Los Aurones (Serie de TV)

"Los Aurones" fue una de las series que más me marcaron durante mi infancia. No sé si fue por su componente fantástico (siempre me han fascinado los mundos que se remiten a la imagineria de ese modo), por el atractivo de ver algo distinto realizado con marionetas, o por el emblemático carisma de sus personajes, pero me mantuvieron enganchado durante un buen período ante la pantalla de mi televisor.

Tras mucho tiempo sin recordarla, y teniendo en mente otro buen puñado de productos que me habían cautivado del mismo modo, hace relativamente poco alguien refrescó mi memoria y el "Zas zas zas, ¡Lanzarayos!" que se preservaba en ésta de un modo único, salió de nuevo para rememorar a ese montón de pequeños seres que vivían en un mundo rodeado de magia y, liderados por Tejo y Yuca, a los que acompañaba el mítico Poti-poti, amenizaban aquellos días que pasaba acompañado por sus peripecias.

Puede que a día de hoy no parezca gran cosa, por el tiempo que ha pasado ya, pero tanto el mimo puesto en la construcción de sus decorados, como la ingenuidad de unos diseños resultones y con encanto, hacen de "Los Aurones" algo que, por lo menos yo, no podré olvidar, y ya no por el tiempo que pasé disfrutando con sus aventuras, ni por el cariño que le tenía, sino por todos estos años que he estado intentando recordar como se llamaba esa mítica serie que durante tanto me acompañó, y de la que únicamente recordaba esa frase y esos rayos lanzados por sus protagonistas, que convertían en frutas a aquellos que se atreviesen a enfrentarse con ellos. Y es que a veces, un vago recuerdo, puede ser la mejor de las evocaciones.

Antes de empezar advierto que esta crítica es totalmente visceral y un ajuste de cuentas que el niño de mi pasado me reclama.
Aún recuerdo cuando los sábados, en los tiempos que sólo existían dos canales, después del telediario emitían un capítulo de una serie de dibujos. Recuerdo La Vuelta al Mundo en 80 días, recuerdo Dartacan y los 3 mosqueperros (excelentes series de BRB internacional), Heidi,...
Hasta que un fatídico día las vi sustituidas por este engendro (el primero de muchos otros) perpetrado por el estudio D' Ocon.
Fue un día aciago aquel que inauguró una época de oscuridad en la parrilla televisiva infantil en nuestro país hasta el advenimiento de los canales privados allá en los 90. (Junto con la llegada de los culebrones de la mano de la serie Cristal que definitivamente destruyó la sobremesa entre semana).
Hoy, Internet mediante, con esta crítica pongo voz a ese niño furioso que aún grita que esas series D' Ocon: Los Aurones, Los Fruitis, Delfy, Basket Fever, Sylvan, etc.. SON ÑONAS, ESTÚPIDAS, CUTRES y en definitiva UNA MIERDA que trata al niño como un deficiente mental.
En fin, ya me he desahogado.

Podemos perdernos en interminables (y estériles) debates acerca de lo precario de la industria audiovisual patria, del valor de la imaginación de un niño y otros imponderables, pero a fin de cuentas, y por mucho patriotismo que se le quiera poner al asunto, la realidad es que Los Aurones se encuentran en una categoría desde la que apenas se empieza a vislumbrar lo cutre. Hombre, Jim Henson también se ganaba el pan metiéndole la mano en el trasero a criaturas de fieltro, pero todos estamos de acuerdo en que los Muppets tienen estilo, variedad y sobre todo gracia; este engendro consistió simplemente coger unos míseros títeres de cachiporra, mejorar a duras penas el precario teatrillo del Retiro y ponerlos a ejecutar atrocidades sin fuste ni careo, con el agravante de que al haber una sola cadena los pobres niños debían hacer de tripas corazón, o de tripas naúsea. Nombres como Gallofa o Poti-Poti aún resuenan en el tétrico pabellón de la infamia...

Inquietante. No encuentro otro término que describa mejor el sentimiento que me produce recordar esta serie. Los personajes bien podrían haber sido un antecedente visual de lo que, décadas después, llegaría a ser Gollum.

Aún me pregunto cómo tan poca gente no se vio afectada por esta monstruosidad. No solo los medios para hacerla realidad eran pobres, sino que el aspecto de los bichos daba auténtico miedo. Eran malditos títeres grotescos de mirada fija con comportamientos que dejaban un sabor amargo.

Siempre he sido un crítico feroz de series empalagosas como "Heidi" o "Mi pequeño Pony", pero "Los aurones" no era lo que tenía en mente como contraejemplo.

Imagino que para gustos, colores, pero es que había algo oscuro, tenebroso, pútrido en esos personajes y en su forma de moverse delante de la pantalla.

Unos seres viven apaciblemente en un poblado en mitad de la selva mientras un ser malvado les hace la vida imposible tratando de robarles el oro. Los habitantes de este poblado estarán ayudados por un monstruito bondadoso y muy fuerte llamado Poti Poti una princesa con el poder de volar y la capacidad de uno de sus miembros de lanzar rayos que convierten a los malos en frutas.

Esta es una de las muchas series infantiles que aparecieron durante los años 80 y que quedaron en la nostálgica memoria de todos aquellos que fuimos niños en aquella época. Trataba de ensalzar valores como el compañerismo, el huir de lo material, la amistad...

Técnicamente estaba hecha con muy pocos medios pero suficientes como para hacerles pasar un buen rato a los niños. Además, uno de sus personajes (Poti Poti) ha quedado como uno de los más carísmáticos que ha pasado pro televisión.