reciente (El ejercito de las sombras) o se limite a darme pistas sobre las verdaderas motivaciones de sus personajes dejando para mí el trabajo duro (Circulo rojo). El resto de su filmografía está en la agenda por lo que seguiremos informando. Ahora bien, las tres citadas, con seguridad, están entre sus mejores trabajos.

Circulo rojo es auténtico cine negro francés. Un cine de caracteres más que fríos, gélidos. Cine polar de gestos helados como témpanos, donde hasta el ademán de encender un cigarrillo dura la eternidad de una reflexión. Cine donde las motivaciones resultan presuntas hasta que una mirada o una bala las confirman o las desmienten. Cine donde los silencios solo admiten las palabras ciertamente imprescindibles. Es esa clase de cine de autor que precisa la complicidad del espectador para alcanzar su perfección. Melville tiene su "toque" como lo tuvo Lubitsch en la comedia. Ambos distintos, pero ambos buscando al espectador inteligente.

Magistral la escena del atraco a la joyería. Tan magistral en si misma como preludio de un desenlace anunciado. ¿Anunciado, por quien? Melville no lo ha hecho. Sin duda es algo de nuestra propia cosecha. Algo anticipado en las criaturas de los armarios que obsesionan a Jansen (Ives Montand). Algo escondido en las rutinas policiales. En los confidentes. En los garitos. En la marihuana. En esa fatalidad que parece acompañar a Corey (Delon) y a Vogel (Volonté) Algo enterrado en las ideas de Nietzsche: Los hombres nacen inocentes. Después todos son culpables. Pero seguimos viendo la película, porque lo importante no es el desenlace, ni siquiera el nudo. Lo importante es nuestra comunión con Melville. Sentir que juega con nosotros y que encima nos gusta.

Delon, Montand, Volonté, Bourvil: Perfectos. Con otros actores estaríamos hablando de otra cosa, no sé muy bien de qué...
FATHER CAPRIO
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