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Cromwell

Drama Inglaterra, siglo XVII. Oliver Cromwell (Richard Harris) es anglicano y lucha contra la corrupción y el catolicismo. Cromwell no está de acuerdo con la tiranía del rey Carlos I (Alec Guinness), y tiene la intención de viajar con su familia al Nuevo Mundo. Pero, la víspera de su partida se verá envuelto en una complicada trama que desembocaría en una guerra civil entre los partidarios del rey y los del Parlamento y que hizo que Cromwell ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
9 de octubre de 2011
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
304/24(30/09/11) Buen film, didácticamente manipulador, omitiendo hechos cruciales que dan la verdadera medida del protagonista, es un fresco histórico sobre los hechos que a mediados del SXVI llevaron al poder al controvertido en Inglaterra a Oliver Cromwell (considerado en una famosa encuesta el décimo personaje más influyente de la Historia en Reino Unido) mediante un a Guerra Civil y un posterior regicidio de Carlos I, se erigió en Lord Protector de la Nación. La cinta se puede encuadrar en una serie de films que comenzaron en los 60, que reflejaban hechos claves en la historia de Gran Bretaña, como ‘Becket’, ‘Un hombre para la eternidad’ o ‘Ana de los mil días’, eran trabajos de gran presupuesto, de una puesta en escena cuidadísima, gran vestuario, gran fotografía y grandísimos actores, de esos que solo produce este país, esta ‘Cromwell’ no es una excepción. El Rey Carlos I (Majestuoso Alec Guiness) convoca al Parlamento que llevaba diez años cerrado, para sacarles dinero para luchar contra los escoceses, esto es aprovechado por Oliver Cromwell (Magno Richard Harris), un fanático puritano cristiano y parlamentario, para ponerlo contra las cuerdas por las penurias que pasa el pueblo y por su deriva católica, aunque Carlos es anglicano, su esposa es papista, le exige unas duras condiciones, presionándole a que de más poder al Parlamento y quitándole privilegios a la Corona, el Rey decide arrestar a los cinco parlamentarios que se lo han exigido (aunque en la película uno de ellos es Cromwell en la realidad no lo fue), esto deriva en una Guerra Civil con unas consecuencias dramáticamente épicas. La obra posee una ambientación magnífica, un vestuario tan maravilloso que obtuvo el Oscar, unos escenarios cargados de realismo, escenas de batalla muy bien rodadas, ayudado por la bella fotografía de Geoffrey Unsworth (‘Becket’, ‘2001’ o ‘Superman’) divertida la muestra de la clásica flema inglesa con el acuerdo entre los enemigos para empezar a una hora en punto, unos diálogos cargados de fuerza, y sobre todo un tour de forcé entre dos colosos actores, un Richard Harris colérico, una fuerza desatada de la naturaleza, se mueve con equilibrio por la fina línea que separa la rabia enérgica actoral de la sobreactuación, su vigor anula al que se le acerque, su pasión traspasa la pantalla, su mirada y dominio gestual son espléndidos, me recuerda al gran Marlon Brando, en su actuación y en su físico, ... (continua en spiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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2 de diciembre de 2008
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ken Hughes rodó esta visión pseudohistórica de la historia inglesa en un momento tardío para las superproducciones británicas y por encargo para enaltecer la monarquía constitucional tras la anterior situación política de su país. Digo que "Cromwell" es una película pseudohistórica porque la narración de los acontecimientos no se ajusta del todo a la verdad oficial, si bien las bases en las que asienta su guión sí lo son: La revuelta de Oliver Cromwell, diputado del Parlamento de Londres, contra el monarca Carlos I, a causa del tiránico absolutismo de éste y la sangría económica que ejerce sobre el pueblo para costear guerras y fiestas. Un político convertido en adalid del ejército por la fuerza, que anticipó lo que un siglo después tendría mayor repercusión en Francia: Matar al soberano para liberar a sus súbditos del llamado "enviado de Dios en la Tierra". Y hablando de Dios, la película "Cromwell" entra también en la cuestión religiosa como otro poder político, dentro del enfrentamiento entre los protestantes reformistas ingleses y el catolicismo tolerado por el rey por ser ésta la confesión de su esposa francesa.
En resumen, "Cromwell" es una buena película, filmada en sistema Panavision en los mejores tiempos del cine en gran pantalla, aunque algo larga y repetitiva en algunos fragmentos. A su favor, las interpretaciones: Richard Harris da vida a un Cromwell como sólido líder (pese a que actúe incoherentemente creyendo en las buenas intenciones del rey y otras veces sea un auténtico exaltado) y Alec Guinness dota a su personaje de un status altivo, elegante y mayestático.
Luis Miguel
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31 de agosto de 2010
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece razonable someter al largometraje, en razón de que se trata de una película histórica, al escrutinio de dos valoraciones: la primera centrándonos única y exclusivamente en el aspecto “técnico” del filme, dirigida para todos aquellos que nos importase una mierda y ni siquiera nos dignásemos a mirar quien coño era el señor Cromwell y lo que hizo con su vida. La segunda recaería sobre el fondo, para todo aquel que sienta una mínima curiosidad sobre la movida que paso en Inglaterra en 1642.

Respecto a la primera de los evaluaciones tengo que confesar que disfrute de esta superproducción de época cual abuelo viendo las películas de John Wayne. Unos escenarios chulísimos, un vestuario inmejorable, y unos personajes de principios y moral intachable, todos ellos con una oratoria, saber estar y modales propios de los niños bien de la sociedad británica. En especial los dos mandamases del percal; Cromwell y el Rey, provistos en todo momento de la frase perfecta para el momento perfecto. Amen de la cantidad de panoja que supuraba la producción, con esas escenas de batallas inmejorablemente curradas: un 10.

Ahora bien, ese tufillo panfletero de la peli intentándonos vender al sanguinario de Cromwell como el molamás del corral ya no me motivo tanto.
Por una parte la peli quiere mostrar al Rey, aunque le hayan encasquetado el papel de malo, como un monarca noble y justo igualito que los que tenían en Inglaterra en los años 70, y por otro lado nos presentan a Cromwell como el salvador del protestantismo y la democracia parlamentaria. El rey era un monarca absolutista que hacia lo que tenia que hacer, mandar y recaudar impuestos para sus lujos, y Cronwell, era un oportunista que usando como estandarte la libertad del pueblo se convirtió en un déspota peor al que había derrocado. Mas lecturas no valen. Un 4.

Nota media 7.
masmalouw
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1 de diciembre de 2005
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película típica británica que recrea hechos históricos con un presupuesto suficiente y un equipo técnico-artístico de eficacia contrastada.
En este caso se narra el enfrentamiento entre el virulento, recio e impetuoso parlamentario Cromwell y el rey, que acabase con el segundo en la guillotina y el primero en el sillón de mando.
Harris hace una interpretación ajustada y algo exagerada de Cromwell, mientras que Alec Guiness remata su personaje con su exquisita elegancia.
Es una película entretenida, de suficiente calidad y empaque, mejor que otras de más ínfulas y fama premiada que desfilan por ahí.
kafka
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13 de julio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólido exponente del mejor cine histórico británico, en el que política y religión vuelven a entremezclarse a la hora de definir un episodio especialmente convulso. Estamos, desde luego, ante una de de las mejores películas sobre la historia política de Inglaterra, que narra unos hechos que supusieron la instauración de una república durante unos pocos años, algo insólito en la arraigada monarquía británica. En la corte del rey Carlos I (Alec Guinness) hacia 1640, se están produciendo unas injusticias contra los pobres campesinos, expulsándolos de las tierras que cultivan por nobles latifundistas protectores de un rey que sólo piensa en recaudar dinero para financiar a su ejército.

El monarca protestante ha decidido aliarse con los católicos de Irlanda ante la amenaza de un conflicto con Escocia. Oliver Cromwell (Richard Harris), abogado protestante y militante puritano (una facción radical del protestantismo) de origen plebeyo y opuesto a la política religiosa del monarca, y a la dejadez y apatía sobre los problemas de estado, se erige en adalid de la libertad de su pueblo, decidido a enfrentarse a la corrupción imperante en el país. Dicha rebelión aboca a Inglaterra a una guerra civil cuyas consecuencias serán drásticas.

Reputado documentalista para la BBC, novelista, guionista, prolífico realizador televisivo y cultivador de los más variados géneros cinematográficos, el versátil Ken Hugues consiguió con esta película su obra más ambiciosa e imperecedera. Una superproducción que se caracteriza por el detalle en la reconstrucción ambiental, la densidad conceptual y la sobriedad estilística. Cierto que el film cede, en algunos momentos, a la solemnidad, sobre todo en el cariz de algunos diálogos que parecen declamados para la posteridad, pero el conjunto está guiado con solidez y con una sabia administración de la progresión dramática, y ello a pesar de que el film fue cercenado a partir de un primer montaje de 180 minutos.

“Cromwell” profundiza en una de las páginas más oscuras de la historia británica y en uno de sus personajes más controvertidos. Un patriota idealista adelantado a su tiempo, que creía en la democracia directa y representativa desde el parlamento. Aunque hay historiadores que afirman que fue un personaje sanguinario, en cambio el film lo presenta como un inconformista, como un rebelde. Richard Harris compone un personaje temperamental e impulsivo, pero por encima de todo da fe de una figura poliédrica, con varias vertientes no siempre fáciles de conciliar: el experto en leyes, el parlamentario, el militar estratega y el padre de familia responsable. Como oponente tiene al rey Carlos I, arbitrario y déspota, que el film logra humanizar gracias al espléndido trabajo de Alec Guinness, revestido de una incontestable dignidad. De factura impecable, tiene como broche de oro, fragmentos tan memorables como la recreación de la famosa batalla de Naseby.
Antonio Morales
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